El sueño eterno

No es la victoria, es el esfuerzo. Montakit Fuenlabrada cayó ante el FC Barcelona Lassa (68 – 84), pero redondeando su temporada de ensueño al recuperar sus señas de identidad [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

El sueño eterno
Theobald Philips

“Dormías sencillamente el sueño eterno sin que te importara la manera cruel que tuviste de morir”
(Raymond Chandler – El sueño eterno)

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

Las nubes cabalgaban sobre Greece Boulevard haciendo que los pálidos rayos de un mortecino sol de primavera, mientras unas dispersas gotas de lluvia ensuciaban los parabrisas de los coches, encendiesen y apagasen intermitentemente la imponente mole del centro comercial. Envuelto por la extraña algarabía de gritos y bombos que salía de las empinadas laderas que rodeaban, formando un cráter, la iluminada fábrica de sueños donde tantas glorias y alegrías había vivido, con ojos muy abiertos de parpadeo esporádico, el detective paseaba nerviosamente su estridente gabardina naranja, arriba y abajo, intentando resolver de forma satisfactoria aquel difícil caso que el azar había puesto en sus manos.

Desde que su orondo cliente y el atildado ex policía que le servía de ayudante le hubieran encargado sorpresivamente la investigación, había seguido las pistas con denuedo y esfuerzo hasta conseguir reunir suficientes pruebas como para atrapar definitivamente al que, desde un primer momento, su avezado olfato de sabueso había identificado como sospechoso principal. Y el caso habría terminado allí, entre parabienes de todo el mundo por la captura si, una noche, mientras disfrutaba del fruto de su trabajo tomando una copa a orillas del Atlántico, no hubiera descubierto que detrás había algo que no podía imaginar, que el criminal al que realmente debía cazar era de más altos vuelos, tantos que parecían sobrepasar con mucho el tamaño de su pequeña agencia. A partir de ese instante se había empleado afanosamente en seguir las huellas del esquivo objetivo hasta que, cuando ya parecía estar a punto de encarcelarle, cansado mental y físicamente, había perdido completamente el rastro en sus últimas pesquisas. Y justo cuando el dulzor del éxito inicial amenazaba con amargarse con el fracaso postrero, un soplo que, a última hora, le dio un confidente que ejercía de sastre en Zaragoza, volvió a dar al detective la oportunidad de cumplir su sueño.

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

Intentando dar carpetazo al asunto entró al bar, arrastrando los pies como si todavía le durase la resaca de la paliza que se había llevado en su primer viaje a aquella inhóspita tierra donde todo era ganar o morir, viendo contestadas sus primeras preguntas por un despiadado sicario checo con cara de niño y cejas de gnomo de los bosques que le cerró el paso con contundentes evasivas que dejaban a las claras que, a aquellas alturas, los curiosos no eran bien recibidos. Cualquier otro hubiera desistido pero el detective, echando mano de sus gastadas agallas, no se dejó amilanar y, recordando otra vez los buenos tiempos de lucha en las calles, armado con aquel pequeño revólver que había comprado en Croacia arrinconó por sorpresa a los posibles testigos tratando de sacarles a golpes toda la información que pudo. Pero aunque en aquella lucha entre el ratón y el gato la sirena del puerto rompió la medianoche sin que el detective hubiera perdido el equilibrio, la investigación no pudo ir más allá. Al día siguiente, los periódicos gritaron en titulares que en el malecón había sido encontrado un cadáver acribillado a balazos, con los ojos muy abiertos y una estridente gabardina naranja, apuntando las sospechas de la policía hacia un conocido pistolero de origen checo que, con un elegante abrigo de ante sobre los hombros, había sido visto en los alrededores.

Las evidentes muestras de lucha que había en el escenario del crimen dejaban bien patente que el detective había presentado batalla hasta el final. Y la sonrisa que tenía el cuerpo inerte contaba que, volviendo a ser él mismo, muriendo como había vivido, había logrado cumplir su sueño. El sueño eterno.

El octavo pasajero

Día de extraño de destino común para Montakit Fuenlabrada y UCAM Murcia, que celebraron victoria y derrota al unísono gracias a su clasificación para playoff.

El octavo pasajero
Theobald Philips

Meme perpetrado por Theobald Philips

Meme perpetrado por Theobald Philips

Después de una larga travesía a lo largo de treinta y tres largas jornadas de más años-luz que sombras, la nave llegó a su destino regular poniéndose a orbitar alrededor del último y definitivo partido. Con un chasquido, los sistemas recuperaron su energía y la redirigieron hacia las cabinas de soporte vital donde la tripulación, en las dos últimas jornadas, había echado a hibernar su espíritu competitivo. Lentamente, desorientados y con nervios, los cosmonautas naranjas trataron de recuperar ese pulso que les permitiera conseguir finalizar con éxito la misión comprobando, en sus propias carnes, que retomar la química de juego no es tan fácil como el encender y apagar una luz y que, aunque estaban muy cerca de su objetivo, el alcanzarlo no iba a ser nada fácil. Con los comandantes Tabu, Popovic y Paunic con la vista nublada por el sueño estelar, y con el soldado Sobin superado por la altura de las circunstancias, apenas diez minutos después de que los tripulantes abandonaran su cámaras de hibernación la nave estuvo a punto de zozobrar, manteniendo a duras penas la trayectoria correcta ante una lluvia de meteoritos pimentoneros que amenazaba con resquebrajar en cualquier momento el fuselaje.

En tales circunstancias, fue el subteniente Urtasun el primero que consiguió recuperar algo de su tono habitual, tomando los mandos de la nave y estabilizando su órbita con la inestimable ayuda del jefe de máquinas Stevic que, con su pericia y dureza, logró sellar algunas fugas de rebote y conceder la ventaja necesaria a los viajeros espaciales para acometer por fin el descenso hacia el inhóspito planeta. Sin embargo, aquel pequeño respiro no duró mucho. La misión de trasbordo de destinos no fue por los derroteros que se esperaban y, al tiempo que el mecánico serbio se veía obligado a volver al módulo por un inesperado tropezón con una piedra lunar, un extraño pulpo cordobés se agarró a la cara del astronauta fuenlabreño haciéndole caer en un coma profundo. El monstruo, ante el horror de los compañeros de la nave, introdujo una semilla de triples y asistencias en las entrañas locales, haciendo que se desangrase hasta perder dieciséis litros de sangre. Nada podían hacer los sorprendidos viajeros, pues cada vez que intentaban cazar a la bestia esta les alejaba con su actividad frenética, sorbiéndole la vida en una orgía de errores y fallos.

Los astronautas ponían todo su empeño, pero sus intentos de acabar con el alien eran infructuosos. Les mataba sin siquiera ver por dónde atacaba y, en los pocos momentos en los que, por fin, conseguían repeler el mortífero ataque, el aguerrido tripulante resbalaba, perdía su arma o marraba el disparo, permitiendo al intruso que se recompusiera y mantuviera su ventaja. En un último esfuerzo, aprovechando un ligero despiste de novato, la incansable brega del mecánico Stevic pareció que acorralaba a la bestia en la zona de máquinas, pero esta terminó sacando su maléfica inteligencia y, con dos golpes lejanos de su mandíbula retráctil, acabó liquidando al enemigo inmisericordemente.

Ya parecía no quedar esperanza alguna para los expedicionarios mientras el visitante celebraba su victoria. Arrastrándose cariacontecidos entraron en la cápsula de salvamento de los móviles, lanzando una señal de socorro al espacio que, recogida por una nave rojilla, se tradujo en una inesperada Gran Noche. El octavo pasajero se aupó al cajón del éxito, al cajón de Sastre.

…y uno para todos

Esfuerzo solidario del Montakit Fuenlabrada para reivindicarse (105 – 85) frente a un desangelado CAI Zaragoza incapaz de mantener el tipo [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

(Foto: Alba Pacheco /  EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

Poco hacía augurar, cuando Ivan Paunic se ahogaba entre los interminables centímetros de Robin Benzing, cuando las poderosas piernas de Tomás Bellas volvían intrascendente a Ricardo Úriz impidiéndole hasta subir el balón, cuando se fallaban inexplicablemente los dos únicos contraataques que permitiron los rojillos y la mirilla telescópica de Joan Sastre clavaba con dos triples prácticamente consecutivos el 17 – 21 con el que se cerró el primer cuarto, que la lluviosa mañana fuese a terminar en soleada victoria para los pupilos de Jota Cuspinera. El CAI Zaragoza de Andreu Casadevall daba la sensación de dominar totalmente el ritmo de partido, no dejando al Montakit ser «el Fuenla», que sobrevivía, con solo cuatro puntos de desventaja en el luminoso pero un clarificador 14 – 29 en la valoración, a base de algún destello puntual de David Wear o Álex Urtasun.

Se abría el cielo fuera del Fernando Martín y, dentro, Kravtsov hacía con sus largos brazos inútiles los esfuerzos del renqueante Jonatan Tabu por cambiar el signo de la contienda. Las sensaciones seguían siendo rojas, y los réditos que no podían conseguir en la zona los visitantes los sacaban, punto a punto, de la agresividad mal entendida de sus rivales. En ese momento (minuto 13′, 25 – 29), un semilesionado Rolands Smits y el hombre para todo, Oliver Stevic, entraron al campo para ayudar al chocolate belga, sostén de su equipo, a recordar a los suyos cual es el credo que les ha llevado hasta su privilegiada posición. Las ayudas defensivas con recuperación inmediata hicieron su aparición y, en ataque, el fontanero serbio explotó a más no poder la vía de agua del bloqueo y continuación, liberando espacio para las muñecas de sus compañeros. Algo había cambiado y, aunque los tiros libres permitían a CAI mantenerse en el partido (49 – 46), el vuelco dado en la valoración (37 – 26 en el segundo cuarto) hacían ver que teníamos partido nuevo.

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

En el inicio del tercer cuarto Josip Sobin tomó la antorcha del Fuenlabrada e inmediatamente después, cuando Jelovac y Benzing intentaron darle respuesta desde el 6,75, fue Marko Popovic el que se sumó a la fiesta con cinco puntos consecutivos que obligaron a Andreu Casadevall a parar el reloj (63 – 54). Sí, el relevo pasaba de una mano a otra en el equipo madrileño y, cuando los rojillos lograban contrarrestar al hombre que se encontraba en racha, aparecía otro con el que no contaban. El último destacado del tercer periodo fue el letón Smits, creyente de todo corazón que tras fallar un triple liberado no dudó en tirarse otro la jugada siguiente, embocándolo, cerrando su dolorida participación con los defensores caístas, brazos abajo, mirando cual convidados de piedra como Rolands bailaba en la zona.

Zaragoza intentó volver al partido a través del rebote ofensivo, con Kravtsov y Benzing destacados en la faena, y, sobre todo, con un Sergi García que fue capaz de encontrar el temple que ni Tomás Bellas ni Sek Henry habían conseguido dar a los suyos. Los 14 de diferencia del tercer cuarto (76 – 62) se convieron en apenas nueve (83 – 74) en las manos del joven pero, galones mandan, su entrenador lo sacó de pista para jugársela, sin suerte, con su base titular (19 – 9 fue el parcial con Bellas en pista hasta el bocinazo final). En Fuenlabrada no se descompusieron, haciendo que la defensa siguiese funcionando, que el balón circulase fluido, y que se rebotease todo lo fallado. En su particular carrera de relevos, Álex Urtasun primero e Ivan Paunic, liberado al fin, después, restituyeron la diferencia (91 – 78) y dejaron el partido para que lo rematase el insaciable hambre de Marko Popovic que, con un triple imposible con el defensor encima, sentenció el 105 – 85 final.

Ciento cinco puntos conseguidos uno para todos, y todos para uno.

Lógica implacable

En un festival de puntos (97 – 108), tras acallar el OAKA Laboral Kutxa Baskonia silenció también el Fernando Martín [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

Lógica implacable
Theobald Philips

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com) El cerebro y el puño del Baskonia ¿Quién es quién?

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)
El cerebro y el puño del Baskonia ¿Quién es quién?

Hay una escena de la vieja comedia «Amor al primer mordisco» en la que, en un lujoso restaurante neoyorquino, el joven Van Helsing interrumpe la cena del conde Drácula con la protagonista femenina descerrajándole tres balazos en el pecho, sin que los mismos le causen el más mínimo daño. Ante el asombro y desconsuelo del descendiente del caza vampiros, el extrañamente bronceado no-muerto le espeta, con una lógica implacable, algo así como «¿Balas de plata? Eso es para los hombres lobo». Una escena similar le aconteció el domingo al Montakit Fuenlabrada, que vistió su verde kriptonita para vencer a Superman encontrándose con que, en vez del superhéroe de la «S» en el pecho, al Fernando Martín acudió un increíble Hulk a quien el mineral verde no afecta, y que no dió prácticamente oportunidad a que los sueños fuenlabreños despegaran del suelo.

Y es que frente a un equipo de Final Four solo quedaba soñar, soñar es ir contra la lógica, y la lógica a la larga es implacable. La lógica de un equipo como el vitoriano que, jornada a jornada, ha venido cimentando el movedizo suelo de duda sobre el que comenzó la temporada, levantando a pesar de las circunstancias adversas que ha atravesado un auténtico rascacielos de juego que le ha llevado hasta Berlín mientras que los ociosos incrédulos, como el que escribe, apoyados en la valla de la obra esperaban que de un momento a otro el edificio se derrumbase. Un Baskonia capaz de pasar del solo de guitarra como único argumento, con Adams encestando 25 de sus primeros 30 puntos (y haciendo 29 de los 39 globales de valoración), a un coro afinado y compacto en el que todos los que jugaban aportaban lo suyo, permitiendo al pequeño Darius recuperar en los tres cuartos siguientes su dimensión humana.

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com) Pintura y fontanería

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)
Pintura y fontanería

Mucho tenía que pelear el Fuenlabrada para mantenerse al nivel del trasatlántico alavés y, aunque no bajó los brazos en casi ningún momento, no consiguió que esa lucha se desarrollara en los terrenos donde debía haberla llevado: atrás. De hecho, solo cuando en el segundo cuarto la entrada de Úriz y Stevic desatascó momentáneamente la circulación propia y puso brazos en las ruedas de la ajena, lograron los de Cuspinera estar en el partido (51 – 53, minuto 19). El resto del tiempo, los verdes fiaron su suerte únicamente a lo que pudieran conseguir con su tiro, y es bien sabido que exclusivamente del porcentaje solo pueden vivir los bancos. Saski Baskonia, un Fuenlabrada más alto, más fuerte y más rápido, aceptó el reto de jugársela a meter, sabedor de que solo tenían que esperar a que, en el intercambio de canastas, sus piernas se impusieran y la falta de resuello acabara trabando las muñecas locales.

Según avanzaba el reloj, poco a poco, orbitando alrededor de un Bourousis del que nadie habla pero que rompió el partido con dos triples consecutivos mediado el tercer cuarto (para terminar con 11 puntos, 10 rebotes, 5 asistencias y 26 de valoración), los de Perasovic dejaron el partido visto para sentencia faltando aun 10 minutos por jugarse (75 – 89). Sí, en el último cuarto se demostró que la lógica de las montañas es más fuerte que la fe y, por mucho que los fuenlabreños creyeron, los vitorianos no terminaron de moverse. Lo único que se consiguió, con Marko Popovic poniendo en evidencia con 45 de valoración la lógica de la norma sobre elección del MVP de la Jornada, es que el marcador se maquillara hasta el honroso (y justo, por el derroche de esfuerzo) 97 – 108 final.

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com) ¿Alguien ha visto mi MVP?

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)
¿Alguien ha visto mi MVP?

Toca ahora a los dos contendientes, cada uno en su guerra, demostrar que la lógica no siempre se impone. Laboral Kutxa añadiendo un peldaño más, el de Fenerbahçe, a su escalera hacia el cielo; Montakit Fuenlabrada, colándose por (cada vez menos) sorpresa en la exclusiva fiesta de los playoff.

@TheobaldPhilips

Espejo del alma

Caras que son espejo del alma cuando, tras 39’59», el balón gira sobre sí mismo dispuesto a dictar sentencia. El veredicto (80 – 81), favoreció a la Penya [Foto portada: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada]

Espejo del alma
Theobald Philips

(Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada) La cara es el espejo del alma

(Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada)
La cara es el espejo del alma

No sonó Raphael, pero la gente salió contenta del Fernando Martín. Ni un pito, al revés, grandes aplausos al equipo y, sobre todo, a uno de los nuevos, el Álex Llorca de las fotos que ilustran la cabecera de este artículo, que tras un gran partido aportando intangibles desde una posición que no es la suya (10 de valoración con solo 2 puntos anotados, el 3º de su equipo), falló el tiro decisivo. La cara es el espejo del alma, y el alma de la grada es agradecer el esfuerzo supremo que habían realizado los suyos, remontando en la segunda mitad del último cuarto una desventaja de 13 puntos. En esta cancha se perdona la derrota, no el abandono.

Por contraste probablemente con ese ambiente de alegre resignación que destilaban los bancos naranja-azulados, a este humilde escribidor le sorprendió mucho la cara de Jota cuando compareció en sala de prensa. Objetivo como siempre en el análisis, con la claridad de buen profesor que suele exhibir en sus explicaciones, marcó los fallos cometidos pero sin olvidar destacar los aciertos, balanceando el karma de lo negativo con lo positivo. Pero sus ojos no parecían seguir sus palabras, y una cierta rigidez en la mandíbula le daba un aire de austeridad, de estarse conteniendo, al que no nos tiene acostumbrados. La cara es el espejo del alma y, por primera vez en esta temporada, la sensación era que el entrenador del Montakit Fuenlabrada no estaba contento en absoluto. Leyendo lo que nos dijo en la nevera no-frost que en invierno alberga las ruedas de prensa, e hilándolo con lo que han sido los últimos partidos, parece que el de Getxo estaba manteniendo el tipo pero, por dentro, era como ese padre que sabe que su hijo se ha presentado a los exámenes con un apretón de estudio la noche anterior, consiguiendo una nota muy por debajo de sus posibilidades.

Y es que una vez más los naranjas hicieron un partido irregular, a remolque, olvidando en muchos tramos del mismo lo que son sus señas de identidad. En este caso es cierto que esa amnesia vino fomentada por la gran defensa verdinegra, tan agresiva en el perímetro que, por primera vez en mucho tiempo, obligó a los locales a sumar de dos de dos, en ataques estáticos, cuando ellos en posicional lo hacen sobre todo de tres en tres, dejando las canastas normales para las cabalgadas en contrataque o algún balón interior para abrir huecos a sus tiradores. De esa forma, FIATC Joventut dominó el partido desde el primer minuto, con pocas ventajas de inicio, es cierto, pero casi siempre por delante, consiguiendo un cierto colchón al final del primer cuarto (20 – 24) cuando Sàbat cambió el ritmo de simple intercambio de golpes que Demond Mallet no había conseguido romper.

(Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada) Urtasun contra todos

(Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada)
Urtasun contra todos

El problema de Fuenlabrada era de vasos comunicantes, ya que si los de Maldonado lograban desconectar el ataque, los de Cuspinera dejaban de fluir en defensa y, por esos huecos, se colaba el talento descomunal (e irregular) de Brandon Paul, que encontraba sus minutos de oro. Álex Urtasun, al estar Paunic muy desdibujado con extraños problemas para controlar el bote y superar a sus pares, intentó darle la réplica pero, como el americano iba de tres en tres y el navarro de dos en dos, las diferencias se dispararon (29 – 35). El partido no se rompió en ese momento porque la superioridad de Smits sobre Paul al poste, la fontanería de Oliver Stevic y la muñeca de David Wear volvieron a conectar el circuito: abierta la vía del aro los naranjas comenzaron también a apretar en defensa (gran tapón a dos manos de Llorca a Mallet) y de esa forma, al descanso, el marcador incluso les favorecía (45 – 42).

El camino estaba claro, porque para este Fuenlabrada no hay otro camino. Y por eso quizá la cara de Cuspinera reflejaba descontento al final del partido, porque sus pupilos no supieron verlo. Volviendo a las andadas, la defensa comenzó a dejar huecos, esta vez interiores, a los verdinegros, haciéndose Rakovic el amo de la zona con ocho puntos consecutivos que igualaban el marcador. Mientras los balones fuenlabreños entraron, todo fue bien; sustituyendo a Sobin que no había podido con la mole de Rakovic, Stevic sacó a su compatriota la cuarta falta, Wear volvía a notar desde el perímetro… Pero cuando se cerró el aro, fundamentalmente porque se perdía el balón antes de intentar siquiera el tiro, nadie conseguía recuperar atrás lo perdido delante. Renacida la estrella de Brandon Paul, Sergi Vidal remachó los golpes de su compañero ante un Montakit Fuenlabrada que, como un boxeador sonado, solo buscaba que sonara la campana que le salvara del K.O. (53 – 65).

(Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada) La chanson de Rolands

(Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada)
La chanson de Rolands

El último asalto se abrió con una ráfaga de viento letón, reivindicando Rolands Smits su sitio en la élite endosando a los visitantes un parcial de 6 – 0. FIATC Joventut no se descompuso y, entregado a la veteranía de Vidal, devolvió con creces el parcial desde la línea de tres puntos. La remontada parecía un espejismo (66 – 79), pero ese espejismo era un paisaje reconocible para el Montakit Fuenlabrada 2015/2016. Tras un tiempo muerto, los naranjas volvieron a atacar con fiereza el rebote ofensivo, Smits continuó su exhibición, el renqueante Tabu se reencontró con el acierto desde el perímetro, y Urtasun abrió huecos imposibles entre los defensores para encestar o sacar tiros libres. Conectados los vasos comunicantes la Penya, desarbolada interiormente por las faltas de Drame y Rakovic, era incapaz de encontrar huecos en el perímetro entre el bosque de manos defensoras, consiguiendo solo dos puntos en esos casi seis minutos que restaban hasta el bocinazo final. Un segundo antes del mismo, Tabu penetró y dobló el balón a un abierto Álex Llorca, que no pudo embocar el tiro decisivo (80 – 81). Quien juega con fuego a veces se quema y, por eso, la cara de Cuspinera, espejo del alma, reflejaba entre líneas la frustración que la del jugador catalán mostraba a las claras entre los brazos de Popovic.

De oficio, ganar

Un clavo saca otro clavo, lo semejante llama a lo semejante, y la victoria trae victorias. Remontando un mal partido, Montakit Fuenlabrada consiguió en la segunda prórroga asaltar el Fontes do Sar 95 – 100 [Foto portada: ACB Photo / J.Marqués]

De oficio, ganar
Theobald Philips

(Foto: ACB Photo / J.Marqués) Gran partido de Benzius... durante 37'30"

(Foto: ACB Photo / J.Marqués)
Gran partido de Benzius… durante 37’30»

Cuando año tras año sale la marmota Phil y vemos como los equipos llamados a ser alternativa en nuestro baloncesto no llegan a cristalizar la expectativa, más allá de la consabida (y fundamental, sin duda) diferencia de presupuestos, a mi mente acude la idea del oficio. Que, para los grandes, su profesión es ganar, y no solo tienen las herramientas mentales para hacerlo cuando la olla tiene más presión sino que, durante el largo camino de la temporada regular, a pesar de dejarse algunos pelos en la gatera van a la oficina a ello y, al final, están siempre en lo más alto de la clasificación porque consiguen victorias aunque jueguen mal. Y ese es el oficio que -a nivel F.P., digamos, en su liga- parece que está aprendiendo Montakit Fuenlabrada en sus partidos fuera de casa en la segunda vuelta: permitirse el «lujo» de jugar mal y volver a casa cantando «Mi gran noche».

La puesta en escena en Santiago no pudo ser más penosa para los pupilos de Cuspinera, permitiendo a Río Natura Monbus más bandejas que en una película de Emma Thompson y/o Keira Knightley adaptando una novela victoriana. 7/8 de 2 puntos, y muchos tiros libres provocados por las tardías ayudas defensivas, fue el bagaje de los gallegos en el arranque de partido, con Caloiaro y Bendzius como verdaderos estiletes. En el ataque del equipo madrileño, sin los robos en la primera línea de defensa no pudieron verse estampidas de Ivan Paunic y, como la presión de saque de fondo y las defensas alternativas ordenadas por Moncho Fernández cortocircuitaban la circulación de balón, se sufrían muchas pérdidas. Fuenlabrada lo pasaba mal, y solo los flashes de la acertada muñeca desde más allá del 6,75 de sus dos jugadores de color le permitían estar en el partido (26 – 21). Sin Popovic, y con Urtasun extrañamente nervioso, no era una demasiado mala noticia.

La defensa era el único modo de remontar el partido, y los naranjas lo consiguieron a rachas: cuando el culo bajaba y los gallegos ya no podían servir el té en bandejas de plata y tacitas de porcelana el ataque, fundamentalmente encomendado a la estrambótica muñeca de Ernest Scott, conseguía apretar el tanteo (33 – 30, minuto 15). Pero entonces se volvía a las andadas y el juego de Obradoiro, bien dirigido por Pozas y culminado por Bendzius y Yusta, mantenía sus porcentajes en unos estratosféricos 13/15 2p y 5/10 3p. La línea de tres puntos ya no era un recurso para Fuenlabrada, sino una barrera infranqueable de manos gallegas que provocaban una circulación naranja en constante C, con tiros precipitados y sin posición, sin dibujar ni una sola M por la extraña ausencia, durante los segundos diez minutos, de las balcánicas amenazas de Sobin y Stevic en la pintura. El esfuerzo reboteador de Chema González en el tablero obradoirista, encomiable, era un fastidio pero no una amenaza.

(Foto: ACB Photo / J.Marqués) ¿Tapón de Stevic o manotazo a tablero? Moncho expulsado

(Foto: ACB Photo / J.Marqués)
¿Tapón de Stevic o manotazo a tablero? Moncho expulsado

El 47 – 39 del descanso se convirtió, en el minuto 30, en un 66 – 59 con un guión muy similar. Obradoiro no dejando correr a Fuenlabrada y ganando fácil la espalda de la pasiva defensa, y arreones de acierto de los naranjas basados en el acierto exterior de Scott y Tabu, esta vez favorecidos en su labor francotiradora por la brega de Josip Sobin en la pintura, que impedía las ayudas exteriores que los hombres altos de Río Natura Monbus habían podido prestar en los dos primeros cuartos. Pero no era suficiente, pues por los agujeros defensivos Bendzius hacía olvidar la lumbalgia de Waczynski, Haws y Brown despertaban, Pozas amargaba la vida a los bases visitantes y dominaba el ritmo, y a falta de unos dos minutos y medio para que terminara el partido el Obradoiro ganaba por un contundente 74 – 62. Sin embargo, cuando todo parecía perdido para Fuenlabrada, que ni siquiera en los tiros libres conseguía un alivio, a la salida del tiempo muerto que se vio obligado a pedir Cuspinera Ernest Scott endosó a Río Natura un 0 – 5, y las rodillas locales empezaron a temblar ligeramente. Tabu siguió una vez más la estela de su compañero y, cuando menos lo esperaban los aficionados gallegos, el luminoso por primera vez en mucho tiempo fue un espejo, mostrando un 76 a cada lado.

Se abrió el primer periodo extra, que Paunic se echó a la espalda tranquilamente con todo un repertorio de canastas que Obradoiro solo podía contestar a base de los tiros libres que la agresividad de Santi Yusta sacaba penetrando. La estrella de Bendzius se había apagado, la ubicuidad de Caloiaro ya no encontraba su lugar, Waczynski no podía, físicamente, acudir al rescate. Una corbata, más de clown que de Hermès, en el triple final de Ricardo Úriz (magnífico en estos minutos finales, con Tabu habiendo cometido la quinta), concedió a los gallegos un respiro de cinco minutos más pero, en ellos, los tiros libres del canterano madridista no fueron suficientes para contrarrestar la letal muñeca de Ivan el Terrible. Montakit Fuenlabrada, definitivamente, se apuntaba al oficio de ganar.

De poder a poder

Lucha de poder a poder entre Montakit Fuenlabrada y un Valencia Basket que, entre sudores, pudo conservar el liderato [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

De poder a poder
Theobald Philips

Foto: alba Pacheco / EnCancha.com

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

El baloncesto espectacular no son solo los fuegos artificiales. También es el bajar a la mina y fajarse, dura pero limpiamente, equilibrando con sudor y esfuerzo el talento del rival. No es la defensa, no, la que mata el baloncesto, sino el yo-yó, el jugar al ralentí y minimizar el número de posesiones y la paciencia del espectador que, casi saltándose de deporte, acaba por tener ganas de gritar «árbitro, pasividad» como si de balonmano se tratase. Otra cosa distinta a eso es el espectáculo defensivo que ofrecieron el domingo Montakit Fuenlabrada y Valencia Basket, el de intentar incisivamente el ataque o circular primorosamente el balón pero sin que ello logre encontrar una posición liberada porque los rivales se relevan en el esfuerzo, saltan, siguen a su par y no dejan que la muñeca se arme limpiamente. Donde las piernas son el motor del abotargamiento en ataque y las manos, principalmente, se usan para cortar imaginarias líneas de pase, desviar balones cerrando de un portazo las puertas atrás o poner al aro un tapón de corcho. Una delicia ver una defensa buena en la que la media de faltas de ambos equipos ronda las escasas 5 por cuarto, casi sin llegar al bonus pero sin que eso suponga la pérdida de ni un ápice de agresividad.

Así fue el arranque del duelo anaranjado, con Úriz echando el aliento en el moño de Antoine Diot hasta robarle tres balones, provocando las primeras ventajas locales (5 – 9), y con Hamilton y Sikma, principalmente, luciendo posición, ambición y centímetros para colocar hasta 4 tapones a rivales que se creían ya liberados debajo del aro. Un marcador bajo pero provocado, trabajado gota a gota por los dos equipos, que veían desesperados como no bastaba terminar los sistemas porque al hacerlo no se conseguía el objetivo soñado. En el caso del Valencia, porque solo la solidez desde todas las posiciones de Justin Hamilton conseguía horadar el solidario esfuerzo de los de Cuspinera. En el del Montakit, amilanado por la superioridad física de la plantilla taronja (a pesar de la baja de Dubljevic), al intentar con poco acierto hacer uso de su mejor arma, el tiro exterior, pero en ataques siempre de cara al aro ya que era imposible librarse de la telaraña rival. De hecho, sus primeros triples (Ivan Paunic y Marko Popovic) se produjeron en el último tramo del cuarto, cuando el balón llegó al centro de la zona y Chema González se dedicó a volver a sacarlo para, por fin, que sus fusileros estuvieran solos.

En el segundo cuarto, después de que Fuenlabrada voltease con cuatro puntos consecutivos lo que el postrero triple de Shurna había desnivelado (19 – 18), Pedro Martínez se decidió por intentar romper la igualdad sacando un quinteto en el que todos amenazaban desde el 6,75 y Justin Hamilton, además, percutía en la pintura. Sin embargo, las piernas de los defensores llegaban a hacer que los extra-pass de la magnífica circulación de balón no llegase a buen puerto, para que el partido no se rompiera. Scott, la importancia de llamarse Ernesto, el norteamericano del tiro estrambótico (casi comparable en su extrañeza al de John Shurna), se convirtió en el héroe ofensivo de Fuenlabrada comenzando su racha anotadora que finalizó con un 6/7 en tiros de tres puntos después de los 40 minutos. Mientras, el fontanero Stevic volvía a convertirse en un baluarte defensivo, haciendo de la provocación de faltas en ataque un arte y aportando esta vez, además, 8 puntos en ataque que encendieron las gradas al traducirse para los suyos en una ligera de ventaja. Pero, Cultura del Esfuerzo, Sikma desde lejos y Hamilton desde la pintura hicieron inútiles los 20 minutos anteriores a efectos de marcador (37 – 37), dejando un nuevo partido para la segunda parte.

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

Justin Hamilton retornó a la cancha dispuesto a dar una definición práctica de lo que es un all around player: con un triple, un tiro de dos y dos asistencias a Luke Sikma, obligó a Jota a pedir un tiempo muerto (42 – 46). Los suyos volvieron centrados, con Tabu como estilete sobre todo después de que, en el minuto 5, peleando un balón en defensa para que no saliera de banda, Marko Popovic sufrió una lesión en la cara interna del muslo que le retiró del juego para no volver. El chocolate belga dinamitó el partido desde lejos, ayudado por el inefable Scott, haciendo que a falta de 2 minutos para el tercer descanso el Montakit Fuenlabrada mandara en el luminoso (56 – 53). En esos 120 segundos, con Shurna muy preciso y, sobre todo, con Fernando San Emeterio teniendo mucha presencia en el juego (reversito, uno, dos, tabla y dentro, ya saben; un día más en la oficina), los pupilos de Pedro Martínez castigaron las excesivas pérdidas de balón del Fuenlabrada que empezaba ya a notar la ausencia del efecto sosegante que tiene su escolta de Zadar (58 – 63).

En el postrer cuarto del partido, Montakit aún intentó volver a liarla, apretando en defensa y dándosela a Scott en ataque (61 – 63), pero la veteranía y calidad de San Eme, más una inesperada fiereza de Shurna que en vez de quedarse en la esquina atacó varias veces el aro, sacando provechosos 2+1, enfriaron los ánimos locales. Urtasun, extrañamente nervioso, combinando acciones de mucho mérito con manos de mantequilla en momentos importantes, no era esta vez el bálsamo que otras veces ha sido, debiendo ser Ernest Scott y Jonatan Tabu los que tiraran del carro. Aún así, había partido pues los líderes de la Liga Endesa nunca llegaron a irse de más de 6 puntos. Sin embargo, al contrario que todos los demás finales apretados que se han vivido este año en Fuelabrada, cada vez que una buena defensa daba oportunidad de reducir la ventaja, un poco de mala suerte o una inoportuna pérdida hacían inútil el esfuerzo. Así, la distancia era pequeña pero suficiente en manos de dos veteranos como Fernando San Emeterio, inventándose un triple a base de recursos, y Rafa Martínez, muñeca de hielo desde el tiro libre, que acabaran sentenciando el 81 – 86 definitivo.

Valencia Basket, tras su pequeño bache (nunca tan pocas derrotas han estado tan mal colocadas como para hacer tanto daño), parece demostrar en la vuelta a la ACB que su solidez no era cosa de una racha. El equipo de Pedro Martínez tiene pinta de ir muy en serio hacia ser verdadera alternativa y solo falta que otra situación entre la espada y la pared, de la que esta vez salgan victoriosos, despeje las dudas que hayan podido dejar. En el caso de Fuenlabrada, alegra ver que no se han entregado al dolce far niente de lo conseguido, al halago de la Copa y las 12 victorias, habiendo interiorizado que tiene juego suficiente como para que la pequeña polis conquiste por méritos propios los playoff. Habrá que esperar a ver en qué queda la lesión de la metralleta Popovic, y como maneja el colectivo la situación en caso de que su líder en pista esté un tiempo de baja, especialmente los importantes partidos que se avecinan.

La interpretación de los sueños

Dinámicas positivas y negativas enfrentadas, el optimista Fuenlabrada derrotó 89 – 79 a un deprimido Unicaja Málaga [Foto portada: Alba Pacheco /EnCancha.com]

La interpretación de los sueños
Theobald Philips

Foto: Alba Pacheco /EnCancha.com

Foto: Alba Pacheco /EnCancha.com

– Está bien, señor P…, túmbese en el diván y cuénteme qué es lo que le pasa.
– No sé doctor, es algo extraño. Vengo de un año de grandes éxitos, en los que todo el mundo alababa lo bien que lo hacíamos, seguimos igual, trabajando duro, día a día, haciéndolo lo mejor que podemos pero, sin embargo, no conseguimos hacerlo bien. Se nos escapa de las manos, como en esos sueños…
– ¿Sueños? Cuénteme, señor P…, cuénteme esos sueños.
– Verá, empezamos el partido y es como si las piernas nos pesaran, como si fueran de granito. Intentamos seguir a nuestros rivales pero, estos, parecen volar delante de nosotros y, por mucho que lo intentemos, nos superan una y otra vez, penetrando como cuchillos hasta el mismo aro, dejando bandejas fáciles o devolviendo el balón al perímetro para machacarnos sin piedad. Por más que lo intentamos, es como si nos hubieran pegado los pies al suelo. No fallan una, y nosotros solo podemos verles cómo anotan una y otra vez.
– ¿No podría ser un muestra de apatía, de cansancio, señor P…?
– No, doctor, es extraño, porque no nos rendimos. Aunque veamos penetrar a esos rayos naranjas -especialmente uno montado en un caballo desbocado y llevando una bandera serbia-, aunque nos bombardeen a triples, seguimos esforzándonos. Y, en ataque, las piernas parecen no pesar, saltamos como canguros y cogemos una y otra vez los rebotes ofensivos, enmendando nuestros errores y consiguiendo un poco de alivio. Es muy extraño.
– Entonces ¿desaparece la opresión?
– No, la sensación vuelve una y otra vez. Nuestros pies clavados al suelo en defensa, y de repente el rival que parece infalible pero que no consigue irse del todo porque nosotros cogemos muchos rebotes en ataque. Presionamos a todo el campo, subimos la intensidad, hacemos falta…pero nada, miramos el marcador y seguimos detrás. Incluso al llegar al descanso nos han ampliado a 15 puntos la ventaja que en el primer cuarto era de solo 9. Es correr y correr para no moverse del sitio; muy angustioso.

Foto: Alba Pacheco /EnCancha.com

Foto: Alba Pacheco /EnCancha.com


– ¿Y entonces se despierta?
– No, el sueño va a peor. Un tipo delgado y larguirucho que se parece a Lucky Luke se lía a dispararnos su revólver desde lejos, algunos de esos disparos haciendo hasta dos o tres corbatas. Ya no es que estemos cerca y no podamos alcanzarles, es que juegan muy fácil, borrándonos del mapa. Se van de 20, 25, qué se yo… Grito e intentamos juntarnos con todas nuestras fuerzas, romperles el ritmo, que pierdan balones, que no lleguen a tirar. Parece que lo conseguimos, que por fin el agua no nos llega al cuello pero, a la hora de la verdad, cuando volvemos a mirar el marcador…seguimos de 11 abajo. Da igual que les metamos un 3 – 19 de parcial, seguimos otra vez como al principio…
– Muy extraño, señor P…
– Sí, pero ahí no acaba la cosa. Al final, cuando parecía que estábamos más ligeros, que con defensa y balones interiores podríamos solventar el partido, aparece un tipo bajito y con cara de mala leche. Es como el enanito Gruñón moviéndose aquí y allá; pero da igual donde se encuentre, se levanta y las mete desde cualquier sitio, esté solo o tenga un tío encima de la chepa. Pim, pam, pum, Gruñón otra vez, haciendo que se nos vaya la cosa de las manos. Otra vez la amenaza de ridículo, otra vez esforzarnos y correr…para acabar de despertarme cuando, con horror, volví a ver…que habíamos perdido de 10. Como si no hubiéramos hecho nada.
– Un jinete serbio desbocado, Lucky Luke, el enanito Gruñón, sin duda significa algo, señor P… ¿algo más que le llamara la atención?
– Bueno, al final, justo cuando estaba a punto de despertarme, apareció también de repente un jovenzuelo inesperado…
– Sin duda es un caso perdido para este domingo, señor P… pero seguiremos trabajando en las próximas sesiones. No se preocupe, tiene cura. El señor C… mi próximo paciente, estaba este verano con una sensación muy similar a la suya y, ahora mismo, plenamente curado, voy a darle el alta para que vaya a disfrutar unos días a La Coruña. Hasta pronto, señor P…

Reality bites (Bocados de realidad)

Tras una semana de celebrar ensoñaciones coperas, Montakit Fuenlabrada tuvo que comerse un bocado de realidad para, sudando tinta china, ganar al colista RETAbet.es GBC (94 – 82) [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

Reality bites (Bocados de realidad)
Theobald Philips

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

Es muy difícil tener los pies en el suelo cuando todo el mundo te halaga, cuando no hay equipo -por muy bueno que sea y mucho (todo) que haya ganado- que no hinque la rodilla en tu casa, cuando no hay parcial imposible en contra que no seas capaz de remontar para conseguir hacer carne la letra de una canción que nació en una grada soñadora. Es muy difícil volver a la realidad cuando se vive un sueño, pero la realidad es tozuda tortuga que te acaba alcanzando por mucho que vueles y, cuando te alcanza, muerde. Muerde como el RETAbet.es de Porfirio Fisac, que vive plantado en la realidad, casi ahogado por ella, viendo como las fechas pasan y la mejoría de su juego no termina de traducirse en paralelo ascenso en la clasificación.

Bocados de realidad que los guipuzcoanos dieron a los fuenlabreños, empeñados en gustarse en unos contra uno en ataque para resolver por su cuenta, en vez de circular el balón hasta la obtener la posición más ventajosa, en mirar solo hacia delante y no hablarse cuando tocaba cerrar el aro propio, para desesperación de un Popovic que, en sendas broncas a los suyos en una jugada de ataque y otra de defensa, les recordaba que solo la solidaridad podría volver a poner la aguja de la gramola en el disco de Raphael. Montakit Fuenlabrada, perdido en un 17% de triples, sin atacar como suele el rebote ofensivo (engañosos 4, que fueron en una misma jugada) y sin recuperar en defensa como manda su canon de trabajo, recibió en el primer cuarto un 15-19 de parcial que le bajó los humos de ser campeón de Europa para encontrarse con el mordisco cruel de la realidad de que su destino, hasta que las matemáticas no muestren y demuestren lo contrario, es luchar por la permanencia.

Despertados de su sueño, los naranjas recuperaron el orden y el concierto. Ya saben, juntar los escudos y mantener la formación, atacar a partir de su defensa. Tabu empezó la silenciosa exhibición que casi nadie ha destacado (máximo reboteador del equipo, por ejemplo) y Smits y Llorca aportaron el joven colágeno de sus rodillas para que cada vez fuera más difícil que GBC pudiera conseguir tiros fáciles. En menos de tres minutos el Fuenla endosó un 9-0 a sus rivales, la camiseta local parecía otra vez verde en vez de gris-naranja, y Fisac tuvo que pedir un tiempo muerto para no volver a la playa de La Concha con un cerro de puntos en la bolsa. No pareció surtir efecto el parón pues, con el Urtasun de casa desatado y Ricardo Úriz dando un solvente descanso a Tabu, la diferencia llegó a rondar la decena (34-25).

(Foto: alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: alba Pacheco / EnCancha.com)

Pero GBC apretó los dientes y mordió fuerte. Un nuevo bocado a la realidad de Fuenlabrada, que no puede olvidar que puede ganar a cualquiera, sí, pero también perder con cualquiera. La presión defensiva de RETAbet.es, unida al despertar de Vrkic y a que la movilidad de Landry hacía más daño que la contundencia de Doblas, hizo que ambos lados del luminoso volvieran a copiarse, sin que el restablecimiento de su quinteto inicial por parte de Jota consiguiera invertir la tendencia (40-39).

Sí, la realidad se imponía a ambos equipos: estos era un duelo de poder a poder, uno de esos encuentros de “nuestra liga”, que se dice, y habría que emplearse a fondo si se quería ganar. Con Doblas percutiendo a un extrañamente ahogado Josip Sobin (solo 4’ en el primer tiempo, su primera canasta en el minuto 24 de partido), y Paunic y compañía enfrente, ensayando el tiro al blanco. Cuando a mitad del tercer cuarto nada había cambiado, cada equipo volvió a encontrarse con su realidad: Fuenlabrada, la de la concentración y la dinámica positiva, GBC la del ansia y el nerviosismo. En sendas técnicas, una a cada equipo, los de Cuspinera consiguieron un +5, ya que los visitantes no solo fallaron el tiro libre de la suya, sino que además tras el saque de banda Paunic les robó el balón y encestó una de sus cabalgadas. El 51-49 se había convertido en 56-49, que se estiró hasta un 62-51 antes de que Porfirio pudiera parar el reloj y llamar a los suyos. Del tiempo muerto volvió RETAbet.es más centrado, dejando de forzar canastas imposibles y recuperando sensaciones; solo les tembló la mano desde el tiro libre, fallando 4 en este tramo decisivo que les habría permitido terminar el cuarto empatados (65-61).

La realidad, la dura realidad, es que tocaba a ambos equipos arremangarse la camiseta sin mangas, pues aun había partido. Vrkic y Landry se empeñaron en cambiar el destino a pesar de la oposición de Urtasun y, tirando de los suyos, consiguieron igualar una vez más el marcador a 71. Pero ahí chocaron con su propio bocado de realidad, la de un equipo fuenlabreño que ha crecido este año sacando petróleo de los finales apretados. La memoria de lo que vivimos forma la realidad de lo que hacemos y eso hizo que, mientras los ojos del GBC miraban los tiros a ver si entraban, Montakit Fuenlabrada mostrase confianza en que la bola entraría, teniendo además al pequeño demonio belga para, en sorprendentes rebotes ofensivos entre gigantes, enmendar los posibles errores. Poco a poco, la realidad de la diferencia clasificatoria se tradujo en diferencia de juego y, esta, a su vez, en diferencia de puntos. Mientras los azules se perdían en pasos, faltas en ataque y alguna técnica, el estratego Popovic impuso su calidad para evitar sobresaltos y el partido, con un tiro libre llegado del futuro (Víctor Moreno), mordió la realidad de un 94-82. Otra gran noche.

Un día nada más

Aferrado a la idea de sí mismo, Montakit Fuenlabrada batió por un día a un endeble equipo blanco (91 – 85)
[Foto portada: Amador Vicente / Baloncesto Fuenlabrada]

Un día nada más
Theobald Philips

In memoriam, loving the alien

(Foto: Amador Vicente / Baloncesto Fuenlabrada)

(Foto: Amador Vicente / Baloncesto Fuenlabrada)

So come on, come on
we’ve really got a good thing going
Well come on, well come on
If you think we’re gonna make it
You better hang on to yourself

(«Hang on to yourself», David Bowie)

Jota Cuspinera lo tenía claro desde la misma rueda de prensa de la dolorosa derrota en Murcia: Montakit Fuenlabrada tenía que volver a ser él mismo, recuperar su solidaria condición de equipo si quería mantener la buena racha y que la grada siguiese alucinando en la fantasía lunar de llegar a la Copa. El Madrid, por su parte, se presentaba en el Fernando Martín después de una solvente faena de aliño ante el Zalgiris en la que sus pívots se habían mostrando como unos terroríficos monstruos ante una pintura no demasiado intimidante, con la consigna de seguir apuntalando la mejoría en su juego y recuperar para la causa a algunos de los integrantes de su plantilla, como el sorpresivo titular Willy Hernangómez. Juego interior hasta de los exteriores blancos (el primer tiro sin pisar la zona fue en el 6’35»), con K.C. Rivers jugando con la mano izquierda y llevando hasta el final a Marko Popovic, gracias a su superioridad física. Pero el aliento de la grada hizo que la ventaja blanca (5-10) no fuese a más; que, como en la canción, el equipo con dos tonos de verde recordara lo bien que podía hacerlo, que se aferrara a sus principios esenciales para moverse como tigres en vaselina en defensa y, alternando en ataque los balones a un Sobin que puso en evidencia al 41 madridista con un descomunal acierto desde la línea de 3, igualar el luminoso a 22 cuando sonó la primera bocina.

The return of the Thin White Duke
throwing darts
in lovers’ eyes,
The return of the Thin White Duke,
making sure white stains

(«Station to Station», David Bowie)

Para salir del laberinto, Pablo Laso puso en pista a la columna vertebral de su equipo. Con ellos, subió la intensidad defensiva y (zona 3-2 mediante), se desconcertó a los tiradores fuenlabreños. Chacho se puso los zapatos de gala y animó a los suyos a bailar, Jaycee Carroll y Chapu Nocioni desde el 6,75 lanzaron dardos a los ojos fuenlabreños y el cada vez más imprescindible Gustavo Ayón, rompiendo los cristales una y otra vez en la zona, castigó sin piedad a un absoluto principante como Chema González. La igualdad se rompió en una abrir y cerrar de ojos y solo la efectiva tenacidad de Ricardo Úriz, con oportunos triples, hizo que la diferencia no fuese inabarcable: 7 puntos que daban la vida, 7 puntos que podían significar la muerte. Pero el inaplazable descanso del mago de La Laguna hizo que la fluidez del juego del Madrid suspirara, con Doncic el Chico Maravilla al mando, dejando de de adquirir ventajas en la transición y las canastas fáciles que de ello se deriva. Fuenlabrada, con Stevic haciendo un duro trabajo en defensa y todos los francotiradores (Llorca incluido) con la mano suelta, se dió cuenta de que el tiempo no esperaba y era el momento de ponerse las pilas (47 – 49)

Time and again I tell myself
I’ll stay clean tonight
But the little green wheels are following me
Oh, no, not again

(«Ashes to ashes», David Bowie)

El tercer cuarto empezó con Josip Sobin dominando a un Ndour que había adelantado a Hernangómez en la rotación. El croata con sus ganchos derretía desde dentro el muñeco de nieve de los pívots blancos (los primeros puntos de Reyes, en el minuto 25′) mientras, desde fuera, los triples de David Wear y Marko Popovic y la intensidad penetradora de Ivan Paunic, apagaban con gasolina el fuego de la crisis de juego madridista. Las tornas se habían vuelto y Pablo Laso veía que su equipo volvía a viejos tics como descentrarse en protestas arbitrales, con técnica a Carroll incluida, y que la intensidad de la pequeña maquinaria verde le perseguía, echando cenizas sobre cenizas en forma de pérdidas de balón (hasta 10 en este cuarto, para 20 totales). Los rebeldes fuenlabreños, aupados por su público (toda la gente anónima, todo el que es alguien era necesario para ello) ganaban al campeón de Europa 68 – 62.

You love bands when they’re playing hard
You want more and you want it fast

(«Rebel rebel», David Bowie)

En el último cuarto a los locales les tocaba apretar los dientes, pues el Real Madrid tiró del hormigón armado de Nocioni y Jonas Maciulis, logrando que el acercamiento ocurriera en el exterior, al haber olvidado el equipo inexplicablemente a un Ayón que había dominado el juego mientras estuvo en cancha, y la ventaja interior de K.C. Rivers sobre Popovic que tan buenos resultados les había dado en en el inicio. Bastó un balón en este sentido al zurdo de Charlotte para que Jota hiciera un c-c-c-c-cambio, dejando que fuera Paunic quien igualara la lucha al poste. Sobreponiéndose al cansancio y al hecho de que el Madrid lograra adelantarse en el marcador, Fuenlabrada siguió queriendo más, y más fuerte, sin bajar los brazos, los chicos siguieron trabajando consiguiendo importantes rebotes ofensivos que solventaron los fallos. En una entrada a 14″ del final, Popovic lanzó una llamada de socorro en forma de pase a un hasta entonces desacertado Álex Urtasun, que dió agua a los suyos embocando un triple que a la postre resultó definitivo (86 – 85).

Tras el oportuno tiempo muerto visitante, en el subsiguiente saque de banda el inmutable Rivers, agobiado por la actividad defensiva que hacía correr el tiempo, perdió los nervios (y la posesión) haciendo al árbitro el gesto de pedir tiempo muerto. Al Madrid, que para entonces ni siquiera había llegado a bonus, le encontró la muerte en la niebla de las faltas y tiros libres que siguieron hasta el heroico 91 – 85 final. En Fuenlabrada fueron héroes, un día nada más.

We can beat them, for ever and ever
Oh we can be Heroes,
just for one day

(«Heroes», David Bowie»)

Ficha técnica, ruedas de prensa y una crónica de verdad 😉 por @ezequieldcosta en Área 18

Estadística Oficial ACB

Playlist (canciones de David Bowie escondidas en el texto, por orden de aparición):

1. «Loving the alien».
2. «Moonage Daydream».
3. «Scary Monsters».
4. «Ziggy Stardust».
5. «Hang on to yourself».
6. «Underground».
7. «Let’s Dance».
8. «Station to station».
9. «Breaking glass».
10. «Absolute beginners».
11. «Seven».
12. «Aladdin Sane».
13. «Time».
14. «This is not America».
15. «Cat people (putting out fire)».
16. «Ashes to ashes».
17. «Five years».
18. «Outside».
19. «Changes».
20. «Rebel, rebel».
21. «Boys keep swinging».
22. «Glass spider».
23. «Diamond dogs».
24. «Heroes».
Bonus track (homenaje adicional):
25. «Héroes», Parálisis Permanente.