El sueño eterno

No es la victoria, es el esfuerzo. Montakit Fuenlabrada cayó ante el FC Barcelona Lassa (68 – 84), pero redondeando su temporada de ensueño al recuperar sus señas de identidad [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

El sueño eterno
Theobald Philips

“Dormías sencillamente el sueño eterno sin que te importara la manera cruel que tuviste de morir”
(Raymond Chandler – El sueño eterno)

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

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Las nubes cabalgaban sobre Greece Boulevard haciendo que los pálidos rayos de un mortecino sol de primavera, mientras unas dispersas gotas de lluvia ensuciaban los parabrisas de los coches, encendiesen y apagasen intermitentemente la imponente mole del centro comercial. Envuelto por la extraña algarabía de gritos y bombos que salía de las empinadas laderas que rodeaban, formando un cráter, la iluminada fábrica de sueños donde tantas glorias y alegrías había vivido, con ojos muy abiertos de parpadeo esporádico, el detective paseaba nerviosamente su estridente gabardina naranja, arriba y abajo, intentando resolver de forma satisfactoria aquel difícil caso que el azar había puesto en sus manos.

Desde que su orondo cliente y el atildado ex policía que le servía de ayudante le hubieran encargado sorpresivamente la investigación, había seguido las pistas con denuedo y esfuerzo hasta conseguir reunir suficientes pruebas como para atrapar definitivamente al que, desde un primer momento, su avezado olfato de sabueso había identificado como sospechoso principal. Y el caso habría terminado allí, entre parabienes de todo el mundo por la captura si, una noche, mientras disfrutaba del fruto de su trabajo tomando una copa a orillas del Atlántico, no hubiera descubierto que detrás había algo que no podía imaginar, que el criminal al que realmente debía cazar era de más altos vuelos, tantos que parecían sobrepasar con mucho el tamaño de su pequeña agencia. A partir de ese instante se había empleado afanosamente en seguir las huellas del esquivo objetivo hasta que, cuando ya parecía estar a punto de encarcelarle, cansado mental y físicamente, había perdido completamente el rastro en sus últimas pesquisas. Y justo cuando el dulzor del éxito inicial amenazaba con amargarse con el fracaso postrero, un soplo que, a última hora, le dio un confidente que ejercía de sastre en Zaragoza, volvió a dar al detective la oportunidad de cumplir su sueño.

Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com

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Intentando dar carpetazo al asunto entró al bar, arrastrando los pies como si todavía le durase la resaca de la paliza que se había llevado en su primer viaje a aquella inhóspita tierra donde todo era ganar o morir, viendo contestadas sus primeras preguntas por un despiadado sicario checo con cara de niño y cejas de gnomo de los bosques que le cerró el paso con contundentes evasivas que dejaban a las claras que, a aquellas alturas, los curiosos no eran bien recibidos. Cualquier otro hubiera desistido pero el detective, echando mano de sus gastadas agallas, no se dejó amilanar y, recordando otra vez los buenos tiempos de lucha en las calles, armado con aquel pequeño revólver que había comprado en Croacia arrinconó por sorpresa a los posibles testigos tratando de sacarles a golpes toda la información que pudo. Pero aunque en aquella lucha entre el ratón y el gato la sirena del puerto rompió la medianoche sin que el detective hubiera perdido el equilibrio, la investigación no pudo ir más allá. Al día siguiente, los periódicos gritaron en titulares que en el malecón había sido encontrado un cadáver acribillado a balazos, con los ojos muy abiertos y una estridente gabardina naranja, apuntando las sospechas de la policía hacia un conocido pistolero de origen checo que, con un elegante abrigo de ante sobre los hombros, había sido visto en los alrededores.

Las evidentes muestras de lucha que había en el escenario del crimen dejaban bien patente que el detective había presentado batalla hasta el final. Y la sonrisa que tenía el cuerpo inerte contaba que, volviendo a ser él mismo, muriendo como había vivido, había logrado cumplir su sueño. El sueño eterno.