Tiempo de cambios (1ª parte)

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¿Puede competir el baloncesto en su (desigual) batalla con el fútbol? ¿Hasta qué punto es viable el baloncesto como negocio de primer orden? ¿Qué hay detrás de tanta ampliación de horarios de la Euroliga? Todas esas preguntas, ay alguna más, son dirimidas con lucidez y matices por Alejandro B. Cervera, en su estreno como colaborador Fiebre.

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Tiempo de cambios (1ª parte)

Alejandro B. Cervera

29.octubre.2011

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Nico Batum es una de las perlas que sazonan el arranque de una Euroliga tan cuajada de expectativas como de incertidumbres, en una temporada atípica, tanto por el caudal de jugadores NBA que han comenzado la competición como por las proyecciones que se esconden tras tanta dispersión horaria. Fuente de foto: nba.com


El pasado día 17 de Octubre dio comienzo la Euroliga 2011-12. Como viene siendo habitual en estos últimos años, el partido inaugural se disputó en Lunes, dejando el resto de la jornada para el Miércoles y Jueves. La segunda jornada, aunque solo fuera un partido, dio comienzo en Martes. Dejando, igualmente, el grueso de la jornada para el Miércoles y Jueves. Hasta ahí, todo se puede considerar medianamente normal. Pero, lo que ya no es tan normal, es lo comentado por el Sr. J. Bertomeu.


Este señor de forma disimulada y malintencionadamente intencionada ha dejado caer la posibilidad de que pueda haber partidos los Viernes. De forma sutil y como uno que no lo quiere la cosa esto se filtra, la noticia aparece en diferentes medios y la Euroliga ya tiene los datos necesarios para estudiar y analizar la aceptación que podría tener este supuesto partido del Viernes.


Las conclusiones que se puede extraer de todo esto son muy simples. La Euroliga está estudiando todas las posibilidades habidas y por haber para no coincidir con el Futbol, concretamente con la Champions. La Champions se disputa en Martes y Miércoles, por eso lo más lógico y razonable, por parte de la Euroliga, sería pasar la jornada al Jueves y Viernes.


Esta, posiblemente sea la idea principal, pero sin olvidarse de que lo ideal y verdaderamente interesante sería adueñarse del fin de semana (que todo llegará, que nadie lo dude). Y si esto llegara a suceder, ¿Qué pasaría con las competiciones domesticas? Esta pregunta es ineludible y seguramente lo que de verdad importa y preocupa.


Esto, a ciencia cierta, importa tanto a los aficionados como poco a la Euroliga. Pues nunca ninguno de sus dirigentes ha negado, ni tan siquiera ha intentado disimular, que lo idóneo sería tener una Euroliga “cerrada” a imagen y semejanza de la NBA. Incluso el Sr. Bertomeu, sin ningún tipo de recato, lo dejaba entrever hace unos meses en diferentes medios.


En el supuesto especulativo de que esto pudiera llegar a pasar, los que realmente saldrían perdiendo serían las competiciones nacionales, los clubes modestos y algunos de los “grandes”. Esto está claro. Entonces, ¿Quién se beneficiaría?. Pues muy fácil, la Euroliga, los clubs poderosos y los aficionados.


Por tanto, sopesando los “pros” y “contras”, la balanza se decanta claramente hacia una Euroliga “cerrada”, con los mejores equipos del continente y con la disputa de las jornadas en el mejor horario y días posibles.


Esto que de inicio puede parecer una utopía, sería muy bien recibido por parte de una gran mayoría de los grandes equipos y principalmente por los que no disfrutan en lo domestico de ligas económica y deportivamente potentes.


Equipos como, por ejemplo, el Maccabi, O. Ljubijana, Partizan o Zalgiris ya participan en competiciones paralela y por tanto es más que probable que aceptaran  de muy buen grado tal propuesta. Incluso los grandes equipos griegos lo aceptarían sin dudarlo.


Y viendo esto, lo más lógico y normal es pensar que a los grandes equipos españoles, turcos e italianos (por no hablar de los equipos de ligas “menores” como la alemana, francesa, polaca o belga) no les quedaría más opción que sumarse a la aventura.


Esto, siendo realistas, sería un desastre para las competiciones nacionales y por extensión para muchos equipos. Pero, dejando de lado el romanticismo, hay muchas razones que nos abocan a ello, y principalmente una: la económica.


Continuará.

(Puedes leer más artículos de Alejandro B. Cervera en: distrito-21.blogspot.com)




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