Wilt Chamberlain, el devorador de récords

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La necesidad de trazar mitos es consustancial a todas las civilizaciones. ¿Pero qué ocurre si la leyenda está edificada con materiales de realidad? Óscar Cortina responde a la pregunta con el trazo que hace de Wilt Chamberlain, el pívot con más recursos ofensivos que ha jugado nunca en la NBA. El señor Chamberlain no era ningún prodigio defensivo y tampoco hacía muchos esfuerzos para ponerse de acuerdo con sus compañeros. Aspectos ambos en los que mejoró con el paso del tiempo. Pero donde siempre reinó este prodigio de Philadelphia fue cerca del aro. A la hora de anotar, no encontraba parangón. Un tipo que en su primer año en la NBA es escogido rookie del curso y MVP de la temporada, que en una temporada fue capaz de promediar 50’4 puntos por encuentro y durante toda su carrera profesional estuvo por encima de las 13 capturas por partido, sólo merece admiración. A esos rasgos, añadió mayor templanza, gracias a la cual contribuyó activamente a que los Phildelphia 76ers consiguiera el título de la NBA en 1967 y los Angeles Lakers hicieran lo propio en 1972. Chamberlain fue hombre hedonista, bravucón y apasionado, distinguido con múltiples habilidades, que desarrollaba dentro y fuera de las canchas, como nos relata Cortina con destreza singular.

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Wilt Chamberlain, el devorador de récords

Óscar Cortina

6.diciembre.2010

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Chamberlain tenía multiples talentos para el baloncesto: altura, tiro, salto, coordinación, bote, ambición…Todas ellos quedaron de relieve durante su etapa como jugador de los Harlem Globetrotters. Fuente de foto: Fred Palumbo, World Telegram staff photographer, Wikimedia Commons

 

Los números hablan por sí solos. Chamberlain mantiene en su haber 72 récords en la mejor liga de baloncesto del mundo, y alguno de ellos da la impresión de que seguirán inalcanzables hasta la eternidad. Con estas cifras no parece descabellado que pugne de igual a igual con otros mitos como Bill Rusell o Air Jordan para merecer la categoría de ‘mejor jugador de todos los tiempos’. Pero hablar de Goliat (uno de sus apodos más recurrentes) es hacerlo no sólo de uno de los más grandes deportistas de la historia, sino además de uno de los tipos más excepcionales que nos dejó el siglo XX.


Vivió con una intensidad difícilmente igualable, destrozando todas las barreras que el destino puso en su camino. Los 100 puntos que anotó ante los Knicks todavía se recuerdan con una mezcla de sorpresa y admiración. Él nunca tenía suficiente, por eso no conquistaba los récords, sino que directamente los devoraba.


Wilt Norman Chamberlain nació el 21 de agosto de 1936 en Philadelphia, ciudad donde se vivió con gran intensidad el boom del Black Power en los años 60 (el 16 de octubre del 68 Tommie Smith levantaba su puño enguantado en el podio de los Juegos Olímpicos de México como reivindicación de los derechos de la raza negra), y que tomó a Wilt como gran referente.


No era para menos, Goliat era un superhombre en todos los sentidos. Combinó sus 216 centímetros con una rapidez propia de un velocista (llegó a correr los 400 metros en 49 segundos), la agilidad de un boxeador (se llegó a especular con un combate ante Ali, que lamentablemente para la prensa nunca llegó a realizarse) y un salto estratosférico (alcanzó los 6’70 metros en longitud y 1’98 en altura).

 


De esta portentosa combinación de habilidades sólo podía salir un titán en las canchas, y así fue. Chamberlain marcó unas diferencias con sus rivales nunca vistas, ni antes ni después, en la NBA. De ahí que acumulara marca tras marca en la NBA, sin que nadie hiciera sombra a su hercúlea figura.


Ya en su época estudiantil se vio que estaba muy por encima del resto. En la high-school anotó 90 puntos ante el Roxborough, militando en las filas del Philadelphia Oeste (que parece el comienzo de la canción de El príncipe de Bel-Air, ciudad por cierto donde falleció, pero que era el nombre de su equipo).


Ya en la Universidad de Kansas fue nombrado dos años como All-American, liderando a los Jayhawks, pero fue ahí donde comenzó su maldición. A sus descomunales registros particulares no le siguieron los colectivos, y aunque era el dominador de las canchas, el resto del equipo no estaba a su altura y nunca llegó a ganar el campeonato de la NCAA, perdiendo una final ante North Carolina por 81-80. Esa maldición le acompañó en su etapa como profesional, donde a pesar de erigirse como el mejor jugador de su época, sólo consiguió dos anillos de campeón.



Cansado ya de sus andanzas universitarias, quiso firmar un año antes de terminar la carrera con los Philadelphia Warriors, pero el reglamento se lo prohibió. Fue entonces cuando tomó la determinación de entrar en los míticos Harlem Globetrotters, formando una pareja colosal en la pintura con Meadowlark Lemon (los amantes de Futurama le recordarán en uno de sus episodios, donde se le llamaba por el apodo con el que se le conocía: Clown Prince). Puestos a rizar el rizo, e inmerso en el equipo donde realizar lo imposible era algo cotidiano, Chamberlain actuó durante muchos partidos como base, lo que además de provocar la risa y el delirio del público, le supuso a Wilt una notable mejora en el manejo del balón.


En 1959 comienza su andadura NBA con los Philadelphia Warriors, acumulando récords desde su primera temporada. Uno de los más llamativos es que sigue siendoel único jugador que ha ganado el Rookie del año y el MVP a la vez, promediando 37,6 puntos. Un par de años después llegó a la inigualable cifra de 50,4 puntos por temporada. A pesar de que sus números bajaron considerablemente en sus últimos años como profesional, terminó su carrera con un promedio de 30,06 puntos por partido, sólo superado por Jordan con 30,12.


Si nos ceñimos a los números podríamos rellenar varias páginas con sus estadísticas: único jugador en conseguir un triple-doble-doble (22 puntos, 25 rebotes y 21 asistencias ante los Pistons), anotó 50 puntos o más en 118 ocasiones, capturó 23.924 rebotes, con una media de 23 por partido.


Chamberlain lideró la liga en rebotes en 11 ocasiones, en porcentaje de tiros de campo en 9, y en anotación en 7… Y así un largo etcétera de logros que son tan inalcanzables, que él mismo es el único que se acerca a ellos. Es decir, que Wilt ostenta el primer (50,4), el segundo (44,8) y el tercer puesto (38,4) de puntos por temporada, por ejemplo. Y otra marca que me encanta: ha anotado 60 puntos o más en 32 partidos, más que la suma del resto de jugadores de toda la historia. Así de brutal era.


Si hay una fecha que marcó la trayectoria de este gigante es la 2 de marzo de 1962. Ese día destrozó todos los registros anotando 100 puntos contra los New York Knicks. Aunque la leyenda urbana cuenta que un hombre metió una vez un centenar de puntos en un partido, pero su equipo perdió (seguro que lo han oído alguna vez) lo cierto es que los Philadelphia Warriors de Chamberlain vencieron ese día por un claro 169-147 (¡¡¡¡sin prórrogas ni triples!!!!).



Wilt the Stilt (el mote de ‘zancudo’, que tan poco le gustaba) pudo anotar alguna canasta más, pero cuando a falta de 46 segundos llegó a la cifra redonda de los 100, el público invadió la cancha del Hersheypark Arena para celebrarlo. Ese día se había hecho historia. En la megafonía se escuchaba la voz del animador, Bill Campbell, gritando como un poseso: “Lo logró, lo logró”.


Pero si Superman tiene como talón de Aquiles la Kriptonita, lo que mató a Chamberlain fue el verde trébol de los Boston Celtics. Tanto con los Philadelphia Warriors (donde estuvo desde 1959 hasta 1962) como con los San Francisco Warriors (1962-1965) se topó con la franquicia de Massachusetts en las finales de conferencia. Se trataba del legendario equipo dirigido por Red Auerbach y liderado en la cancha por grandes genios como Sam Jones, John Havlicek o sobre todo Bill Rusell. Con este último mantuvo unas pugnas nunca vistas antes bajo los tableros. Rusell no estaba a la altura de los números de Wilt, pero se compenetraba a la perfección con sus compañeros. No se sabe qué habría pasado si ambos hubieran intercambiado equipos (quizá entonces nadie discutiera la hegemonía histórica de Chamberlain), pero lo que sabemos es que de los 10 títulos de la década de los 60, los Celtics se llevaron 9. El único campeonato que se les escapó fue en 1967, con Chamberlain ya en los Philadelphia 76ers. Allí Goliat coincidió con Billy CunninghamChet WalkerLuke Jackson, y de esa combinación surgió el primer anillo para The Big Dipper (otro de los motes frecuentes de Chamberlain).



Los últimos cinco años de su carrera los pasó en los Angeles Lakers, coincidiendo con Elgin Baylor,  Jerry WestGail Goodrich entre otros y siguiendo la estirpe de grandes pívots de la franquicia, que ya comenzó Mikan y siguieron Abdul-Jabbar o Shaquille o’Neal. Chamberlain tuvo que esperar hasta los 36 años para conseguir su segundo anillo, esta vez con los Knicks como rivales en la final. A pesar de tener la muñeca dañada consiguió 23 puntos y 29 rebotes en el último partido, siendo elegido MVP de las finales (a este galardón hay que sumar 4 MVP’s de temporadas regulares).


Un año más tarde Goliat colgó la camiseta… literalmente, ya que su número 13 fue retirado en cinco equipos distintos: San Francisco Warriors (después conocidos como Golden State), Globetrotters, Lakers, la Universidad de Kansas y los Philadelphia 76ers. ¿Lo adivinan? Sí, esto también es un récord. Sin embargo la vida pública de Wilt no se terminó con el baloncesto. Pasó a la gran pantalla como compañero de armas de Conan el Destructor (segunda parte de la saga en la que Schwarzenegger encarna el célebre personaje de Robert E. Howard).

Se mantuvo siempre cerca del deporte, practicando el voleibol, el fútbol americano (le gustaba alardear diciendo que se le daba mejor que el baloncesto y estuvo a punto de fichar por los Kansas City Chiefs) y llegó a correr maratones hasta poco antes de fallecer por un paro cardiaco a los 63 años, después de una vida tan intensa como singular. Poco antes de morir dijo “El día que alguien supere mis récords me podréis empezar a preguntar quién ha sido el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos”. Nadie se lo pudo preguntar.



Y con todo lo mencionado hasta ahora, hay una cifra que casi eclipsa el resto de números que inundan su carrera… y es que Chamberlain afirmó en su biografía A View from Above, de 1991, que se había acostado con… ¡¡¡más de 20.000 mujeres!!! Reconocía haber tenido relaciones todos los días de su vida con una o más chicas desde los 15 años.


Desde luego si se paran a pensarlo, y creen a pies juntillas a Wilt (creo que si hubo un hombre capaz de conseguir tamaña hazaña, fue él), comprenderán todavía mejor su apodo de Goliat. A muchas de estas chicas las conoció en la discoteca que abrió en Harlem, llamada Small Paradise (el nombre le vino que ni pintado para sus juergas nocturnas) donde The Big Dipper siguió consolidando su leyenda de icono del Black Power. ¡Ni Shaft molaba tanto como él! Como reza el texto que le describe en el Salón de la Fama desde 1979, fue un hombre “grande, fuerte, temible y determinado”. Para Wilt no había récord imposible, por eso los que él consiguió sí lo son.