Una selección para la eternidad

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Hay varios datos que explican la trascendencia de la medalla que han conseguido las pupilas de José Ignacio Hernández. El primero, constatar que España no lleva ni veinte años en la élite de este deporte (todo empezó con el quinto puesto de nuestra selección en los JJOO de Barcelona). El segundo, la entidad de las selecciones que han quedado por detrás de la selección española: Bielorrusia, Australia, Francia, Rusia y Corea. Es decir dos ex campeonas del mundo (Rusia y Australia) y nada menos que la vigente campeona de Europa, Francia. Asimismo, esta selección nos ha cautivado por la frescura de su juego, irreverente a ratos, y cargado de matices técnicos y tácticos. Por eso hemos creado ese crisol de caricaturas que ahora preside la página principal de fiebre. Y de ahí nace este artículo, para tributarles el reconocimiento que se han ganado.

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Una selección para la eternidad

Pedro Fernaud

11.octubre.2010

 

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EL GRUPO


El relato del campeonato. España ha realizado uno de los campeonatos más regulares que se recuerdan en nuestro baloncesto (el paradigma, ya sabéis, es aquella selección que, guiada por Pepu Hernández, conquistó el Mundial de Japón sin perder un solo partido). En la primera fase venció con facilidad a Malí, Corea y Brasil. La segunda fase fue algo más complicada. Se ganó con nitidez a Japón y frente a la República Checa (subcampeona mundial a la postre), el combinado de JI Hernández hizo el encuentro más completo del campeonato, para someterlas (en su propia casa!) por 20 puntos: 77-57. Después de esa exhibición, se estuvo a punto de doblar la apuesta de la excelencia y ganar a la todopoderosa Rusia. No pudo ser. Becky Hammon es alguien en este negocio.


Luego, en cuartos de final, la selección compitió atenazada frente a Francia pero se aferró a un faro llamado Amaya Valdemoro para forzar la prórroga y acabar ganando el partido. En semifinales, lesionadas Lyttle y Valdemoro, bastante hizo nuestro combinado con mantener la dignidad ante unas jugadoras de otra galaxia que compiten con la camiseta de EEUU. Y la guinda a todo este buen trabajo llegó con el partido por el tercer puesto, donde España, amparada en la mejor versión de Lyttle (vital en la mayoría de los encuentros), Torrens, Valdemoro y Montañana venció con cierta prestancia (77-68) a las gigantescas (y poco afines a la rendición) bielorrusas.


CUALIDADES COLECTIVAS


Habilidad para neutralizar los primeros pases y salir al contraataque. Pocos equipos manejan tan bien la defensa de la primera línea de pase como el español. Esa habilidad, combinada con la intensidad y concentración de nuestras jugadoras, deparó infinidad de robos y contraataques fáciles. Es el ABC del baloncesto. Y muchos equipos de categorías de formación harían bien en echar un ojo a los vídeos del Mundial de la República Checa para comprender cómo se debe ejecutar esa suerte del juego.


Equilibrio interior y exterior. Al contrario que en éxitos precedentes, una de las claves de la medalla de bronce radicó en el equilibrio que hubo entre la productividad entre el juego exterior e interior. También la amenaza, porque si tienes jugonas dentro y fuera complicas la decisión del rival respecto a defender prioritariamente un flanco u otro. Por fuera, Amaya Valdemoro fue el principal foco de anotación, hasta el punto de ser la cuarta máxima anotadora del campeonato. Estuvo bien secundada por Alba Torrens y Marta Fernández, dependiendo del partido.


Dentro, la clave estuvo en la actividad de Sancho ‘Dominante’ Lyttle, segunda máxima anotadora del campeonato con una media de 18,4 puntos por velada. También en su voracidad reboteadora, que muchas veces le daba valiosas segundas opciones de tiro al equipo. También fue muy importante la destreza pasadora y anotadora de Ana Montañana y la defensa de Cindy Lima. Si estás bien en las dos orillas del juego, los rivales no ven soluciones fáciles para neutralizarte y acaban desgastándose (cuando no perdiendo la concentración) en el intento de minimizar los daños que le ocasionas.


Versatilidad de las jugadoras, sensatez del entrenador. Cuando una selección como la nuestra progresa, crece el nivel de sus jugadoras y mejora su capacidad técnica, se produce una paradoja. Por un lado, las jugadoras son más completas, pero por otro (el baloncesto imita a la civilización…), se produce la especialización. Garantizadas las coordenadas elementales del juego, las jugadoras pueden especializarse (y sobresalir en un rol). Es el caso de Anna Cruz, ‘La Anuladora’, un prodigio de intensidad, concentración y conocimiento del juego, que se convirtió en la encargada de anular a las jugonas de las escuadras rivales. O de Nuria ‘Elegancia’ Martínez que cambió la dinámica de varios partidos en virtud de la efervescencia de su juego directo. Detrás de su labor, funcionaba el tacto silencioso del seleccionador, José Ignacio Hernández, que supo extraer lo mejor de cada una de sus jugadoras en el momento oportuno.


Circulación del balón y ‘resuélvelo tú, Sancho’, claves del juego en estático. Fueron numerosas las ocasiones en las que España movió la pelota con paciencia y criterio cuando tocaba jugar en estático. Esos ataques elaborados dieron sus frutos en forma de canastas o tiros cómodos (ninguna estrategia garantiza la puntería). Y dejaron la impresión de que el equipo había trabajado bien la automatización de sus coordenadas colectivas en el plano ofensivo. Claro que si la cosa se embarullaba, o los adversarios apretaban mucho las tuercas en defensa, siempre quedaba el recurso de balones a la jugona. La jugona, emperadora en la WNBA,  es Sancho Lyttle. Por su tamaño, talento y cercanía a canasta era el camino más fiable a la consecución a canasta en tiempos de tribulación. Y así, con campechanía y sencillez, se lo recordaba JI Hernández a sus jugadoras: “No nos compliquemos. En caso de duda, balones a Sancho”.


El espíritu y la mentalidad de este equipo, factor definitivo del éxito de este equipo. El espíritu porque nuestras jugadoras nunca bajaron los brazos, siempre le mantuvieron la cara al partido y pelearon cada posesión como si les fuera la vida en ella (mención especial en este apartado para Laura ‘Luchadora’ Nicholls). Y la mentalidad porque fue una ganadora, de esas que conducen al éxito; cada seleccionada supeditó sus intereses a favor del colectivo y porque el pulso se afinó en los momentos comprometidos de los encuentros. Por no hablar de la extraordinaria regularidad que exhibieron las jugadoras durante los encuentros. Enhorabuena chicas, en el próximo capítulo-memorandum os sacamos la foto individual para acompañar el recuerdo de vuestra gesta.