El juggernaut de Akron contra el ejército dorado, parte II

El Hellboy del planeta basket vuelve a cruzarse con la Golden Army. Fuente fotografía: hellboy.wikia.com

 

6 finales de la NBA consecutivas, logro mayúsculo compartido únicamente con 7 integrantes de los Boston Celtics que dominaron con mando de hierro la NBA en la década de los 60 (y con un James Jones que ha acompañado a The King en su senda triunfal): Lebron James es el monarca absoluto de la Conferencia Este, la fuerza de la naturaleza que condiciona el equilibrio de poder en ese lado del país con sus mudanzas y decisiones. Contar con el juggernaut de Akron en sus filas asegura a un equipo el luchar por el anillo en la cumbre competitiva de la NBA.

Cosa distinta es ganarlo.

El hercúleo desempeño de James al frente de unos disminuidos Cavaliers en las finales de 2015, en involuntario remake del segundo film de Guillermo del Toro que adaptaba las aventuras de Hellboy (36 puntos, 13 rebotes y 9 asistencias de promedio, liderando la resistencia hasta caer exhausto), no resultó suficiente. Y un año después las cosas han cambiado… Para seguir igual.

Irving y Love llegaban sanos y frescos al último escalón del curso, tras un cómodo transitar por los playoffs del este (14.4 triples acertados por partido, con un fantástico 43% de acierto y picos como aquellos históricos 25 en el segundo partido del sweep endosado a los Atlanta Hawks), pero los Golden State Warriors de las 73 victorias en regular season se presentaban a la cita tras asomarse al precicipio (3-1 abajo en la final de la Conferencia Oeste frente a los Thunder de Durant y Westbrook), para rehacerse y convertirse en el décimo equipo capaz de sobrevivir a tal desventaja en la historia de las series por el título.

El ejército dorado regresaba más fuerte que nunca, superando una situación de máxima exigencia y dispuesto a desencadenar su magia grupal sobre el monstruo de Akron. Y ni siquiera el Hellboy de la NBA parece capaz de resistir a tal envite.

La masacre acaecida en los dos partidos celebrados en Oackland no dejaba lugar a dudas. La excelente defensa de los Warriors (liderada por un magnífico Iguodala y un intimidador Bogut), la brutal superioridad de su banquillo (85 puntos generados, por los 40 de la 2ª unidad de los Cavaliers), su dominio de la producción en la pintura (104 puntos contra 82)… El 2-0 suponía la peor racha sufrida nunca por Lebron ante una escuadra (7 derrotas consecutivas, desde el 4º partido de la final de 2015 y prácticamente sin opciones de victoria en ninguna de ellas).

Impotencia en la realeza. Fuente fotografía: nba.com

 

Irving desnortado (48% de acierto en tiros de campo en su camino hasta la gran final, 33.3% en los dos partidos del Oracle), Love perdido y contusionado, Lebron desquiciado (7 balones perdidos en el segundo, y desconexiones defensivas impropias de un jugador de su nivel), Smith desaparecido… Golden State ni siquiera precisaba de los Splash Brothers a su mejor nivel para tomar la delantera con solidez. Draymond Green (22 puntos, 9 rebotes, 6 asistencias y 2.5 robos de media en los dos partidos en California) y la brillantez de los secundarios era más que suficiente.

Dos pilares se adivinaban como necesarios al extremo si la tropa de Lue pretendía ofrecer resistencia real en el traslado de la serie a Ohio: defender con intensidad y concentración (evitando por ejemplo la altísima productividad ofensiva lograda por los Warriors desde un simple bloqueo ciego a Thompson o Curry + corte hacia el aro) y atacar la pintura con contundencia. Y el papel de James sería esencial en ambos puntos.

Hambrienta puesta en escena (16-33, el parcial del 1er cuarto), sin bajar nunca el pistón (47-69 el de la 2ª parte) y atacando la pintura (54 puntos) y el rebote ofensivo (17 capturas en aro contrario, 7 de ellas de un furibundo Tristan Thompson) con fanatismo visceral. Los 82 puntos firmados por el trío James-Irving-Smith desarbolaron a unos indolentes Warriors, que aún esperan a los Splash Brothers y que tampoco contaron esta vez con el estelar Green de los partidos en su guarida (6 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias para el líder espiritual de la tropa de Steve Kerr). 90-120 el marcador final, la primera piedra para tratar de igualar la serie en el Quicken Loans Arena y sin echar en falta a un Kevin Love maniatado por el protocolo de conmociones de la liga.

Estocada casi definitiva o confirmación del intento de insurrección acaudillada por el monarca: unas de esas dos lecturas nos dejará la cita del próximo viernes.

Y aquí estaremos nosotros, para paladearla como se merece.

Su majestad del aire, reloaded. Fuente fotografía: nba.com

@Juanlu_num7

 

 

 

 

Píldoras de postemporada

Más Wild West que nunca.

El merecidísimo galardón a mejor entrenador del año para Steve Kerr (sin olvidar el excelente trabajo de Luke Walton durante su ausencia) corona la histórica liga regular de los Golden State Warriors, pero el verdadero reto del coach comienza ahora.

La cómoda serie ante unos disparatados Rockets (tragicómicos en defensa y empeñados en no alimentar a un infrautilizado Howard en ataque) acabó con Curry de baja al menos 2 semanas. Todas las semifinales de conferencia sin el ejecutor más letal de la NBA y su mayor factor de intimidación sobre el rival, gracias a un rango de tiro infinito que abre un enorme abanico de posibilidades espaciales para el resto de sus compañeros. Thompson, Green y los jugadores de banquillo (excelente la respuesta de Livingston, Iguodala y Speights) capearon el temporal, y el páramo en que se han convertido los Clippers en apenas unas horas (Chris Paul operado de una rotura en la mano y Griffin baja confirmada para el resto de los playoffs) rebajan la dificultad del desafío para la próxima ronda. Queda por dilucidar si será la mermadísima tropa de Doc Rivers o unos Portland Trail Blazers que son un bellísimo canto a la dignidad competitiva en una liga abochornada por ciertos casos de tanking indiscriminado (hasta siempre, Hinkie) el rival de Golden State. El verdadero Everest llegará después, con dos monstruos hambrientos agazapados tras los flashes y el brillo monopolizado desde octubre por los californianos: Spurs o Thunder precisarán del concurso del mejor Curry.

Green y Kerr, ante un reto titánico. Fuente: usatoday.com

Calma relativa al otro lado del país.

La vida sigue igual en la Conferencia Este. El buen papel de los Pistons de Van Gundy no evitó un sweep más de los Cavaliers (17 victorias consecutivas para Lebron James en series de 1ª ronda de los playoffs, a caballo entre Miami y Cleveland), en una bella eliminatoria que arrojó un pequeño detalle que estará ya en la libreta de todos los entrenadores de la NBA. El small ball de los Cavs (explotado más que nunca por Lue y con Kevin Love en el puesto de pívot) dispara la producción ofensiva del equipo, pero deja evidentes lagunas defensivas. Colocar al center sobre Shumpert en defensa (ante la imposibilidad de Iman a la hora de embocar sus tiros) y meter a Love en todas las situaciones de pick&roll posibles en fase contraria (las vergüenzas defensivas del de Santa Mónica aflorar con virulencia en esas jugadas) es la mejor manera de dificultar la existencia al arrollador Big Three.

Con todo, los Cavaliers parecen listos para dar continuidad a su pronosticado dominio en un lado del cuadro en ebullición. Los fastuosos Heat (el mejor róster de la conferencia tras el de los de Ohio) perdieron la brutal inspiración inicial y se ven en dificultades ante las virguerías del prestidigitador Kemba Walker, Pacers y Raptors batallan sin cuartel en una apasionante contienda, y los Hawks de Budenholzer toman ventaja ante unos Celtics escasos de poder ofensivo y excesivamente dependientes de Isaiah Thomas.

Emoción y pasion por el mejor baloncesto, y la función está aún en su primer acto…

Los Pistons exigieron físicamente a Lebron, y The King respondió en consecuencia. Fuente: cleveland.com

@Juanlu_num7