Sergio Rodríguez y Carlos Suárez: dos talentos y un destino

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Este jueves despega la liga ACB con un clásico con sabor fraternal: Estudiantes-Real Madrid. Como sucede con las relaciones con aroma familiar, habrá muchos sentimientos encontrados en el parqué y las gradas. El Estu vuelve a la que fue su casa durante muchos años, el Palacio de los Deportes, y el Real Madrid estrena la temporada con las dudas que ha generado su desplome en la Supercopa. Será una buena ocasión para ver de cerca a dos fueras de serie de nuestro baloncesto, que inician una nueva aventura cargada de retos, incertidumbre y la ambición de muchas conquistas.

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Sergio Rodríguez y Carlos Suárez: dos talentos y un destino

Pedro Fernaud

30.septiembre.2010 

 

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Sergio Rodríguez (La Laguna, 1986) y Carlos Suárez (Aranjuez, 1985) se hicieron en la

inagotable cantera del Estudiantes y ahora quieren expresar la madurez de su juego

en el Real Madrid, con el que aspiran a ganar títulos. Fuente de foto: estudiantes.com

 

La primera vez que el común de los aficionados tuvo noticia de estos dos prodigios fue en el Europeo junior de Zaragoza, en el 2004. Aquel equipo estaba dirigido por Txus Vidaurreta (ex del Baloncesto Bilbao y Luis Guill (ex del Baloncesto Fuenlabrada y actual técnico del Baloncesto Murcia) a los mandos. El gusto de ambos entrenadores por un repertorio táctico matizado, defensas agresivas y ataques liberales cuajaron en un juego exquisito y el mejor resultado posible: la medalla de oro y la inclusión de estos dos jóvenes talentos en el quinteto ideal del campeonato.

 

 

 

Después, la progresión de ambos ha sido de relámpago. Los dos fueron aupados al primer equipo estudiantil por Pepu Hernández. Desde el primer momento, se vio que Sergio estaba sobrado de talento para hacer grandes cosas en la liga. A veces se dispersaba o se aturullaba en el ataque estático, pero su facilidad para penetrar a canasta, encontrar ráfagas de acierto en el tiro y convocar generalidades con su pase le granjeó las simpatías de los aficionados. Los más viejos del lugar lo compraron con otro creativo base canario, Carmelo Cabrera que, casualidades, también jugó en el Madrid.


Cuando Sergio está en la cancha, el espectáculo acaba haciendo acto de aparición. En su último año ACB realizó actuaciones sorprendentes, que merecieron la admiración del mismísimo Larry Bird. Durante sus cuatro años NBA, ha chupado mucho banquillo sí, pero ha madurado en su carácter y su solvencia defensiva. También ha mejorado en la eficiencia de su tiro (pocos nacionales tienen una mecánica de tiro en suspensión tan lograda como la suya).


Cuando le preguntan al chacho qué echará de menos de la NBA, responde sin pestañear: “El idioma. Terminé hablando muy bien el idioma”. Para los más resultadistas, también hay buenas indicaciones de que la productividad del juego del jugador chicharrero va a ser importante: en los meses que jugó en los New York Knicks, su último equipo NBA, donde, por ejemplo, recibía los cuidados de un fisioterapeuta ex del Chelsea, promedió 7,4 puntos, 3,4 asistencias y 1,4 rebotes en casi veinte minutos por partido. Y si pensamos en su vena ACB, en el último año en nuestra liga dejó estos registros: 9,1 puntos, 4 asistencias y 2 rebotes en la ACB. Y eso que por entonces no había cumplido 20 años.


El caso de Carlos Suárez es el típico de una estrella en categorías inferiores que tiene que trabajar duro para consolidarse en la élite. Fue incluido junto a Sergio en el quinteto ideal de aquel Europeo junior de Zaragoza. Se le designó (quizá prematuramente) como el sucesor de Carlos Jiménez. Y a partir de ahí, fue creciendo temporada a temporada.

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El año pasado terminó la temporada regular como el jugador español con mejor valoración y fue incluido en la posición de alero del quinteto idal de la liga. Puede pùes jugar con garantías de 3 y de 4. Una foto continua de su juego nos dice que rebotea como Felipe Reyes, anotará como Pete Mickeal y postea con la prestancia que en su día exhibía un tal Andrés Jiménez.


Al margen de su facilidad para este deporte, la gran cualidad que distingue a Carlos Suárez es su afán de superación. Se ha endurecido mentalmente mucho en su rodaje ACB, tras unos primeros años complicados por sus lesiones y rumores sobre una vida disoluta. Y compite en la cancha con la irreverencia propia de un jugador modelado en la factoría estuidiantil, donde las canastas y los rebotes se celebran un poco más que en el resto de los equipos. Porque hay menos medios sí, pero más orgullo que la media. Filosofía de románticos.

 

 

 

 

Ahora toca ver cómo mezclan en este nuevo Madrid. Química personal entre ambos sobra, como se puede apreciar en este vídeo deacb.com que os dejamos un poco más abajo. Y es que durante años fueron compañeros de habitación en las concentraciones de la selección y el Estudiantes. Habrá que ver si, como dice en broma Sergio, Carlos ya puede machacar el aro para poner la guinda a una de sus mágicas conexiones.