Scary movie

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¿Mala racha o baño de realidad? Tras su fulgurante arranque de temporada, el equipo de la calle Serrano cosecha su tercera derrota (segunda consecutiva), esta vez en su propio feudo. Se llevó la victoria un sólido CAI Zaragoza, que demostró tener una plantilla con muchos recursos que podría traer muchas alegrías al público maño.

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Scary movie

Theobald Philips

12.noviembre.2012

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El empuje del CAI Zaragoza derribó al Asefa Estudiantes. Fotógrafo/fuente de foto: EFE/www.heraldo.es


Todo el mundo lo sabe: a los monstruos no basta con enterrarlos, hay que matarlos bien muertos porque, en caso contrario, pueden volver con más ganas de hacernos la pascua. Acuérdense si no de los múltiples resurgimientos de la tumba de Christopher Lee y su conjuntivitis crónica, de aquel Jason que dejó pequeño el 13 del título de su película, del Freddy Kruegger que nadie podía desahuciar de Elm Street o de Alien, que ha terminado chupando más cámara que el león del Serengeti en la 2. Algo así parece estarle pasando a Estudiantes que, tras volver de los infiernos y pasar una primavera de victorias y loores, empieza a oír ruidos extraños, a notar que las cosas cambian de sitio, a tener la sensación de que hay alguien más en la habitación ¿estará realmente muerto el fantasma de su armario, o pugna por escapar?

El inicio del partido, tras un tráiler de lo que vendría después a cargo de dos triples del CAI, no hacía sospechar nada malo. Sí, a los locales les costó arrancar y salir de la inercia de intercambio de canastas, pero bastó que transcurridos tres minutos Jayson robara un balón a media cancha y encestara, para que sus compañeros recordaran aquello de que había que defender y cerrar el rebote para ganar. De ese trampolín, encomendándose en ataque a los huecos que a la puntería de English abría la superioridad de Kirksay sobre Stefansson en el poste bajo, los colegiales consiguieron a mitad de cuarto su primera ventaja importante (14-8). José Luis Abós paró el juego y, al reanudarlo, había puesto a Rudez en la marca del francoamericano, uno de los verdaderos pegamentos de este Estudiantes, con lo que los pases al jugador libre dejaron de manar y, con ellos, la anotación de los madrileños: al sonar la bocina, las alarmas se habían apagado entre los rojillos (17-14).

Quizá por ello, en el segundo cuarto Txus Vidorreta decidió poner toda la carne ofensiva en el asador haciendo coincidir a Kuric e English en pista. Sin embargo, la estrategia no funcionó ya que, sin Granger, a sus estiletes no les llegaban balones y, además, fue el juego interior el que tomó protagonismo; para su desgracia, en la persona de Joseph Jones que, a base de cuerpo y buenos movimientos, se dedicó a emborronar los titulares sensacionalistas que han colocado ya a Nogueira prácticamente jugando el All Star de la NBA, poniendo al CAI por delante (17-20). Txus tuvo que devolver a pista al sobrio Barnes para que cerrase la herida interior, y al imprescindible Granger para que la fluidez volviera a los ataques. Con ellos, Estudiantes recuperaba sensaciones y, en una fase en la que ambos equipos se dedicaron al intercambio de golpes, todo prometía un partido igualado al descanso.

Craso error de apreciación. De repente, Aguilar se encontró dos veces solo en la línea de 6’75; luego fue el croata Rudez y, después, Roll. Entre medias de esos 9 puntos, una canasta interior de Norel y otra de Jones, al que un defensa despistado entregó un balón en mitad la zona. En un desconcierto de apenas dos minutos y medio, Estudiantes se iba al vestuario con once puntos que remontar (32-43). Al volver de la ducha, los colegiales se aplicaron a dicha remontada a base de presionar y a meter balones dentro, primero a Lamont Barnes y, luego, a Gabriel. Pero si los pívots funcionaban y se convertían en la única opción ofensiva del Asefa, la presión terminó convirtiéndose en una larga lista de jugadores que después no recuperaban a su par, dejando solos a los tiradores maños. De esta forma, CAI contestaba de tres en tres a lo que el Estudiantes anotaba de dos en dos, con Stefansson y Roll renganchados al partido. Tras diez minutos de desaforado esfuerzo sin haber conseguido nunca estar por debajo de los ocho puntos… Estudiantes tenía que remontar trece (53-66).

En el tramo definitivo, ese doctor Van Helsing que es Vidorreta lo tenía claro; el vampiro que habita en el armario desde el año pasado (como reconoció en rueda de prensa) es que su equipo recibe demasiados triples, y la estaca debía ser un cambio defensivo. En concreto, una 3-2 muy presionante. El Palacio por fin rugió; se robaban balones, los tiradores visitantes empezaban a no encontrar aro, las diferencias se acortaban. Ya estaban ahí otra vez los ocho puntos, una diferencia más que asumible con cinco minutos por jugar. Pero Abós pidió tiempo y encontró la llave que abría la puerta: lo que sus exteriores no anotaban, lo rebañaron Norel y Aguilar en los huecos que la defensa colegial dejaba en el rebote. Otra vez, la presión cansaba a los propios y no terminaba de desmoronar a los ajenos. El tiempo corría, pero lo marcaba el reloj que los dos bases del CAI tenían en la muñeca. Su veteranía y madurez les permitió encontrar al mejor colocado de los suyos, haciendo la ventaja cada vez más tranquilizadora, hasta el 68-83 final.

Me ha gustado mucho CAI Zaragoza, con dos bases solventes como Llompart y Van Rossom, escoltas fajadores y no exentos de talento (Steffanson y Roll), dos 3/4 de mucho nivel que no todos los equipos tienen (Rudez y Aguilar), y unos cincos como Norel y Jones (más el prometedor Fontet en la recámara) que, con sus limitaciones, forman una línea interior bastante potable. Además, tienen un entrenador que sabe lo que hacer con ellos, sacando un resultado mayor de lo que la suma de los factores podría indicar. Si yo fuera de Zaragoza, procuraría no perdérmelos.

Por Estudiantes, volvemos al principio. Esperemos que la rociada de elogios y victorias no haya despertado al fantasma del armario y que ahora, en el momento de los reveses, se escape del encierro para volver a atormentarlos. A pesar de que las costuras del traje dejan ver algunas fallas, en el fondo los de la calle Serrano tienen que ser realistas y concienciarse de que, tras el espejismo, se están recolocando en su verdadero sitio y que, a poco que sigan mirando al frente y tengan confianza, pueden transformar definitivamente la película de terror en una de maravillosas aventuras.

 

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