Rey de Reyes

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Quinto partido de la final de la Liga Endesa, en un Palacio de los Deportes sin una sola butaca libre. 12.400 almas presentes en el coliseo capitalino, para anular los argumentos esgrimidos por ciertos gurús patrios (futboleros, para más señas), empeñados en cuestionar el interés del público en esta final bajo el soporte de periódicos de la máxima tirada.

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Rey de Reyes

Juan Luis Barbero

20.junio.2012

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Rey Real. Fuente de foto: acb.com

Sorpresas de inicio en el duelo definitivo entre los dos colosos del baloncesto nacional. El cuestionado Jaycee Carroll (desaparecido tanto en esta serie final como en la Final Four de Londres, citas de la máxima exigencia) formando parte del quinteto madridista: espaldarazo de Pablo Laso, para reforzar la moral del cañonero mormón y esquivar de paso las críticas hacia su rigidez en rotaciones y roles. Navarro en el starting five del Barcelona, asumiendo ese rol de Cid Campeador que tanto juego ha dado en la historia del baloncesto (a lo Willis Reed en los Knicks campeones de 1970). Con la plantilla asolada por los problemas físicos, Pascual buscaba activar ese temor inmemorial que el escolta de San Feliú provoca en equipo y aficionados merengues.

El Madrid había trabajado todo el año en clave nacional (y excelentemente además) para hacerse acreedor de ese tesoro que supone la ventaja de campo en una finalísima, y salió dispuesto a valerse de ella desde el primer minuto. Parcial 10-0 de inicio, con una defensa de clínic liderada por Rudy y un Nikola Mirotic poseído por el espíritu de Bill Russell. El Palacio volcado, el Barcelona superado, Slaughter y Llull dando continuidad a la estampida en ambos lados de la pista, 19-10 en el electrónico… momento de dificultad máxima, reservado a los más grandes. Y en el equipo culé, con Mickael y Navarro fuera de juego, apura sus últimos días de baloncesto un genio irreductible, que ha ondeado la bandera del carácter y del talento durante 15 años de exitosa trayectoria deportiva.

Sarunas Jasikevicius se encargaría de devolver a su equipo al partido en solitario, siendo agresivo sobre la defensa de Sergio Rodríguez. Los puntos del base lituano, entre entradas a canasta y tiros libres, dejarían el marcador en un apretado 20-18 al final del primer cuarto, y en estos parámetros de igualdad se movería el duelo hasta la llegada de segundo arreón blanco, acaudillado por un Tremmell Darden inmune a la presión. El juego al poste del alero norteamericano le convirtió en un problema irresoluble para la experta defensa blaugrana. Descanso. 41-32.

Y, tras el receso, nueva salida en tromba. Manos rápidas atrás y contra ataques fulgurantes de un Rudy que seguía negado desde la línea de 3. El primer acierto desde el 6.75 del alero mallorquín, en su vigésimo intento de la final, traería el éxtasis al Palacio: 50-33. El Barcelona tocadísimo… pero no hundido.

De espectacular se debe calificar la lucha de la mermada tropa de Xavi Pascual que, liderada de nuevo por Saras y por un Ingles disfrazado de Navarro, volvía a la pelea aprovechando la sempiterna pájara de los locales en ataque. Al borde de ahogamiento ante esa losa de 17 puntos en contra, australiano y lituano se pusieron a remar, para llevar a sus compañeros hasta un marcador de 55-48 al final del tercer cuarto.

Con todo, la orilla era un mero espejismo, jugueteando con la moral de la tripulación del bote culé. El poderoso fondo de armario merengue abortaría ese conato de revolución visitante, con Felipe Reyes liderando de nuevo (14 puntos + 5 rebotes ayer, magnífica serie del MVP de la final) y Darden en el papel de perfecto lugarteniente. La tremenda actuación del dúo Saras-Ingles (48 puntos entre los dos, casi un 68% de la anotación total de su equipo), contestatarios hasta el final, hallaría réplica en el capitán blanco, colosal en ambos aros. 79-71, el resultado final: 31er título de liga para el Real Madrid, rompiendo 6 años de sequía y dando una inolvidable alegría a su parroquia, tras 20 primaveras sin celebraciones en casa.

Una corona para reforzar un estilo alegre, ofensivo y dinámico, inoculado en el campeón de liga (contra viento y marea de críticas aparecidas junto a cada una de las escasas derrotas del curso) por Pablo Laso. Al César lo que es del César.

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