Relato y observación de un agujero de luz llamado Fuenlabrada

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Piensa en un reto realmente complicado que se plantea en la vida. No es un reto imposible, no. Pero lo parece. Empresas como estudiar ocho diarias seguidas durante varias semanas consecutivas para esas oposiciones de las que te examinas en un mes. Desafíos como demostrar que eres capaz de llevarte cordialmente con tu hermana, la misma con la que llevas conviviendo 26 años de tu vida y con la que a la mínima te pones a la gresca.

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Relato y observación de un agujero de luz llamado Fuenlabrada

Pedro Fernaud

13.marzo.2011

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Rabaseda fue actor protagonista en la dos orillas del juego frente al Caja Laboral, en otro triunfo para la memoria colectiva del Baloncesto Fuenlabrada Fuente de foto:baloncestofuenlabrada.com, autor: Fran Martínez



Dificultades como aprender a decir no en el trabajo cuando lo que te piden excede el plazo de lo razonable y tus hijos esperan a que les recojas en la escuela, hora por cierto a la que sí podrías responder satisfactoriamente de acuerdo a lo que estipula tu contrato.


No es sencillo. Lo sabes. Pero con trabajo, mucha cultura del esfuerzo y grandes dosis de paciencia, autocontrol y mentalización lo puedes conseguir. Algo así demostró este sábado el Baloncesto Fuenlabrada, que se copió a sí mismo en el arte de convertir en una hazaña su trabajo cotidiano. Si la semana pasada fue capaz de gobernar la práctica totalidad del partido que le enfrentaba al Regal Barcelona para acabar dándole el toque de gracia, en esta ocasión ganó de un modo salvaje y espectacular al Caja Laboral, vigente campeón de liga (84-68).


Y es que el resultado final no indica la grandeza del partido trazado por el Fuenla. En un primer término, el equipo de Ivanovic hizo valer su jerarquía (y las vitaminas que traía en el ánimo, tras someter al Power Electronics Valencia y recuperar la tercera plaza de la liga). Barac era el coloso en llamas, un jugador imposible de neutralizar cuando recibía en la pintura. Por fuera, Teletovic enchufaba triples con la misma naturalidad con la José Mourinho genera conflictos diplomáticos para el equipo al que entrena.


El Fuenla parecía superado por las circunstancias. Carente de pegada. Hacía lo que podía. Pero no parecía suficiente. Mediado el segundo acto, entró en escena Bismak Biyombo, príncipe del salto, cuya voracidad taponadora no parece de este mundo. Bismak se puso primero el traje de Kameni (gracias, Javi), extendía los dos brazos y ponía una boina colosal a San Emeterio para delirio del público. No contento con ello, pocas acciones después pegaba un brinco de órdago para taparle el cielo a un coloso llamado Stanko Barak. Dos acciones que se pueden analizar racionalmente.


Lo que no se puede evaluar es el impacto emocional que ambas acciones tuvieron en el partido. De repente, el Fuenla empezó a defender con mucho más energía y autoestima. Y el público del Fernando Martín entró en trance. Es posible. Claro que sí. Colom y Ayón bordaron el dos para dos, con una nueva demostración de poderío del Titán de Nayarit. Si Ayón (16 puntos y 8 rebotes) creaba acierto con su velocidad y valentía en la pintura, Mainoldi hacía de oro sus tiros (14 puntos y 3 triples) y Rabaseda ofrecía un tratado supersónico de defensa y contraataque (también 14 puntos).


Cualidades comprimidas que domaron al Caja Laboral en un tercer cuarto como encantado a favor de los locales (34-7). Cierto que el druida Ivanovic tampoco ayudó con su absentismo director, al renunciar a uno de los dos tiempos muertos que podía haber pedido para detener la sangría. Sea como fuere, en el último acto los jugadores baskonistas mostraron las espuelas de su orgullo competitivo (18 puntos de Teletovic, 12 de Barac, la casta defensiva de Ribas) mientras los fuenlabreños demostraban serenidad para administrar con criterio su amplia ventaja.


Después de esa demostración, no es de extrañar que, por segunda jornada consecutiva, los aficionados se quedaran tras el partido y reclamaran la presencia de los jugadores para un bis de reconocimiento. Como en el teatro. Como en los relatos que se gestan con materiales hechos de normalidad y excepcionalidad. Como este Fuenla.



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