Moby Dick (alternative version): retratos de una obsesión

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El baloncesto porta sangre literaria si el que mira tiene la imaginación y el bagaje suficiente. Theobald Phillips vuelve a formatear nuestra capacidad de asombro una crónica tan delirante como lúcida del triunfo 17 del Valencia, que ya es cuarto en liga y ganó con holgura al Fuenla este miércoles en el Fernando Martín (68-90).

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Moby Dick (alternative version): retratos de una obsesión

Theobald Philips

20.abril.2012

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“Oye, ¿tú sabes por qué no nos entra ni una?” parece decir el contramaestre Laviña al timonel Colom. Fotógrafo/fuente de foto: Fran Martínez / www.baloncestofuenlabrada.com




Moby Leb


Llamadme Theobald

 

Aquejado de una fiebre y por razones que no es preciso explicar, el 18 de abril del año del señor de 2012 embarqué en el ballenero Phuenla, al mando del capitán Porfirio Ahab.

 

Pronto me di cuenta que aquel viaje no iba ser la travesía habitual, ya que todo el mundo a bordo, y en especial el capitán, tenían una fijación obsesiva con una ballena blanca, Moby Leb.

 

Comenzamos el viaje muy intensos, con todos los tripulantes aportando su esfuerzo tanto remando atrás como en el ataque a la ballena rival. Cierto es que nos costaba algo mantener el ritmo, ya que el mayor tamaño de nuestros oponentes y el discreto acierto de nuestros arponeros hicieron que se nos escaparan entre 3 y 5 presas.

 

Nos mantuvimos así hasta el la mitad del segundo cuarto del viaje, momento en el que la obsesión por la ballena blanca atenazó nuestros nervios. Perdimos el timón y, en vez de juntar los esfuerzos de toda la tripulación y trabajar en equipo, cada uno de nuestros arponeros intentaba acabar con ella de forma individual. Así, muchos arpones se perdían en la nada o ni siquiera llegaban a ser lanzados.

 

Aún peor, los marineros tampoco acompasaban el trabajo remando en la retaguardia delPhuenla, con lo que el acierto de la ballena blanca para hacernos daño fue en aumento. En el meridiano de la travesía, la efectividad de los coletazos dobles de nuestra supuesta presa era del 73%, y del 50% cuando nos golpeaba de más lejos, mientras que nuestros arpones de dos puntas apenas alcanzaban un 33% de las veces su objetivo. Paramos a descansar con la ballena blanca a 15 nudos de distancia por delante.

 

 Volvimos a la carga con renovados ánimos para intentar acabar con Moby Leb, pero fue un espejismo. Blandos en el remo nos iba comiendo el terreno y, sin fluidez en el movimiento de las barcas para conseguir buenas posiciones de nuestros arponeros, apenas llegábamos a impactar en la inmensa mole. Así, cada vez que una racha de arpones consecutivos daba en el blanco, la ballena blanca nos devolvía el daño desde cerca, haciendo uso de su mayor altura y, si no, aprovechando los espacios, golpeando inmisericorde desde lejos. Nuestra falta de efectividad se mantuvo hasta el final.

 

Así transcurrieron los dos segundos cuartos de la travesía del Phuenla, que terminó su viaje en las coordenadas 68º 90’, presa de su obsesión por Moby Leb.

 

Pitos recibió el capitán Porfirio Ahab, a cuya tripulación le queda por delante un ruta por Zaragoza, San Sebastián, Málaga, Vitoria y Alicante para conseguir los objetivos del armador del Phuenla. Si no se liberan de su obsesión por la ballena blanca y recuperan el buen gobierno de la nave, negro futuro les espera.

 

Moby League

 

Llamadme Theobald

 

Aquejado de una fiebre y por razones que no es preciso explicar, el 18 de abril del año del señor de 2012 embarqué en el ballenero Valence, al mando del capitán Velimir Ahab.

 

Pronto me di cuenta que aquel viaje no iba ser la travesía habitual, ya que todo el mundo a bordo, y en especial el capitán, tenían una fijación obsesiva con una ballena blanca, Moby League.

 

Comenzamos el viaje muy intensos, con todos los tripulantes aportando su esfuerzo tanto remando atrás como en el ataque a la ballena rival. Pronto conseguimos pequeños éxitos, ya que el pequeño tamaño de nuestros oponentes y el buen acierto de nuestros arponeros hicieron que en nuestra sentina hubiera entre 3 y 5 presas cazadas.

 

Nos mantuvimos así hasta el la mitad del segundo cuarto del viaje, momento en el que las ganas de cazar la ballena blanca nos hizo reaccionar. Mantuvimos firme el rumbo y, juntando los esfuerzos de toda la tripulación, nos pusimos a trabajar en equipo. Así, la mayoría de los arpones llegaban a su objetivo, obteniendo pingües beneficios de la cacería.

 

 

Aún mejor, los marineros acompasaban el trabajo remando en la retaguardia del Valence, con lo que el acierto de la ballena blanca para hacernos daño fue decreciendo. En el meridiano de la travesía, la efectividad de nuestros arpones de dos puntas era del 73%, y del 50% cuando los lanzábamos de más lejos, mientras que los coletazos dobles de nuestra supuesta presa apenas alcanzaban un 33% de las veces su objetivo. Paramos a descansar con la ballena blanca a 15 nudos de distancia detrás de nosotros.

 

Volvimos a la carga con renovados ánimos para intentar acabar con Moby League, y lo logramos. Sin desfallecer en el remo para que no nos comiera el terreno, movimos fluidamente las barcas para conseguir buenas posiciones de nuestros arponeros, llegando a impactar la mayoría de lanzamientos en la inmensa mole. Así, cada vez que una racha de coletazos consecutivos de la ballena blanca daba en el blanco, le devolvíamos el daño desde cerca, con nuestros arponeros de mayor altura y, si no, aprovechando los espacios, golpeando inmisericordes desde lejos. Nuestra gran efectividad se mantuvo hasta el final.

 

Así transcurrieron los dos segundos cuartos de la travesía del Valence, que terminó su viaje en las coordenadas 68º 90’, triunfante en su obsesión por la ballena blanca.

 

Ovaciones recibió el capitán Velimir Ahab, a cuya tripulación le queda por delante un ruta por Bilbao, Sevilla, Gran Canaria, Santiago y Valladolid para conseguir los objetivos del armador del Valence. Si consiguen mantener su concentración en pos de la ballena blanca y mantienen el buen gobierno de su nave, provechoso futuro les espera.



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