Los juegos del hambre

La motivación es el combustible principal de los deportistas profesionales de élite, el afán por perseguir la excelencia en entornos construidos sobre la competitividad pura y dura. Si cercamos la parcela de análisis en los clubes deportivos más grandes, la enfermiza obligación ganadora exige que el grupo (incluyendo en él tanto a jugadores como a cuerpo técnico) comparta esa motivación, para ser capaces de sobreponerse a las exigencias diarias generadas tanto desde los rivales como desde el propio entorno.

El Real Madrid de Pablo Laso lo ganó todo el año pasado, tras dos temporadas cayendo en el último escalón de la Euroliga (completando excelentes travesías hasta llegar ahí). El entrenador vitoriano inoculó a sus jugadores la ilusión por desafiar el dominio brutal ejercido por el Barcelona en las competiciones domésticas primero, y la de reverdecer laureles marchitos en el Viejo Continente después. Pero, con la nueva campaña agotando sus meses iniciales, una preocupante luz roja se ha encendido en las entrañas del saciado vestuario merengue. Entre problemas físicos debido a la ausencia de descanso (con esa Copa Intercontinental añadiendo madera al frenético calendario) y bajón motivacional, la aventura europea corre ya serio peligro.

Las derrotas inesperadas se acumulan (Estrasburgo, Estrella Roja, Bayern…), sobre todo a domicilio (4 en otros tantos partidos), con el equipo naufragando en fase defensiva: los blancos reciben 86.1 puntos de media, por los 77.8 encajados en Liga Endesa. A la deficiente defensa perimetral, sobre todo en la línea de 3 puntos (los rivales europeos aciertan un 40.9% de sus lanzamientos desde la larga distancia cuando se enfrentan a los blancos), se suma un juego interior incapaz de intimidar con la frecuencia necesaria. Taylor, llamado a ser pieza clave a la hora de sostener el engranaje, aún está en proceso de adaptación tras su lesión inicial, y ni Ayón (irregular a la hora de defender el aro propio), ni Thompkins (todo clase en ataque, poco esforzado en defensa) ni Felipe están siendo capaces de frenar la hemorragia diaria en la pintura. Los 26 puntos de Zirbes en la Sala Pionir fueron la última muestra de candidez.

Los problemas físicos de Rudy Fernández (que le tendrán al menos un par de meses fuera de circulación) no ayudarán a recuperar el sostén exterior de una tropa exigida a todo si quiere defender con dignidad el trono brillantemente logrado frente a Olympiacos el pasado mes de mayo. Y todo empieza por recuperar el deseo, el hambre grupal que active el sistema defensivo.

Que comiencen los juegos…

@Juanlu_num7