Las uvas de la ira

Montakit Fuenlabrada perdió ante Gipuzkoa Basket (65 – 76) parte del crédito ganado en las últimas semanas (Foto portada: Fran Martínez / ACB Photo)

Las uvas de la ira
Theobald Philips

Foto: Alba PAcheco / EnCancha Fuenlabrada no pudo superar el muro guipuzcoano

Foto: Alba PAcheco / EnCancha
Fuenlabrada no pudo superar el muro guipuzcoano

De ovación y vuelta al ruedo, a pitos. Como en un baile latino, los naranjas de Luis Casimiro han dado un paso adelante y dos para atrás, convirtiendo en tos crónica el estornudo esporádico que les privó de conquistar tanto el Buesa como el Gran Canaria Arena. Desconexión en defensa, dejando a los rivales tiros tan librados que no sorprenden los altos porcentajes (en el primer tiempo 64% 3p, para un 44% total), blandura en el rebote, permitiendo que un 33% de los rechaces en aro propio volvieran a manos visitantes, y falta de agresividad en ataque, no castigando las hasta 18 pérdidas que cometieron los hombres de Ponsarnau en una noche de manos excesivamente blandas. Únase a ello que Jared Jordan, héroe discreto del partido, se merendó sin problemas a los dos bases locales, controlando en todo momento el ritmo del partido y haciendo jugar a los suyos incluso cuando perdieron a su principal referencia ofensiva, y tendremos la tormenta perfecta. Y es que tanto Andrés Rodríguez, ni sombra del jugador que asombró en su campaña obradoirista, como Alberto Díaz, quizá agotado por la sobreexplotación a que se ha visto sometido, se han convertido en clones de Víctor Sada a los que los defensores hacen anti-escrache ayudando a apagar la luz del faro de Andy Panko, el que nos da de comer, sin que el entrenador acuda al recurso de Andrés Miso, incomprensiblemente olvidado en el banquillo hasta el minuto 37 de partido.

Y sin la luz de Panko, viene la oscuridad. Jimmy Baron, hibernando en un equipo que no puede permitirse centrar su juego en construir vías para que él ejercite la muñeca, no aporta en ataque y se convierte en un lastre en defensa, siendo significativo que los cinco primeros puntos del posteriormente expulsado Taquan Dean vinieran de hacer volar al Búho tras unas leves fintas que le dejaron absolutamente solo frente al aro. Eran las primeras ventajas del GBC, que se extendieron a los 10 puntos tras sendos triples (librados, cómo no) de Dani Díez y Hanley, que obligaron a Casimiro a sustituir a Baron por Burtt. Con el pequeño Steve en pista, se inició una mini-reacción (propiciada en parte por un claro tapón ilegal de Akindele que no fue pitado) que acercó a los fuenlabreños a sus contrincantes, pero sin que se pudiese culminar la remontada (19 – 20).

Foto: Fran Martínez / ACB Photo Panko, el que nos da de comer

Foto: Fran Martínez / ACB Photo
Panko, el que nos da de comer


A estas alturas, ya se veía una diferencia clara entre ambos equipos: mientras en Fuenlabrada solo Panko, siempre Panko, Burtt y Akindele anotaban, en el GBC, aunque con Dean de principal referente (15p), todos los jugadores menos Olaizola habían estrenado su casillero de puntos. Así transcurrió todo el segundo cuarto, y si las antideportivas y las técnicas al 00 guipuzcoano acercaban al Fuenlabrada hasta el 39 – 43, pues dejando después solo a Huskic en el 6’75 y permitiendo un palmeo de Hanley en el último segundo, se encajaba un parcial de 0 – 5 que dejaba, uvas mediante, un 39 – 48 para la segunda parte.

Y podríamos repetir una y otra vez los párrafos anteriores, y tendríamos la crónica de los dos últimos cuartos. Fallos, fallos, fallos por ambas partes, estirón de Gipuzkoa donde todos dieron un paso adelante para sobreponerse a la pérdida de su estrella americana, y un Fuenlabrada que perdía en sus desconcentraciones defensivas y en un paupérrimo porcentaje de tiro (36% 2p, 22% 3p) sus posibilidades de acortar la distancia en el marcador. Mención especial merecen en esta segunda parte David Doblas que, prácticamente desapercibido durante los dos primeros cuartos, se convirtió en un puntal de su equipo para cerrar definitivamente el rebote, y Dani Díez que, «aprendiendo durante el partido» como dijo su entrenador, humanizó la #Pankoperformance hasta el punto de que el alero de Harrisburg solo pudo anotar dos canastas más. Y, sin Panko, sin noticias de Baron, con Akindele nuevamente olvidado en los tramos decisivos (ya sea en el banquillo o en los esquemas), con Moussa Diagné dejando a las claras que este ha sido un verano perdido de cara a su evolución (incapaz de jugar al poste, se convierte en un mero continuador para albricias de los highlights) y Daniel Clark habiendo perdido la frescura con la que empezó, la anotación egoísta de Steve Burtt devino insuficiente para contrarrestar a los del Ponsarnau, que con gran alegría salen de la zona de descenso.

El fin de año muestra al Fernando Martín la peor de las caras de su equipo. No es extraño que las uvas del descanso se convirtieran en las uvas de la ira.