Las seis claves del éxito blanco

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El Real Madrid compendió lo mejor de su repertorio en ataque (acciones ofensivas elaboradas y transiciones supersónicas coronadas por sus dos exteriores más talentosos, Llull y Carroll) para sumar su primer título copero en los últimos 19 años. Más allá de banderas, la final fue una oda al baloncesto de colores, en el que los blancos brindaron un acierto muy alto en ataque y buenas dosis de rugosidad en defensa. Pero al margen de los análisis conceptuales, el patido fue ganado por tipos de carne y talento. Pablo Lázaro Villar desenfunda su catalejo de lecturas en clave de basket para sintetizar y explicar el valor de las actuaciones más destacadas de los jugadores merengues.

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Las seis claves del éxito blanco

Pablo Lázaro Villar

20.febrero.2012

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Sergio Llull ofreció una dirección y anotación a la altura de los más grandes; no por casualidad fue escogido MVP de la competición Fuente de foto: ACB Media 



El Real Madrid es de nuevo Campeón. Suena raro, tanto que hacía cinco años que no podía presumir de ello. Exactamente desde junio de 2007, cuando se proclamó campeón de Liga también ante el Barcelona y en su casa. Aquel equipo lo comandaba Joan Plaza, un entrenador de poco nombre y mucho trabajo que aceptó la difícil tarea de relevar al sargento Maljkovic, empezaba a jugar unos minutos un joven llamado Sergio Llull y dirigían al grupo “El Monarca” Felipe y el mago Bullock. He querido echar la vista atrás porque hay varias similitudes entre aquel equipo y este, salvando las distancias:


– Pablo Laso es la primera clave. Un entrenador sin experiencia en un equipo de élite europea, que llegó para suplir la decepción del megaproyecto Messina con la idea clara de jugar alegre, vistoso, rápido. Un baloncesto de diversión que, evidentemente, tiene sus riesgos. La defensa es el punto débil del Madrid, pero en la final del Palau fue un muro infranqueable. En gran parte gracias a la pizarra de Laso, que sorprendió a todos.


– Felipe Reyes, el gran capitán. El mismo que cinco años atrás llevó a su equipo al título de Liga y Uleb, con la misma intuición para cazar rebotes y la misma fuerza para pegarse con quien sea en la pintura. El viernes, en el partido contra Fuenlabrada, sacó lo mejor de sí para decantar del lado blanco un choque llevado al límite por los cocodrilos naranjas. 27 puntos + 12 rebotes, 28 de valoración. Sobran las palabras. Quizá la fuerza de su padre, allá donde esté, le lleva a seguir a este nivelazo. Él puso la primera piedra.


– Novica Velickovic, la resurrección de “Nole”. Dicen que su fichaje fue condición sine qua non para que Messina fichara por el Madrid en 2009, tras hacerle un roto y un descosido al CSKA cuando aún estaba en Partizán. Llegó y deslumbró, pero sin razón aparente, Ettore lo traslado al puesto de 3…y se acabó. Desaparecido durante más de un año, perdió confianza y se sumaron lesiones que le impidieron incluso jugar el pasado Eurobasket. Fue operado de rotura de menisco y ahora ha vuelto con la fuerza de aquel chaval que llegó hace tres años como gran promesa, pero como 4. Lleva dos semanas a gran nivel y en esta Copa ha dado síntomas de entrar en la rotación para quedarse. Está enchufado y puede ser el mejor fichaje del Madrid en el mercado de invierno.


– Nikola Mirotic, “muñeca de seda”. El apodo made in Carlos Sánchez Blas le viene al pelo. Ya le conocíamos, pero la semifinal que se marcó contra Banca Cívica es para enmarcar. Cuando parecía que nadie aportaba, desde la casa que se ha puesto en cada esquina de los pabellones españoles clavaba triples sin parar. Disfrutémosle mientras esté aquí, que un tal Rose le quiere como pareja en sus Bulls.


– Jaycee Carroll, el bombardero mormón. No había tenido aún su día como madridista y él lo sabía. Pero ese día llegó en el momento más indicado. Saltó al parqué y dio una lección de baloncesto ofensivo de manual. Triples, bombas, fintas, penetraciones…para destrozar al Barça en un tercer cuarto imborrable que recordó al de Gran Canaria. 22 puntos y 27 de valoración en 18 minutos. 


– Sergio Llull, la locomotora. Aquel imberbe que tan bien supo encauzar Joan Plaza es hoy el nuevo Bullock. El ídolo de la afición blanca de base o de escolta, sabe pausar y acelerar a partes iguales, anoche se ganó a pulso el MVP con un recital de dirección y acierto en momentos clave. Los triples sobre la bocina del segundo y tercer cuarto son difícilmente olvidables. Es lógico que lleve el 23 a la espalda.

 



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