Épica y asombro

blogs-iconoacb-icono

El Caja Laboral certificó el asombro. Tumbó al vigente campeón de Europa en tres asaltos. La magnitud de su logro también se puede medir en comparaciones. Es como si la selección española le hubiese birlado el oro a EEUU en los JJOO de Pekín. Como si hubiese sido Corbalán el pionero español en la NBA. Como si Dominique Wilkins le hubiese ganado a Jordan la final de mates del 88. Una acción cartografiada en el país de las hazañas. Poco probable. Pero verosímil. De justicia, incluso.

***

Épica y asombro

Pedro Fernaud

 

CL3-RB0_01

 

En suma, su triunfo fue un homenaje a la esencia misma del deporte de la canasta: si compites, no eres inferior a nadie. El tercer partido tuvo coherencia con el desarrollo de la serie. Fue un continuo intercambio de golpes. Los mejores talentos de cada banda ofrecieron su versión más afinada. De un lado, Ricky (14 puntos+8 rebotes+5 robos+4 asistencias) y Navarro (18 puntos, 3 rebotes y 2 asistencias). De otro, Splitter (36 de valoración) y un pujante Eliyahu (18 puntos y 4 rebotes). Triunfaron los baskonistas. Ganaron con fe y un fanático de las canastas ganadoras apellidado San Emeterio.

 

3_campeones_Caja_Laboral

El Caja Laboral sumó su tercer título tras derrotar al Barça

con una serie sensacional (3-0). Fuente foto: acb.com


Antes de llegar a ese desenlace épico, hubo mucha trama que presenciar. De la sofisticada. El inicio del partido nos dio una pista de lo que sucedería después. Teletovic cogió la pelota más allá de la línea de 6,25, miró al aro y fintó con pies y mirada. La fuerza de la costumbre llevó a Morris a pensar que iba probar el triple. Pero era sólo una distracción. El ala pívot bosnio enfiló el aro como un leopardo y se colgó de la cesta.


Mate-mate-mate, gritaba el speaker de los baskonistas y la afición se fundía con el delirio, que tuvo continuidad en dos acciones positivas de Splitter y San Emeterio. Pero era pronto. No bastaba con que 9.700 espectadores abarrotaran el Fernando Buesa. Todavía quedaba mucha tela que cortar.


Enseguida, el Barça demostró porque es el sheriff del viejo continente y tomó el mando del marcador en el minuto 4 (8-10). Parcial que supieron estirar hasta un marcador (15-17), que sonaba a promesa de redención. Aunque los locales no querían ceder ni siquiera el primer trozo del pastel, de manera que Splitter y Eliyahu hicieron valer su clase en la zona para rubricar un primer cuarto acorde con su serie (22-18).


El despegue del segundo acto fue congruente con el final del primero. Eliyahu sacó galones de internacional y dio un curso de elegancia eficiente en la zona para estirar al máximo la ventaja de los suyos (28-20). Pero enfrente volvió a surgir un tipo para el que la presión es una pista de despegue. Pete Mickeal se puso el traje de pantera con fundamentos para anotar de casi todas las maneras imaginables. La primera mitad se cerró con dos tiros libres anotados de Oleson (que antes había fallado tres tiros libres seguidos). Balance: 41-36.


Los locales, paradojas, se movieron con ventaja en la exhuberancia anotadora. Pero cuando el partido se convirtió en un cruce de astillas corporales, el Barça recuperó terreno. La prestancia defensiva de los blaugrana pone en valor la magnitud del triunfo baskonista. Navarro empezó a anotar con fluidez. Y Rubio ponía la última canasta del tercer periodo, para colocar así por delante a su escuadra: 52-53.


Los baskonistas se crecieron en el desafío. Splitter siguió aportando cosas en la pintura y Eliyahu proseguía su exhibición. La liga parecía más cerca de los locales con un triple de Ribas (66-61). Un espejismo. Otra vez surgió la frecuencia anotadora de Navarro. Hubo tiempo, no obstante, para que los locales ganaran el partido por la vía convencional.


Eliyahu recibió un pase-flecha (perfecto de dirección y energía) de Marcelinho. Y lo levantó con el arco característico de sus tiros. Pero Morris se interpuso, en una acción de ambigua legalidad. Sea como fuere, los árbitros validaron el tapón y llegó el tiempo de la prórroga. Tiempo del desconcierto. También de gloria. Y suspense.

 

2_Splitter_MVP

Tiago Splitter fue designado MVP de las finales tras hacer un encuentro

colosal (36 de valoración). Fuente foto: acb.com


Con esas condiciones ambientales, Ricky dio un paso adelante. Sería más justo decir que tres. Se echó el equipo a la chepa y ofreció una lección de acierto multidisciplinar. Anotaba, asistía, robaba. En un verbo: lideraba.


Enfrente, Splitter seguía gobernando en las dos pinturas. Espoleado quizá por ese liderazgo, Teletovic resucitó (no había anotado desde la canasta inicial) y sumó 6 puntos seguidos para los locales. No obstante, el intercambio no era suficiente para contrastar la energía de los visitantes.


Basile fue a la línea de los tiros libres. Faltaban siete segundos. Anotó el primero y marró el segundo. Uno arriba para el Barça. A partir de ahí, empezó la jugada del partido. Del campeonato quizá. Una de esas acciones con material par forjar una leyenda.


Cogió la pelota San Emeterio. El hombre con cuerpo de alero, piernas de esquiador y  cabeza de cazador neolítico. El jugador cantabro ingresó en pista blaugrana. Dio dos botes y proyectó una sola convicción. Canasta. Esta pelota va a entrar aunque me tenga que dejar la espina dorsal en el intento.


Basile ‘chapó’ su lado bueno (la derecha) y confió en que la presión del momento ralentizaría la acción del pucelano de crianza. Erró. Con un latigazo en forma de cambio de dirección, San Eme ganó con comodidad el costado izquierdo de la canasta. Estaba solo. Pero la fuerza del instinto le hizo virar al carril derecho. Era el más difícil todavía.


Chico, te van a romper. Algo así debió pensar más de un aficionado baskonista. Consciente de la que había liado, el jugador hizo un escorzo en el aire, algo parecido a una canasta a aro pasado. Morris no estaba dispuesto a que su incursión quedara impune. Lo neutralizó en el aire. Un caza derriba a un caza. Lo normal sería que el escolta cántabro hubiese dispuesto de dos tiros libres a resultas de la acción.


Pero San Emeterio está hecho de una pasta especial. Por eso no abandonó el equipo cuando toda la gente de su club le abría las puertas este verano. Por eso anotó una canasta cuando tenía las dos manos de Morris haciéndole una ‘aguadilla aérea’. No le podían derribar. No se puede derribar un ‘corazón laboral’. No se puede detener así como así el orgullo y la humildad de la gente que cree en su trabajo y el de su gente. Luego, tuvo pulso de hielo para anotar el tiro libro adicional subsiguiente. Un punto que equivale a una liga, que, como dice Ivanovic, “rubrica el trabajo de muchos meses”.

 

1_San_Emeterio_Decisivo

Fernando San Emeterio decidió el partido con una acción repleta
de brillantez y valentía. Fuente foto: acb.com
Fernando San Emeterio decidió el partido con una acción repleta
de brillantez y valentía. Fuente foto: acb.com

 

De este modo, con épica y asombro, los baskonistas conquistaron su tercer campeonato de liga. Contra todo pronóstico. Con Tiago Spliiter como MVP de la final. Desautorizando leyes que hablan de probabilidad y proyección de rendimiento. Por suerte, las matemáticas nunca tendrán un lugar definitorio en el país de las hazañas. Con estas coordenadas, no parece descabellado pensar que un tal Juan Antonio (Madrid, 1954) sonriera complacido al ver este ‘improbable verídico’ por la tele. A veces el destino da un volantazo con sentido a favor de los que arañan los (casi) imposibles.