Elogio de la sincronía

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El diccionario dice que sincronía es la coincidencia o simultaneidad de hechos o fenómenos en el tiempo. De acuerdo a esta definición, la selección española es un decidido elogio a esa confluencia de fenómenos. Positivos, se entiende. Un partido más (y van siete victorias sobre siete partidos) el equipo dirigido por Scariolo funcionó como un mecano. Tanto en su actividad defensiva, con la que provocó 19 pérdidas de los brasileños, como en la ofensiva, donde desplegó su versión más coral. Navarro, con 13 puntos, fue el mejor pistolero. Pero en una selección así casi da vergüenza hablar de nombres propios. El equipo tiene algo de utopía hecha realidad. Jugadores ultra talentosos que defienden como lobos. Como si nunca fuese suficiente.

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Elogio de la sincronía

Pedro Fernaud

 

84.- ESPAÑA (21+23+20+20):
Navarro (13), Calderón (8), Vázquez (8), Mumbrú (9), Garbajosa (10) -quinteto inicial- San Emeterio (10), Ricky Rubio (7), Reyes (5), Claver (7) y Llul (7).
68.- BRASIL (11+23+21+13):
Alex García (5), Marcelo Huertas (2), Barbosa (12), Varejao (6), Giovannoni (8) -quinteto inicial- Machado (14), Dos Santos (5), Murillo Rosa (7), Neto y De Souza (9).

ESPAÑA (84): Navarro (13), Calderón (8), Vázquez (8), Mumbrú (9), Garbajosa (10), San Emeterio (10), Rubio (7), Reyes (5), Claver (7) y Llul (7).

BRASIL (68): García (5), Huertas (2), Barbosa (12), Varejao (6), Giovannoni (8), Machado (14), Dos Santos (5), Murillo (7), Neto y De Souza (9).

 

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Víctor Claver completó uno de sus partidos más interesantes en la victoria ante Brasil, con

buena actividad en las dos orillas del juego. Fuente de foto: Fernando Alonso, marca.com.

 

Enfrente, Brasil pagó la irregularidad de Barbosa, demasiado individualista, y el ataque de nervios de su técnico, Rubén Magnano. Tampoco ayuda su maldición con las lesiones. En este partido se lastimaron Huertas y Varejao (que sufrió un importante esguince en el tobillo derecho). Su baja se une a la de Splitter e Hilario, ausentes de inicio. Por suerte para los sudamericanos, inician el campeonato contra rivales de la ‘enjundia’ de Tunez e Irán, lo que les dará margen para estar a punto contra EEUU, frente a quienes se enfrentarán en el tercer partido del campeonato.


El choque de este martes despegó con un recital de Calderón. El base titular hizo honor a su condición y ofreció un tratado sobre la entrada a canasta: botar como si la pelota fuera un yoyó, cambiar el ritmo y la dirección como si fuera un jeroglífico y activar en el momento justo los muelles para encontrar fácil la canasta. Enfrente, Barbosa dejaba algún destello. Pero se enredaba en su individualismo. Es como si le pides a Messi que gané un mundial mientras sus compañeros miran (un suponer). Por muy bueno que sea, la mayoría de las veces acabará enredado en la malla defensiva de enfrente.


España tiene algo de organismo multicelular con inteligencia autónoma. Mitad robótico, mitad creativo. Consciente y sin egoísmos. Eso es lo que más sorprende de este grupo. Hemos visto selecciones con más talento por termino medio (la Yugoslavia de principio los 90, algunos equipos de la Unión Soviética de los setenta y ochenta), pero ni la mitad de regulares y motivados que estos chicos, que juegan como si los partidos fuesen una cuestión personal.


Cuando se quiso dar cuenta, Brasil palmaba por diez puntos (21-11 en el primer acto). En ese lapso, Navarro mostró su destreza pasadora y Vázquez su condición de pívot salvaje. Ora machacaba con rabia y plasticidad el aro carioca, ora taponaba un buen movimiento de Varejao en el corazón de la zona española.


El segundo acto estuvo más igualado. Mérito de Marcelo M.Machado, un triplista en serie (3 de 5 en este partido) que anota con la misma facilidad con la que Han Solo montaba bromas en aquella odisea galáctica. Tras el descanso, los brasileños dieron un paso adelante muy estimable en las capturas ofensivas (17 por 5 de los locales) y convirtieron esas segundas y terceras opciones de tiro en una victoria parcial (22-23).


Hasta ahí llegó su latigazo competitivo. Situados en ese punto, España enseñó su músculo defensivo, que acompañó al buen trabajo global que hasta ese momento habían desplegado Navarro y Garbajosa (que hizo su mejor partido de la gira con infinidad de intangibles) en ataque. Ricky, Lllull, San Emeterio, Claver y Reyes se anticiparon a muchas líneas de pase, cerraron mejor el rebote defensivo y ofrecieron un recital en forma de contraataques. Brasil no pudo con ese vendaval. Se escudaron en cierta parcialidad arbitral, que la hubo, para que vamos a mentir.


Pero con lloros y nervios (una cancha de baloncesto no es un ring de egos, señor Magnano) las cosas nunca mejoran. Lástima el esguince que se produjo Anderson Varejao. El tío es millonario. Pero irradia una simpatía natural en su actitud que le hace ganarse a la gente. No es casual la ovación que recibió cuando se retiró de la cancha.


Sea como fuere, el entrenamiento Jedi continúa a buen ritmo. Yoda Scariolo está contento y no tiene problema en traslucirlo. Pero conviene no relajarse mucho. En Madrid ya está descansado un Darth Vader de última generación, educado y talentoso, llamado Kevin Durant , que no sabemos si conseguirá gobernar el próximo Mundobasket pero que tiene toda la pinta de que sí lo hará con la galaxia NBA en la década entrante.


La grandeza de un equipo también se mide por la magnitud de sus adversarios. Antes, este viernes (20.30), Lituania se volverá a cruzar en el camino de nuestros sincronizados. Ah, después de esta victoria (84-68), España se llevó este Torneo de Logroño, que nos ha dejado la buena noticia de la afición al basket que aguarda tiempos mejores en la Rioja.