El partido de los pasos perdidos

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El baloncesto imita al arte como el arte imita a la vida. Una conclusión similar es la que transpira en el relato que Theobald Philips ha compuesto para explicar el épico triunfo del Balonceto Fuenlabrada ante el N.Novgorod: 73-70. El partido, disputado en la noche de este martes, aglutinó en sí elementos de tragedia griega (increíble el acierto triplista de los rusos en la primera mitad para desfigurar la defensa del Fuenla), grandes dosis de épica (como la ofrecida por Saúl Blanco, autor de 8 rebotes y 18 puntos que incluyeron ‘coast to coast’ de antología) y…Un merecido final feliz para los locales; adonde no llegan los recursos, siempre se puede poner cuarto y mitad de corazón naranja. Theobald nos explica todo esto con una heterodoxia y fluidez propia de poeta maldito. 

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El partido de los pasos perdidos

Theobald Philips

11.enero.2011

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Más vale llegar a tiempo que rondar un año. Robert Joseph, notable en su debut europeo, a punto de taponar a Yakovenko. Fuente de foto: www.fibaeurope.com


“La inspiración es decididamente hermana del trabajo diario. Estos dos contrarios no se excluyen en absoluto, como todos los contrarios que constituyen la Naturaleza. La inspiración obedece, como el hambre, como la digestión, como el sueño. Hay sin duda en el espíritu una especie de mecánica celeste, de la que no hay que avergonzarse, sino sacar el partido más glorioso, como los médicos de la mecánica del cuerpo. Si se consiente en vivir en una contemplación terca de la obra de mañana, el trabajo diario servirá a la inspiración»

Charles Baudelaire, “Consejos a los jóvenes literatos”

Bien, lo reconozco, la magia no existe. Es cierto que ya me lo había dicho Charles, el poeta francés, pero ha tenido que venir Porfirio, el coach segoviano, para demostrarme dos veces en tres días que hablaba de baloncesto (¿”Consejos a los jóvenes baloncestistas”?). Definitivamente, los milagros no se venden en el Carrefour de al lado del Pabellón Fernando Martín, se trabajan día a día en el parquet del mismo.

Empezó mal el partido para el Fuenlabrada, que parecía haber agotado el sábado sus reservas de concentración. Imprecisiones, fallos en tiros libres, faltas tempranas de Barton y Penney, blandura defensiva, todo ayudó a que el Nizhny Novgorod, muy centrado, cogiera pronto una cómoda ventaja. Claro, que un impresionante (e insostenible) porcentaje de triples, con sólo un fallo en ocho intentos, hizo tanto por esa ventaja como el deslavazado juego fuenlabreño.

Debutó Robert Joseph, solución provisional de los naranjas al mal fario interior del que adolecen, cuajando una actuación notable. De brazos muy largos y manos rápidas, ayuda en defensa con tapones y robos, siendo un recurso válido en ataque gracias a su movilidad. Provocó muchas faltas y, durante el final del primer cuarto, sus tiros libres fueron prácticamente el único recurso ofensivo local.

Como la diferencia rusa se mantenía imperturbable alrededor de la decena, Fisac prescindió en el segundo cuarto de sus dos descentrados bases, intentándolo con los pretorianos Cortaberría y Laviña. La mayor dosis de agresividad recortó algo la desventaja, si bien el poco acierto (con especial mención al tiro libre) hacía que nunca fuera menos de cinco puntos. Enfrente, el Novgorod seguía a lo suyo, con Paunic, Bremer y Protic estelares en el perímetro. Finalmente, un triple de Baranov volvió a dejar la cosa en 36-44, con lo que la victoria parecía misión imposible.

Pero en el segundo tiempo los jugadores del Fuenlabrada, como Bart Simpson, parece que tomaron Focusín. La defensa, clave para poder correr y soltarse en ataque, se volvió impenetrable. Los porcentajes del Novgorod se normalizaron y, de los exteriores clave del equipo ruso, sólo Protic mantuvo su aportación. De hecho Bremer, que en la primera parte semejaba un metrónomo sereno y certero, se desquició en el último cuarto convirtiéndose en el típico americano alocado que quiere ganar el partido él solo.

Los madrileños llegaron a tener hasta siete puntos de ventaja, pero los pívots del Nizhny encontraron debajo del aro el agujero que dejó la marcha de Laso al banquillo y, con Semen Antonov reivindicando las buenas sensaciones que dejó en el Eurobasket, el marcador volvió a igualarse.

Blanco, que explotó en su segundo partido (18 puntos, 8 rebotes), llevaba la voz cantante en Fuenlabrada, aunque un fallo en el tiro libre a falta de cinco segundos dejó la ventaja de su equipo en sólo tres puntos. Tras tiempo muerto de Lukic, Antonov falló un triple pero Paunic (“Chuck Norris: desaparecido en combate II”) cogió el rebote e intentó salirse al 6’75, cometiendo pasos (y fuera de banda). Lo cierto es que la infracción existió, que el árbitro la señaló de forma ostensible (soy testigo) y que la victoria se quedó (73-70), aunque el ruido, lo tarde que el árbitro griego pitó la infracción (ya se había llevado bronca de los Blues por ello) y los nervios de ver que el triple imposible entraba, hicieron que el Novgorod firmara el acta bajo protesta.

Para terminar, un toque de atención sobre las debilidades del juego interior del Fuenlabrada: (1) fue Saúl, con sus ocho capturas, el máximo reboteador del equipo; (2) la primera jugada al poste tuvo lugar mediado el segundo cuarto, siendo el resto de canastas de interiores a base de pick&roll (sin balones dentro, se dificulta el juego de perímetro); y (3) de nueve rebotes ofensivos que cogió el Fuenla, ninguno de ellos terminó en canasta (Novgorod sacó 15 puntos de 11 posibilidades). Esperemos “San” Ferrán y el ponche segoviano de trabajo diario ayuden a paliarlas.

 



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