El guerrero Nº13

El preciosismo del Real Madrid esteta del curso pasado no resultó suficiente para hacerse con la ansiada Euroliga, y la segunda derrota consecutiva en la gran final del Viejo Continente (esta vez ante la tropa amarilla de David Blatt, seguida de otro resbalón frente a la némesis culé en la final de la Liga Endesa) legitimó la creciente demanda de cambios desde la cúpula merengue. Nuevos ayudantes para Laso, correcciones en el estilo divertido y arrollador (que no sirvió para alzar los títulos, pero llenó el pabellón y guió al equipo hasta una nueva final de la Copa de Europa, con el mérito que ello supone) y nueva confección del róster. Replicando el modelo de los grandes trasatlánticos europeos de los últimos años (Barcelona incluido), tocaba plantilla de 13 jugadores. Las convocatorias llegaban al equipo blanco.

Los tableros de entrenamiento sufren la pujanza de Marcus. Fuente: realmadrid.com

 

Una de las escasas peticiones del entrenador que escuchó la directiva fue la de renovar a Marcus Slaughter. Señalado por Laso como el mejor defensor interior de Europa, el californiano permanecía así en el club de sus amores, a costa de un ostracismo total. La imagen del gigante con ropa de calle, observando los partidos desde la barrera mientras informaba puntualmente de sus peripecias vitales vía Instagram, se convirtió en un clásico del Barclaycard Arena.

Y en la barrera languideció el amigo Masacre hasta que el arranque al ralentí del equipo comenzó a inquietar al cuadro técnico. La defensa sesteaba, el atolondramiento del trío interior (con Reyes siempre en perfecto estado de revista) crecía, y el equipo sufría las consecuencias. Momento de buscar soluciones para reactivar a la tropa, momento de rebuscar en las profundidades del banquillo, momento del Guerrero Nº 13…

El impecable arranque en el Top 16 (roto el pasado 29 de enero, precisamente en la reválida ante el Maccabi) ha traído fogonazos de aquel Madrid del curso pasado, intenso en su mitad de cancha y efervescente en la ajena. Victorias en la siempre complicada guarida del Estrella Roja y en tierras germanas, grandes partidos frente a Galatasaray y a un Panathinaikos venido a menos. Y todo ello coincidiendo con la relevancia creciente de Slaughter en la rotación europea, con su movilidad (de valor incalculable en los cambios defensivos), su maestría en las ayudas y su intensidad inagotable. Intangibles que causan impacto, siempre al servicio del grupo.

El invierno ha despertado de su letargo forzoso al Guerrero Nº13.

@Juanlu_num7