El día que España fue Clint Eastwood

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España hizo su trabajo y tumbó con clamor a Francia (69-96). Lamentablemente, Francia no jugó con todos sus efectivos; dejó en el banco a Parker, Noah y Gelabale. Es lo que tiene el deporte profesional, entra en juego la especulación. Una actuación así sería inconcebible en las categorías de formación. Pero pensar más de la cuenta (también en una oposición, un cambio de tele o una propuesta a la vecina de al lado) no suele traer nada bueno. El caso es que, a pesar de la merma auto-impuesta de los galos, el partido tuvo historia…En la primera mitad, cuando ‘la roja’ sólo ganaba por un punto (38-39).

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El día que España fue Clint Eastwood

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Pedro Fernaud

12.septiembre.2011

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Rudy Fernández cuajó una completa actuación ante los ‘durmientes’ franceses. Fuente de foto: marca.com


España hizo su trabajo y tumbó con clamor a Francia (69-96). Lamentablemente, Francia no jugó con todos sus efectivos; dejó en el banco a Parker, Noah y Gelabale. Es lo que tiene el deporte profesional, entra en juego la especulación. Una actuación así sería inconcebible en las categorías de formación. Pero pensar más de la cuenta (también en una oposición, un cambio de tele o una propuesta a la vecina de al lado) no suele traer nada bueno. El caso es que, a pesar de la merma auto-impuesta de los galos, el partido tuvo historia…En la primera mitad, cuando ‘la roja’ sólo ganaba por un punto (38-39).


Los primeros veinte minutos permitieron descubrir el gracejo de una montañita de músculos (2’06 y 125 kilos) llamado Kevin Seraphin, que hizo el mejor partido de su torneo, dirimiendo un hermoso duelo con Marc Gasol en la pintura. El escenario del encuentro cambió con nitidez en el tercer acto. Rudy Fernández se puso la escafandra para hincharse a robar balones y hacer unas relajadas flexiones mientras machacaba el aro. El escolta balear también rubricó su partido más vistoso y sumó 15 puntos, aliñados con 3 robos y…6 asistencias. Por versatilidades así, en Dallas adoran la posibilidad de verle enfundado con la camiseta de los Mavericks.


Fue un partido para coger confianza y probarse, aunque fuese lanzando ganchos al aire. Sergio Llull también encontró la sincronía, para acoplar su velocidad supersónica a la sutileza que le conduce al acierto (9 puntos y 5 asistencias). Y así podríamos continuar. España demostró que es un equipo por el que sentirse orgulloso, que no especula como si un fuese ganador de dinero fácil en las (últimamente) volubles bolsas europeas. Nuestro equipo se pareció más a uno de esos vaqueros crepusculares, que todavía funcionaban a finales del siglo XIX, cuando la fiebre del oro hacía perder la cabeza a tantos buscadores, mientras que estos cowboys mantenían la entereza y el amor por el trabajo de cuidar el ganado (defensa, juego interior activo, con Ibaka más entonado ante los galos) y cuidar la tierra (interesantes rotaciones, con Navarro, otra vez como seguro de vida anotador).


En suma, España fue Clint Eastwood en ‘Sin Perdón’: calmado, sin dobleces y certero. Y Francia…Bueno, Francia prefirió ponerse a servir whiskis (acabó perdiendo por 27 puntos, 69-96) detrás de la barra y ponerse a especular con el dinero que podría hacer con esos vaqueros sedientos que acababan de entrar en su saloon (buscando a toda costa preservar a sus estrellones de lesiones y evitar a Lituania en el cruce de semifinales). Como premio, los galos tendrán un día menos de descanso que España entre cuartos y semifinales, si pasan, y…A Grecia, de rival. Cuestión de estilos.

 



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