El día que España empezó a mejorar su historia

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Por una vez, la selección española jugó en un pabellón abarrotado en este Campeonato Mundial de Baloncesto que se está celebrando en la República Checa. Hasta 3.000 espectadores presenciaron un encuentro trepidante, donde las españolas expresaron a calidad de sus recursos en este campeonato. Lo mejor de este equipo es lo que no reflejan las estadísticas: su espíritu. Su rugosidad competitiva. Como emblema de esta mentalidad sobresale Amaya Valdemoro, que a sus 34 años sigue siendo la líder natural de este grupo, por cómo contagia su defensa, y por cómo anota, con una variedad de recursos casi inagotable, producto de su técnica y de su confianza. Una líder pues cuyos intangibles generan contagio entre sus compañeras, algunas de las cuales están en su mejor versión. El partido puso de relieve también la buena mano del seleccionador, José Ignacio Hernández, para administrar el talento de sus jugadoras.

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El día que España empezó a mejorar su historia

Pedro Fernaud

28.septiembre.2010

 

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España hizo valer su orden, descaro y facilidad defensiva para ganar nada menos que

a las anfitrionas del campeonato y una de las mejores selecciones del planeta. Una de

las destacadas de las nuestras fue Ana Montañana, cuya habilidad pasadora

cautiva partido a partido. Fuente de foto: www.annamontanana.com

 

El partido empezó con un importante achuchón físico de las rivales. No en vano, en su quinteto inicial contaban con cuatro jugadoras por encima de los 1,90, lo que trasladado al baloncesto masculino equivaldría a salir con un quinteto conformado por cuatro hombres por encima de los dos metros. Amparadas en su poder intimidatorio en defensa y en su mapa táctico en ataque estático, las locales se beneficiaron del apoyo del público y la inspiración de algunas de sus jugadoras, como Viteckova y Ferancikova , para coger ventaja en el marcador. Su impulso les duró hasta los últimos minutos de la primera parte.


Entretanto, la selección aguantó el tirón gracias a su cabeza de acero. Al final, un partido del baloncesto tiene algo de combate de boxeo. En determinadas fases del mismo, tienes que aplicarte en encajar golpes (canastas) y esforzarte por no perder ni la calma ni la actitud. Si consigues esa regularidad, si no te desenchufas del encuentro, acabarás teniendo tus opciones dentro del mismo. Eso hizo España. A estas alturas decir que las nuestras leyeron muy bien la primera línea de pase para anticiparse a él suena a obviedad. Como señalar que el Barcelona de fútbol lleva la iniciativa de un partido o que Meryl Streep es una de las mejores actrices de la historia del cine. De tanto constatar esas realidades, decirlo se convierte en un afortunado lugar común.


En ese lugar, nuestras jugadores se mueven con el chuchillo entre los dientes y la sutileza de Holly Golightly (aquella elegante dama de vida disoluta cuyas andanzas se relataban en ‘Desayuno con Diamantes’) para sisar balones a unas contrarias que, en su afán por llegar rápido a la cesta contraria, ignoran que enfrente tienen a un equipo solidario, concentrado y dotado con una especial pericia para montar contraataques fáciles gracias a su habilidad para interrumpir posesiones contrarias.


Esa sincronía defensiva y la lucidez del seleccionador (que lee con claridad los partidos y explica las tareas a sus jugadoras con una sencillez muy recomendable cuando tus trabajadoras están con el corazón batiendo olas) fueron cruciales para llegar con vida a la orilla del ecuador del encuentro. Aunque el verdadero factor diferencial lo tenemos que personificar en dos jugadoras: Amaya Valdemoro, máxima anotadora del partido con 25 puntos, y Sancho Lyttle, que capturó 19 rebotes y anotó 18 puntos.


En relación a anteriores campeonatos, la incorporación de Sancho a este grupo le ha conferido un equilibrio exterior-inferior que dificulta mucho las defensas de los equipos rivales y que hace mucho más estable nuestra producción ofensiva. Su jerarquía es tan grande que ambas lideran la lista de máximas anotadoras del campeonato.


Sancho ocupa el primer lugar con 19,6 puntos por encuentro, mientras que el flamante fichaje del Rivas Ecópolis tiene la medalla de plata de esa clasificación, con una media de18 puntos por velada (¡en una media de poco más de ventitrés minutos!). De todos modos, España tampoco se puede quejar de las actrices secundarias en este reparto, cuya actuación fue un factor capital para llegar al descanso con una ventaja de cinco puntos (37-32). En ese capítulo, merecen mención propia la defensa de Cindy Lima y el tempo efervescente en la dirección de Nuria ‘Elegancia’ Martínez.


Las checas no se resignaron a su suerte. Apretaron los dientes y subieron la exigencia física, pero no fue suficiente. Enfrente, España movía el balón con inteligencia y fiaba sus puntos a sus dos jugadoras ‘faro’: una alcobendense que hace del descaro un arte y una caribeña que no conoce el significado de la palabra conformismo.

 

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Un día más, Amaya fue la referencia anotadora y el alma de la selección española, a la que volvió

a liderar con su empuje y calidad hasta sumar 25 puntos. Fuente de foto: marca.com

 

Aunque lo mejor estaba por llegar. En el último cuarto, España apretó su acelerador defensivo y las jugadoras checas se ofuscaron. Es muy duro que no te salgan las palabras en la fiesta que tu gente ha preparado para celebrar tu arte…El viejo problema del exceso de expectativas. Algo de eso sabe Alba Torrens (generación del 89), la gran esperanza del baloncesto español para el decenio que empieza. El año pasado Alba ya dejó muestras de su talento en el europeo. Y, tras un periodo de acoplamiento a la estela de Amaya, en el mundial también está dejando destellos importantes de su clase en el uno para uno, así como de su implicación defensiva.


La compañera de Sancho Lyttle en el Perfumerías Avenida nos deleitó con algunas acciones de mérito, como un alley hoop especialmente vistoso, acción que luego imitaría la propia Sancho, siempre en sincronía con las pasadoras ‘lógicas’ del equipo, como las bases Elisa Aguilar o Laia Palau. Aunque si tenemos que hablar de una jugadora que en cada partido emociona por su entendimiento del juego y destreza pasadora, ésa es Ana Montañana. Ana es la sexta mejor pasadora del campeonato (la segunda entre los ala-pivots), con una media de 3’2 asistencias por encuentro.


La jugadora del Ros Casares es una mezcla entre Toni Kukok y Hellen Mirren. Del primero tiene la elegancia y el talento para asistir con acierto en las situaciones menos predecibles. Y de la segunda, esa serenidad y estilo que transfieren la impresión de que lo que hace es fácil.


El resultado de tantas versiones óptimas, se concretaron en un parcial de 15-0 en el último cuarto, definitivo para definir la suerte del partido y alimentar nuestro optimismo. Eso sí, ahora que las cosas vienen tan de cara, convendría no pecar de triunfalismo y guardarle el respeto a la competición. Encontrar un equilibrio entre las buenas sensaciones y la prudencia, porque no todos los partidos van a venir tan de cara, y para salir de esos trances será necesario guardar en el depósito mental buenas dosis de humildad y combatividad.


Este miércoles, frente a Rusia (a las 20.45, Marca TV), será una buena piedra de toque para evaluar cómo evoluciona el momento dulce de nuestra selección. Por de pronto, el partido de este martes dejó el aroma de choque ‘campeonato base’ Uno de esos partidos que marcan un punto de inflexión en la trayectoria de una selección. No en vano, esta misma generación de jugadoras checas (que, recuerden, juegan en casa), ya fueron campeonas de Europa hace cinco años. Un argumento más para avivar el sueño…