‘Durántula’ continua su evolución hacia el trono de emperador de la NBA

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28.9 puntos por velada. Esos son los guarismos anotadores que acumula Kevin Durant a día de hoy en la mejor liga del planeta. Unos guarismos que le permiten ostentar la condición de máximo anotador de la liga, cuando estamos muy cerca de frisar los dos primeros tercios de la competición regular. ‘Durántula’ no está sólo en la cima del acierto. Bastante cerca de él, figura un prodigio de la naturaleza llamado Amar’e Stoudemire (26.2 puntos por noche), la tercera plaza en el podio de anotadores corresponde a LeBron James, que ha colocado a Miami como tercer mejor equipo con balance ganador gracias, entre otras cosas, a su facilidad para ver aro (26 puntos); rivalizando al lado de él (en sentido real y figurado) está Dwyane Wade, que sólo anota tres décimas menos de puntos ‘El elegido’. Cierra esta gloriosa lista, su majestad Kobe (25.7), al que a veces le puede el síndrome Rambo (esto lo arreglo yo sólo), pero del que no se puede negar su compromiso con su equipo y el liderazgo que ejerce sobre unos Lakers que, en una temporada mediocre, figuran como cuarta mejor escuadra de la liga. En este artículo, te invitamos a que conozcas mejor al anotador más ‘sanguinario’ de la liga.

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‘Durántula’ continua su evolución hacia el trono de emperador de la NBA

Pedro Fernaud

3.febrero.2011

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Silencioso y elegante, la capacidad para anotar (y mejorar a su equipo) de Kevin Durant no parece tener fin Fuente de foto: media.oregonlive.com

 

Kevin Durant: ‘Durántula’ es el animal más mortífero y elegante. Como sucede con su equivalente en el reino animal, la tarántula, estamos hablando de un animal extremadamente grande (2’08) pero al mismo tiempo muy ágil y con un dinamismo y poder mortífero (en su caso con el tiro) que complica su defensa. Para la mayoría de los aficionados y expertos, es el príncipe de facto la NBA.



En esa línea, se ganó la admiración de medio planeta en el Mundobasket de este verano, donde condujo a los EEUU a la consecución de la medalla de oro gracias a su facilidad para ver el aro como una piscina y sumar puntos en los momentos más comprometidos de los partidos. Anota a poco que le concedas medio palmo de ventaja. No es que sus defensores se lo den, es que él se los fabrica con sus depurados fundamentos.


Asombra con su facilidad para el lanzamiento de larga distancia. Arma rápido el brazo y la mayor parte de las veces con acierto. Si te excedes en el celo taponador, la ex estrella de la Universidad de Texas pone el turbo a canasta y machaca el aro. Le basta con alargar sus interminables brazos. La naturaleza puede ser engañosa. Detrás de su aspecto delgado y apenas musculado, se esconde una fisonomía fibrosa, pilotada por una cabeza privilegiada: “No, señor, yo no soy una estrella de la NBA. Esa es una categoría reservada a gente como LeBron James o Chris Paul, yo todavía no merezco estar en ese grupo”.


Por delante de su año en el draft, 2007, salió escogido Greg Oden, una montaña de músculos que parecía más afortunado en el reino de las bendiciones físicas. Pero ya lo veis, mientras Greg está luchando por volver a jugar, con las rodillas hechas lejía, la estrella de los Oklahoma Thunder (Seattle Supersonics cuando Durant jugó su primera temporada como profesional) ha guiado a su equipo hasta cotas que ni cabían en la imaginación de los aficionados; en el momento de escribir este artículo, Oklahoma posee el octavo mejor récord ganador (30-17) de la liga (de treinta equipos que componen la competición).


Cierto es también que en torno a su pujante figura se ha nucleado un equipo bastante apañado. Su también compañero en la selección estadounidense, Russell Westbrook, es otro manantial de anotación (22.6 puntos por velada), con un estilo eléctrico que hace pensar en un marine cuya dedicación en la mejora hace pensar que el margen de evolución de este equipo no ha llegado a su techo.


James Haden también hecha un cable en la anotación exterior, mientras que Jeff Green, Serge Ibaka y Nenad Kristic garantizan un decente temple competitivo en la pintura. Llegados a este punto, también merece reseñar que Durant tampoco es manco en la faceta reboteadora, donde suma el mismo número de capturas que el ‘español’ Serge Ibaka (6.70 rebotes por encuentro).


Lo mejor que se puede decir de su equipo es que es una empresa pujante, hasta el punto de que ha ido escalando posiciones a lo largo de la temporada, por lo que no es descabellado pensar que pueda acabar rebasando a equipos que tiene a tiro de piedra, como Dallas, Orlando o Chicago. Aparte de por su humildad y elegancia, Durant se gana la simpatía de los aficionados por la facilidad con la que hace natural lo más complicado. Es el sello de los jugadores especiales.

 

 

¿Qué hace falta para que el príncipe se convierta en el rey de la liga? Conseguir que su manada sea la número uno (lo legal, lo admirable es haciendo crecer a tu equipo desde –casi- la nada, no queriendo ir por el camino fácil como algunos presuntos ‘chosen one’ de este mundo).



El aroma legendario de una estrella se forja del hecho de guiar a tus compañeros hacia un paulatino liderazgo global y colectivo. Lo consiguieron en su momento gente como Bill Russel, Magic Jhonson, Larry Bird, Magic Jhonson o Tim Duncan…Y tiene toda la pinta de que el señor Durant está hecho con el material de los más grandes. Mientras llega su entronización definitiva, disfrutemos del camino, admiremos sus silenciosos momentos de belleza en la anotación.

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