Doctor J: autoritarismo aéreo, arte en las fintas

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La mejor liga del planeta también tuvo una época de dudas y dispersión. Un tiempo en el que compartía los favores de los aficionados con otras ligas profesionales, fundamentalmente con la ABA. A esa época pertenece el legado (inicial) de Juluis Winfield Erving II (Roosvelt, Nueva York, 1950). El Doctor J, apodo que ya tenía en el instituto Roosvelt, mejoró para la siempre la salud del baloncesto estadounidense gracias a su voracidad anotadora. Erving enfilaba el aro con una confianza inabordable. Sus recursos físicos y agilidad eran colosales para la época.

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Doctor J: autoritarismo aéreo, arte en las fintas

Pedro Fernaud

 

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El Doctor J era un genio en el arte de convertir el baloncesto espectáculo. Sus imaginativas

entradas a canasta, con la que llevó al título a los Sixers en el 83, perdurarán en la

memoria colectiva de las próximas generaciones. Fuente de foto: nba.com


La mejor liga del planeta también tuvo una época de dudas y dispersión. Un tiempo en el que compartía los favores de los aficionados con otras ligas profesionales, fundamentalmente con la ABA. A esa época pertenece el legado (inicial) de Juluis Winfield Erving II (Roosvelt, Nueva York, 1950). El Doctor J, apodo que ya tenía en el instituto Roosvelt, mejoró para la siempre la salud del baloncesto estadounidense gracias a su voracidad anotadora. Erving enfilaba el aro con una confianza inabordable. Sus recursos físicos y agilidad eran colosales para la época.


Estaba entorno a los 2.00 metros de altura (entre 1’98 y 2’01 según quien compute su talla), pero sus músculos y su capacidad de salto le facultaban para anotar canastas inéditas en la imaginación colectiva. Hoy te acercamos a uno de los pocos hombres que puede presumir de haber sido campeón en la ABA, donde consiguió el título con los New Jersey Nets (en 1974 y 1976), y en la NBA, donde cnsiguió su preciado anillo con los Phiadelphia 76ers en 1983 (uno de los tres que posee la franquicia y el último que ha conquistado hasta la fecha).


El Doctor J era un espectáculo en movimiento. El precursor (y en muchos casos también el inspirador) de genios como Magic Jhonson o Michael Jordan. Tenía un tiro bastante fiable, pero donde de verdad deslumbraba era en las entradas a canasta. Nunca sabías por donde te iba a salir. Jugaba con una confianza insultante. Y dominaba la pelota, tanto por su excelso bote como por su ‘manía’ de agarrar la bola con una sola mano, como si fuera una mandarina. El balón era un juguete en sus manos. Y el público entraba en trance cuando contemplaba sus jugadas.


En más de una ocasión, culminaba los contraataques con machaques dignos de un concurso de mates. No por casualidad ha sido durante muchos años miembro destacado del jurado que decide quien se lleva el premio al mejor dunk. Su actitud también supuso una revolución para la época. El doctor J hacía de su negritud algo más que una cuestión de identidad.


Lo convertía en un motivo de orgullo. Sobre todo al principio de su carrera, cuando el conflicto racial todavía estaba latente en su país. Alto, confiado, con el pelo afro inmune a la peluquería, dibujando trayectorias imposibles en el aire y la mayor parte del tiempo mascando chicle. La suya era una actitud desafiante y juguetona, perfecta para ganarse las simpatías de la gente y la adoración de su comunidad.

 

 

 

Lo ganó todo a escala individual y colectiva. En el primer apartado, fue elegido MVP de la NBA en 1981 y jugador más valioso de la ABA en 1974, 1975 y 1976. También fue MVP del All-Star Game en 1977 y 1983. Jugó 11 veces el All Star (partido de las estrellas). Y figuró en 5 ocasiones en el de la ABA. Tras retirarse en 1987, fue elegido en 1996 como uno de los mejores 50 jugadores de la historia de la NBA. Y desde 1993 es miembro permanente del Basketball Hall of Fame (Salón de la Fama). Aunque lo que de verdad singulariza su trayectoria son su logros colectivos. Como ya hemos señalado, ganó 2 campeonatos de la ABA (1974 y 1976) y un anillo de la NBA (1983).


Para hacerse una idea de su carácter multidimensional, merece la pena señalar este dato: ha sido uno de los 5 únicos jugadores que en toda la historia de la NCAA (Liga Universitaria Estadounidense) ha sido capaz de promediar más de 20 puntos y 20 rebotes por partido. Luego en la ABA, dominó el juego y los favores del público primero con los Virginia Squires (1971-1973) y luego con los New Jersey Nets (1973-1976), con los que hizo la travesía a la NBA, en una especie de reunificación (encubierta) entre la ABA (acuciada por las deudas) y la NBA.


Aunque donde su trayectoria como jugador NBA alcanzó su mayor trascendencia fue en los Philadelphia 76ers. Allí maravilló al respetable con su autoritarismo aéreo (era imposible neutralizar sus canastas cuando ya había emprendido el vuelo) y su vena imaginativa cuando se trataba de cambiarse el balón de mano. O su virtuosismo para convertir la pelota en un objeto de arte. Gracias a sus enormes manos y la versatilidad de su juego, el Doctor Espectáculo ampliaba la paleta del juego ofensivo: ahora un mate a una mano elevándose sobre tres defensores, luego una canasta impensada a aro pasado, después un contraataque finiquitado con un mate de espadas a dos manos.


También merece mención propia su habilidad para engañar al defensor por medio de fintas al empezar la entrada a canasta (ahora de pies, luego de tiro), incluso cuando estaba en el aire, con rectificados desconocidos para la época. No es casualidad que durante decenios este doctor del amor al juego se haya convertido en una referencia para los ‘matadores’ de la liga. Asombra comprobar como la mayoría de los mates que han dado los concursos de ‘dunks’ el ya los practicaba con naturalidad en medio de la presión competitiva de un partido. Un rasgo más de su pegadiza leyenda.