Desgarro y orgullo en una montaña rusa, con lo peor y lo mejor de este grupo

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Después de 16 años mojándole la oreja a los argentinos, España perdió el partido por el quinto partido. Lo hizo de una manera desordenada, presa primero de la apatía y luego de un cierto exceso de revoluciones. El grupo que conquistó el mundo y Europa se ha vuelto demasiado vulnerable en este campeonato. Varios jugadores importantes parecen haber dejado de creer en sí mismos. En medio de ese caos emergió un hombre que también ha vivido su particular calvario esta temporada: Rudy Fernández, autor de 31 puntos, 8 rebotes y 3 asistencias, entre su energía y la de Llull y San Emeterio la selección casi remonta un partido que llegó a perder por 25 puntos.

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Desgarro y orgullo en una montaña rusa, con lo peor y lo mejor de este grupo

Pedro Fernaud

12.septiembre.2010

 

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Rudy Fernández fue el hombre más destacado del partido por parte española,

con 31 puntos y 8 rebotes. Fuente de foto: marca.com.

 

El partido estuvo comandado por dos superclases llamados Luis Scola (22 puntos y 11 rebotes) y Carlos Delfino (27 puntos). Entre ambos inclinaron la balanza a favor de la albiceleste en una primera parte para olvidar. Mientras, España se daba a la melancolía y sufría la baja (por molestias en la espalda) de su reserva espiritual de este campeonato, JC Navarro, que veía impotente como el estilo canchero (competitivo) de los sudamericanos arrollaba a unos dispersos españoles.

 

En ataque las cosas tampoco funcionaban, si exceptuamos algún destello de Marc y la facilidad anotadora de Rudy. El equipo carecía de dirección (Ricky volvió a estar fuera de combate y esta vez sólo fue capaz de dar una asistencia), hasta el punto de haber perdido nueve balones en el ecuador del partido (al final fueron 13). Así las cosas, el marcador se puso furiosamente adverso (34-59).

 

Las gradas eran un congelador. Pobladas en su mayoría por españoles. Una hinchada que asistía perpleja e indignada al espectáculo. Tanto fue así que un sector de la afición empezó a corear un “Scariolo dimisión”. No sabemos si activado por ese resorte o, lo más probable, por su corazón indomable, Rudy las empezó a enchufar de todos los colores. También a robar balones que sólo se sisan cuando tu mente, tu corazón y tu cuerpo trabajan al máximo de sus posibilidades.

 

Una máxima que tienen bien interiorizada San Emeterio (8 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias) y Llull (7 puntos y 3 asistencias), cuya energía y combatividad también fueron claves para reconducir la situación a la velocidad del relámpago. Fueron seis minutos de antología: de orgullo y determinación ganadora. Pero no fue suficiente, los argentinos se repusieron e hicieron valer la ventaja que llevaban en el choque. Y el resto del partido certificó que nuestra selección se ha dejado jirones de alegría y confianza en este Mundobasket. Eso sí, cuando más se aprende es de los grandes batacazos. Ojalá este grupo de jugadores lo tenga presente estos meses y el próximo verano, en el Europoeo de Lituania, veamos una versión renacida de nuestro equipo.