Cuatro días no bastan

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No es de recibo hablar de urgencias en el segundo partido de la temporada pero lo cierto es que, después de la cara que ambos equipos habían dado en su primera cita de esta Liga Endesa 2013/2014, por circunstancias bien distintas, tanto colegiales como pucelanos afrontaban este sábado una auténtica reválida, la de recuperar la confianza en el proyecto recién estrenado. Contra todo pronóstico, pudimos disfrutar de una lucha de poder a poder, que se saldó con una trabajada -demasiado trabajada- victoria de Estudiantes ante el last minute Valladolid.

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Cuatro días no bastan

Theobald Philips

21.octubre.2013

 

Foto: ACB Photo / A. Martín

 Quino Colom paró, templó y mandó. El andorrano consiguió su record de valoración ACB (28)

Contra todo pronóstico, sobre todo después de la pobre impresión que, en lo más parecido a un entrenamiento con público que yo había visto en mucho tiempo, el Valladolid había dejado el martes pasado en este mismo parquet, dando un auténtico recital de balones pasados a la grada. El que más y el que menos, entre los locales, daba el partido como una fiesta de estreno en casa, en la que los suyos demostrarían que lo de Málaga había sido un tropiezo y no una debilidad estructural, y que un temporadón como el que casi hasta el final había hecho el año pasado el equipo de la calle Serrano, era posible.


Y se lanzó el balón al aire y, a pesar de los dos tiros libres fallados por Ivanov en la primera jugada, la sensación era que equipo, con juego de equipo, sólo había uno. Como si estuviera en mi habitual Fernando Martín hace un par de años, Rabaseda rompía el aro y Colom cortaba la zona vallisoletana como un cuchillo caliente la mantequilla, anotando cómodas bandejas o sacando el balón a alguno de sus compañeros mejor ubicados. Por su parte, Ivanov daba un auténtico recital interior superando una y otra vez a sus pares y anotando 7 puntos prácticamente consecutivos, recordándonos al añorado rey Kaloyan.


Sin embargo, cuando a falta de 2’46” se pidió el primer tiempo muerto, el marcador era de 13-13 ¿qué había pasado? Básicamente, habían pasado cuatro días; cuatro días en los que los chicos de Ricard Casas habían tenido la oportunidad de conocerse, de aprenderse un poco más los sistemas y de conseguir colocar un hombre donde el martes solo había un hueco. Si, no era un juego de florituras grupales, sino de soluciones eminentemente individuales, pero había algo más parecido a un equipo de baloncesto en cancha. Y eso hacía que, cuando los perros de rojo saltaban a las ayudas defensivas a ocho metros de su aro, pero no recuperaban, se encontrase a alguna camiseta violeta sola, normalmente la de Akeem Wright (10 puntos en este cuarto).


Para colmo de males en Estudiantes, salió Vasilopoulos. El griego, a quien el martes habíamos podido ver como un grandísimo jugador al que el cuerpo no es capaz de seguir el ritmo baloncestístico de su cabeza, se colocó en el cuatro, amargando a Ivanov (que no volvió a anotar hasta el tercer cuatro) y deleitándonos con dos fade aways de los que firmaría el mismísimo Mark Aguirre. Valladolid mantenía el pulso a Estudiantes, igualando a 20 cuando sonó la primera bocina.


En el segundo cuarto, Panagiotis continuó con su recital, secando la pista búlgara del Estudiantes y añadiendo 5 puntos más, también sin fallo (3/3 2p, 1/1 3p), a su casillero. Sin embargo, Marko Banic sustituyó a un desigual Nogueira, dejando en evidencia los movimientos laterales de Sinanovic y yéndose a los 12 puntos. Anulado el esfuerzo griego por el croata, las tablas se mantuvieron hasta el descanso (40-38). A esas alturas, Colom llevaba ya 8 puntos con un 100% de efectividad y 4 asistencias, haciendo además jugar a su equipo, que se atasca en exceso cuando es Fernández el que toma la manija. Estudiantes tenía un 62% en tiros de campo (72% 2p), pero se desangraba en una herida de 6 pérdidas, en la que Valladolid hurgaba con 5 recuperaciones y un 52% de efectividad.


En el tercer cuarto, Estudiantes apretó las tuercas en defensa, con especial mención a la labor de Rabaseda sobre un Akeem Wright que, prácticamente, no volvió a anotar. En estos diez minutos, los locales perdieron solo un balón provocando, sin embargo, que los pucelanos lo hicieran 7 veces (2 más que en todo el primer tiempo). Por primera vez en el partido, la ventaja estudiantil se movía en los 6 puntos lo que, visto lo visto, parecía definitivo. El fuelle de Valladolid se había terminado desperdiciando en los últimos 30”, por dos veces, la oportunidad de acortar el tanteo: primero, en una jugada embarullada que terminó con Johnson haciendo no se sabe muy bien qué en el centro de la zona y luego, tras el taponazo de Sinanovic a Ivanov, cuando el gigante bosnio pasó el balón al banquillo en vez de a su base que se lanzaba al contrataque, dando a los de Vidorreta un ataque de dos segundos que Banic aprovechó para cerrar el 62-54 con el que se paró el juego.


En el último cuarto, Colom no dejó que el partido se le fuera. De su mano, Estudiantes dominó el ritmo de juego, manteniendo el nivel defensivo y haciendo que, en ataque, Nogueira e Ivanov se hicieran grandes en la zona y que Kuric maquillara su estadística. En Valladolid, Casas mantuvo durante demasiado tiempo en pista a Vilhjamsson en detrimento de Porta, lo que la fluidez de su equipo notó en demasía. Vasilopoulos, desplazado al puesto de tres donde su talento no puede suplir la falta de movilidad, dejó de ser diferencial, siendo su fajador compatriota Haritopoulos la única opción fiable. Demasiado poco para remontar.


80-66 terminó el encuentro, dejando demasiadas dudas sobre si Estudiantes va a tener suficiente como para no sufrir. Hay hombres como Miso (desaparecido) y Kuric (muy apagado cuando se estaban peleando las habichuelas) que tienen que aportar mucho más desde fuera, para hacer que sus talentosos interiores Banic e Ivanov tengan más espacios. Así mismo, Nogueira tendrá que dar un paso adelante, pues su talento y cualidades físicas ahora mismo no son determinantes; tiempo tiene, pero que no lo desaproveche. Otro peligro puede ser la Colom-dependencia, visto el papel de un Jaime Fernández que, si ayer tuvo la coartada de las faltas rápidas, tiene que mejorar mucho en lo que de dirección de equipo se trata.


En Valladolid, dentro del desastre hay que resaltar una nota positiva. Con solo cuatro días de trabajo, ha habido una sensible mejora. Sus jugadores, por encima de méritos y capacidades, parecen muy implicados y echan el resto, hasta donde les da. No creo sinceramente que les de para mucho, porque hay lo que hay, pero quizá sirva para hacer. por lo menos. soñar en milagros a la parroquia pucelana mil partidos después.