Cuando los jugadores no van al partido

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“Ha sido un partido inesperado”, dijo Pedro Martínez en rueda de prensa. Y desde luego que lo fue, si contamos con que el equipo visitante fue despedido con aplausos mientras que los locales, perdido no solo el partido sino también lo que ha sido siempre la seña de identidad de este equipo, tenía que marcharse cabizbajo entre una lluvia de silbidos. “Una primera parte vergonzosa”, apostilló Trifón. Y donde hay entrenador, no manda cronista…

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Cuando los jugadores no van al partido

Theobald Philips

3.febrero.2013

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Metáfora del partido… Fotógrafo / fuente de foto: Fran Martínez / www.fuenlafreak.com 


Y el caso es que en los primeros minutos de juego la cosa no parecía que iba a terminar como terminó. Fuenlabrada empezó en la estela de sus anteriores partidos, aparentemente enchufado, con sus jugadores muy abiertos y el balón circulando con precisión para encontrar posiciones liberadas en el 6’75, primero de Mainoldi y luego de Valters. Espejismo. Herbalife Gran Canaria solo estaba calentando motores, y a pesar de que Spencer Nelson no parecía muy inspirado, Newley, Bellas y Toolson pronto empezaban a hacer huecos en la cada vez más diluida defensa local.


El marcador se apretó primero -10-10 a mitad de cuarto-, y empezó a inclinarse cual torre de Pisa del lado visitante después. La defensa pío-pío seguía subiendo enteros, ayudada por el empecinamiento del otrora cuasi-barcelonista Feldeine y del descentrado Kristaps Valters de intentar solucionar la papeleta ellos solitos. Ya no circulaba el balón, ya no había posiciones claras, solo tiros al aire; fue un 2/11 en tiros de 2p de Mad-Croc (se merecen hasta que se nombre al patrocinador moroso…), que los de Pedro Martínez castigaron sin piedad en apenas 4 minutos con un parcial de 4-16, para cerrar al bocinazo en 14-26 (7 a 41 de valoración).

El segundo cuarto ahondó aun más en la herida, con un Gran Canaria que parecía ir de 15 abajo, por la agresividad tanto defensiva como ofensiva que mostraba, y un Fuenlabrada para el que el aro tenía una tapadera de hierro(3/8 2p y 1/9 3p), con hasta dos triples consecutivos que saludaron de lejos al canto del tablero mientras salían dulcemente por la línea de fondo. Daba igual que entraran Colom o Sergio Sánchez, pues el equipo no cogía ritmo en ataque y era un auténtico coladero en defensa. Fueron los minutos estelares de Xavi Rey, que ya fuera jugando al poste bajo o haciendo la continuación al bloqueo, se merendaba a los pívots fuenlabreños encestando 5/5 en estos 10 minutos.

La grada se quejaba de la diferencia de faltas, 3 a 11, pero es que era imposible que el Herbalife hiciera faltas con el quinteto del Fuenlabrada haciendo un homenaje a la selección de balonmano campeona del mundo, todos quietos alrededor de la línea de tres puntos sin intentar un corte, una penetración, algo. ¿He dicho balonmano? Quise decir balonmalo, que la cosa se fue a las duchas con un ¡¡¡4-83!!! de valoración (-3 a 42 en el cuarto) para un tanteo de 23-53.

Impotencia, impotencia que ni el vestuario se curó pues, cuando volvieron los equipos al parquet, las sensaciones eran las mismas: parecía que era Gran Canaria quien iba detrás, quien tenía que remontar, quien tenía que cambiar algo en el partido. Así, aunque Rey no mantuvo el nivel estratosférico del segundo cuarto, daba igual: las metía Toolson, o Scheyer, o Guerra, o se daba a Nelson la oportunidad de no defraudar a sus Supermanagers… A 3’16”, la diferencia era de 41 puntos (33-74) y, con al ponerse colorados los tableros, de 36 (45-81). Como curiosidad, el primer bloqueo y continuación del Baloncesto Fuenlabrada tuvo lugar a falta de un minuto para terminar este cuarto, y tuvo que ser el hasta ayer desterrado Adrián Laso, quien lo hiciera.

En el último cuarto, el Fuenla reaccionó ligeramente, a base de un quinteto formado por sus tres canteranos, más Colom y Cortaberría. Cada acción de Laso, Muñoz y Vega se aplaudía por la grada, pues los jóvenes ponían eso que cuando Fiebrebaloncesto me ofreció seguir al Fuenlabrada, me gustaba de este equipo. Quedaba claro que la parroquia no pitaba la derrota sino otra cosa y, para refrendar mi opinión, volvió la música de viento cuando Feldeine y Valters regresaron al parquet. Gran Canaria, bien gracias; incluso con los suplentes Slokar, Tavares y Alvarado, siguió jugando hasta el final como si le fuera la vida en ello, para rematar la masacre en 66-99.

“Cuando los jugadores no van al partido, es difícil cambiar nada tácticamente”, dijo un atribulado Trifón Poch en la rueda de prensa. Y es que he alargado la crónica hasta setecientas cuarenta y pico palabras, cuando con esa frase podría haberla dado por terminada.

 

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