Cabeza de patricio romano, corazón de leyenda

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Todo empezó al norte de la bota.

Dino inauguró su desafío de adolescente.

Alto, valiente y observador;

no tardó en sembrar el asombro.

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Cabeza de patricio romano, corazón de leyenda

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Pedro Fernaud

27.octubre.2011

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Con un porte a medio camino entre galán de cine y hombre de las cavernas, Meneghin fue uno de los actores más importantes del baloncesto europeo en la década de los ochenta y noventa. Fuente de foto: wikipedia


Todo empezó al norte de la bota.

Dino inauguró su desafío de adolescente.

Alto, valiente y observador;

no tardó en sembrar el asombro.

 

¿Puede un lobo bloquear el rebote de ataque?

Él no lo pensaba: sólo seguía su instinto y,

capturada la presa, registraba el acierto a tabla.

 

Danzaba como un

cachalote vertical:

torpe pero fluido.

 

Enseguida,

coqueteó con

Gloria.

 

Y el suyo fue

un idilio que

todavía perdura

en la memoria de

media Europa.

 

Los gafapastas resumen:

12 ligas,

6 copas y…

7 de lo que hoy conoces como

Euroliga.

 

Varese, al norte de la bota,

fue su lienzo más logrado:

10 finales continentales,

5 jarras de triunfo colectivo.

 

Dino cogía la pelota

como tú agarras una

mandarina.

 

El caso es que encaraba el aro

en un tiempo en el que

los grandes saurios

preferían frotarse la espalda.

 

Levantaba sus tenazas,

apuntaba con fe y…

tocado.

 

También sabía bailar

de espaldas a la luna.

 

Cuando te querías dar cuenta:

te había cobrado canasta, falta

y provocación.

 

A Fortalezas Martín

le costó una de sus

primeras tormentas.

 

Dino prestidigitaba

el hechizo del engaño:

busto de patricio,

torso de gladiador

y maquinaciones de pícaro.

 

El Olimpia de Milán

dio notoriedad a su relato

(2 Copas de Europa más).

Luego, condujo su

magnífica carroza

hasta la marea de los 45.

 

Cuando se retiró,

recordamos su

plata moscovita

(unos juegos nunca deberían ser boicoteados)

y su champagne continental con la azzurra.

 

Dino gasta tanto carisma que

ha pasado de la idealización de este poema.

 

En la cancha, te daban ganas de partirle la cara

(y se la partieron).

En la vida,

te lo comías a bromas y abrazos.

 

Esencia de competidor nato,

materia de árbol sólidamente humano.

 



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