Blanca y radiante va la novia

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Theobald Philips tiene la retranca de los grandes contadores de historias ingleses. En esta crónica, sintetiza, con inteligencia y humor, los hitos narrativos del segundo partido de la final de la Liga Endesa (1-1 en el momento de escribir estas líneas, 1-2 a día de hoy). Por el camino, compone un emocionante homenaje al Director General de Fiebre Baloncesto, Alejandro Echeverría Rey, que este sábado tuvo el atrevimiento de revitalizar el sagrado sacramento del matrimonio junto a su amada Elena con una ceremonia y festejos cuajados de creatividad, buen gusto y emoción. Enhorabuena, chicos.

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Blanca y radiante va la novia

Theobald Philips

10.junio.2012

 

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Fuente: ACB Photo

“Voy a meter 2 triples y remontar el partido…”


Extraordinario partido el segundo de la final. Dos grandes defensas que no pudieron evitar un tanteo alto porque, a pesar de lo que tantas veces nos han dicho, en ataque también dependes de ti mismo; de tu talento, y el de tus compañeros. Dos colosos frente a frente, Alí y Foreman golpeándose de forma despiadada para ver quién era el primero que caía al suelo, ya fuera noqueado o de cansancio.

 

El Barça empezó golpeando con el pianista Lorbek, más en plan Jerry Lee Lewis que Franz Lizst. Desatado, el esloveno las metía de todos los colores a pesar de los diferentes ajustes que el Madrid ponía sobre él, una vez visto que el renunciar a las ayudas era renunciar a la victoria. Navarro no aparecía, pero sí lo hacían muchos de los jugadores que el Barça Regal había echado de menos en el envite anterior: Vázquez, Huertas, Mickeal y hasta un fulgurante Rabaseda. Sólo un casi inédito Ndong y los frustrantes Wallace y Eidson, no se sumaban al espectáculo blaugrana.

 

Pero el Madrid no se rendía, había digerido la derrota incomprensible del miércoles anterior y demostraba que, a pesar de las carencias de su carnet de identidad, este equipo está en la senda de coraje y ansia ganadora que ha caracterizado siempre al baloncesto blanco. Serios, respondían al piano aporreado del Barça con un canto coral en el que todos aportaban lo suyo: Mirotic, Velickovic, Carroll, Reyes, Singler, Tomic, los Sergios… Sólo vestían de blanco roto, en vez de nuclear, el Chimpa Suárez (quizá cansado de la paliza de la serie anterior) y Begic, cuyos ya reiterados pocos minutos de juego hacen pensar en algún problema físico escondido.

 

Igualdad absoluta al descanso (40-40), y salida en tromba del Barcelona. Navarro se sumó al festival Lorbek, mientras el Madrid entraba en uno de esos estados de catatonia que le ha caracterizado durante toda la temporada. Con un matiz: es cierto que no metía una, incluso que ni siquiera llegaba a tener posición de tiro, pero atrás seguía rindiendo a tope de forma que la anotación azulgrana no supuso una sangría irremontable: el parcial fue sólo de 8-0. Sí, planeaba una sensación de derrota porque 8 o 9 puntos de desventaja (65-56), visto que el Madrid sólo era capaz de anotar cuando Felipe Reyes lograba el enésimo milagro reboteador entre los gigantes locales (5 rebotes ofensivos), parecían un muro imposible de escalar.

 

Quedaban pocos minutos, y parecía que el Barcelona se iba a llevar la victoria. Es ese momento en que las películas dicen aquello de “Si hay alguien que tenga algo que oponer a esta boda, que hable ahora o calle para siempre”. Y al fondo de la pista, Sergio Rodríguez levantó la mano… y se aprovechó de la defensa de Navarro, incapaz de seguir su fulgurante estela, para clavar dos triples, para dar una asistencia a Nikola Mirotic para un tercero, y para abrir los espacios en la defensa que permitieron a Jaycee Carroll escapar de su defensor y hacer un cuarto.

 

Las tornas se habían vuelto y, como a la recuperación del acierto ofensivo se unióe una vuelta de tuerca al más que aceptable nivel de tensión defensiva, ahora la ventaja era de los visitantes (66-70) y eran los azulgrana los que tenían, entre protestas, que digerir que la victoria se les escapaba. Y se les escapaba porque, al contrario que en el partido anterior, el Madrid de los pequeños que Laso había diseñado (con Tomic sustituyendo a Reyes) jugó con entereza y frialdad ese poco más de un minuto que restaba, sin echar a perder de forma precipitada lo ganado durante el partido (68-75). Ganaron la experiencia, ganaron el partido.

 

Blanca y radiante va la victoria…

 



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