Bailar pegados

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¿Para qué sirve la dispersión? Para dejarte llevar y convertir las noches en fascinación, con los gramos justos de baloncesto y encanto. El Caja Laboral mostró más entereza, recursos y aplicación en el primer partido de las semifinales que le enfrentan al Madrid y Theobald Philips nos lo explica con tanta audacia como talento. Humor Fiebre destilado hasta el último gin tonic. 

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Bailar pegados

 Theobald Philips

25.mayo.2012

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Dos de los mejores bailarines de la noche, Singler y Lampe. Fotógrafo/fuente de foto:Diego G.Souto | MARCA




La hermosa Victoria entró en el Palace con ganas de bailar, yéndose derecha hacia el centro de la pista. Como siempre, faltó poco tiempo para que un par grupos de chicos comenzaran a pulular a su alrededor. Ambos tenían muy buena planta y Victoria, casquivana y esquiva, decidió juguetear con ellos antes de decidir quiénes serían los afortunados que finalizarían la noche llevándosela a casa ¿Serían los chicos del barrio, con sus impolutos uniformes blancos, o aquellos elegantes ejecutivos vitorianos de traje a rayas azulgranas?

Durante los primeros cinco minutos, Victoria temió que en realidad ninguno de los dos llegara a entrarle, ya que en todo ese tiempo los madrileños se habían marcado sólo un par de tímidos pasos con ella, por una de los alaveses. De hecho, incluso aquel desgarbado chico croata de los de Concha Espina, y el canchero argentino que había vuelto a Vitoria desde Estados Unidos, se iban de la pista para acodarse en la barra durante toda la noche, anulados por dos lingotazos bebidos demasiado deprisa.

Afortunadamente, el chico bosnio de los de blanco, el alto, intentó enseñar a sus compañeros cual era el buen camino para la conquista de la bailarina y, cortando la pista con agresividad, se marcó dos mambos 2+1 consecutivos que la entusiasmaron. Roto el hielo, los azulgrana no se amilanaron y uno de ellos, Nemanja, arrebató a la chica de los brazos blancos para, con un triple foxtrot, dejar el primer cuarto de la noche con un baile de ventaja para los suyos (21-22).

La caprichosa Victoria continuó ese juego, bailando con unos y con otros sucesivamente, ora dando tres pasos de ventaja a éste, ora cuatro a aquel. Parecía no obstante que, por ahora, su favorito era Nemanja, a quien apoyaban Prigioni y sus sincopados tangos y un pequeño granjero de Alaska que, además de atacar a Victoria, impedía eficazmente que aquel rubio de la cresta que tenían los blancos, Jaycee, bailara cómodo.

Pero Kyle, estudiante de intercambio de la Universidad de Duke, no estaba dispuesto a que la bella Victoria se fuera tan pronto con los forasteros. Su baile, consistente más que vistoso, se vio favorecido por el ritmo alegre que marcaba el canario Sergio, ahora que el chico de Menorca, que esa noche no conseguía dar un paso a derechas, se fue un momento al baño. Con esa reacción, cuando todos decidieron darse un descanso, los madrileños habían bailado tres veces más con la chica que sus oponentes (44-41).

Al volver a la pista, Victoria no lo tenía claro aun. Seguía bailando con ambos grupos, sin decidirse por uno u otro. Eso sí, estaba un poco desconcertada porque ya había demostrado que le gustaban los chicos altos y, sin embargo, los del barrio de repente sólo le enviaban a los más bajitos; y, en el lado contrario, tampoco entendía que si Nemanja la había enamorado al principio de la noche, ahora su jefe le mantuviera sentado sin dejarle bailar.

En eseinstante, aparecieron en escena algunos que se habían mostrado tímidos hasta ese momento: Maciej, un hercúleo polaco que lo mismo bailaba claqué en la distancia corta que la apabullaba desde lejos, y San Emeterio, santanderino de mandíbula prominente que penetraba por la pista como un estilete. Era un momento clave, en el que Victoria se habría decantado por los visitantes si no hubiera sido por el sobrio buen hacer de Kyle y la alegría canaria de Sergio, que la hacían volverse hacia los blancos una y otra vez impidiendo centrarse en los vitorianos de forma definitiva (59-60).

Pero se acercaba la hora de cierre, y había que echar el resto. Aprovechando que Sergio el canario había ido un momento a pedir un Aquarius Dusko, el jefe de los vitorianos, sabedor de cuál era su estrategia, incidió en lo que les había dado más resultado: el prometedor Nemanja volvió a danzar el triple, Pablo Prigioni serenó el ritmo del tango, y Maciej exhibió musculatura y tamaño. Pablo, el jefe de los blancos, por el contrario, no supo cómo reaccionar y se volvió loco: envió a sus chicos más altos a la barra y los más bajitos bailaron de forma precipitada, haciendo que Victoria dejara de mirarles. Ni siquiera fueron capaces, cuando las últimas notas estaban sonando, de golpear a los vitorianos para cortar su ritmo y que el tiempo no corriera.

Después de haber estado bailando pegados toda la noche, la distancia entre blancos y azulgrana se hizo demasiado larga (71-81). La hermosa Victoria salió del Palace para pasar la noche con los de Baskonia.

 



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