Los ilusionistas

Tras un año triunfal en lo colectivo (con su equipo imponiéndose en todas las batallas competitivas del curso) pero agrio en el plano individual (sin apenas minutos ni relevancia en la rotación), Facundo Campazzo salió del Real Madrid esperando que la fórmula de la cesión saciara su hambre de pelota naranja. Meses después, convertido en uno de los rostros de la Liga Endesa 2015/16 a base de valentía y espectáculo, el equipo propietario de sus derechos aparecía en el horizonte de un UCAM Murcia brillantemente clasificado para los playoffs, y el pequeño base volvía a relamerse y a reclamar focos.

 

El Facu vs El Chacho: duelo de chisteras. Fuente fotografía: acb.com

 

Castigando cual martillo pilón la inconsistencia defensiva del Real Madrid, la pulga argentina y el canterano Antelo (letal desde la larga distancia con esa mecánica de tiro extravagante y certera a partes iguales) armaron el taco en el fastuoso Barclaycard Center: 52 puntos anotados entre ambos (+ 9 asistencias del playmaker con el 7 a la espalda), con los murcianos ahogándose en la orilla tras los fallos desde el tiro libre del propio Facu. El cuadro visitante exigió lo mejor de la batería exterior merengue, con 48 puntos y 14 asistencias de los Sergios (10 pases letales firmados por un magnífico Rodríguez) y 20 de un Carroll que protagonizó un tiroteo brillante con Antelo desde la línea de 3 puntos. Sobreponiéndose a la penitencia defensiva coral y a los errores desde la línea de libres (personificados en esos 3 aciertos en 12 intentos de un negado Ayón), el Real Madrid acabó llevándose la victoria con un tanteo de otra época: 107-103.

La serie se trasladaba a Murcia en la jornada dominical, y el planeta basket esperaba cierto propósito de enmienda del campeón de Copa a la hora de bajar el culo atrás y proteger su canasta. Pero el Real Madrid de Laso volvió a jugar con fuego, dando rienda suelta a la creatividad de los ilusionistas locales, y acabó achicharrado.

Con Ayón fuera del partido tras un ejercicio de intensidad pésimamente enfocada, Felipe (21 puntos y 8 rebotes totales, en apenas 19 minutos de juego) y el chaval Hernángomez (muy activo en labores de intimidación) asumieron la responsabilidad de cubrir el hueco dejado por un titán de Nayarit colosal durante los últimos meses de campaña, pero nada bastaría ante el empuje de los playmakers rivales y del gólem de casa. 19 puntos por barba para Campazzo y un incisivo y poderoso Faverani, y 12 mortales de necesidad firmados por un Cabezas frío cual témpano de hielo en las posesiones decisivas. Un triplazo y varios tiros libres de Carlitos acabarían por sentenciar a la tropa de Laso (errática a más no poder desde la larga distancia, 3/19 triples), regalando al club murciano la primera victoria en postemporada de su historia.

 

Historia en clave murciana. Fuente fotografía: acb.com

 

194 puntos ha encajado el Real Madrid en los dos partidos de la serie (97 de media): el objetivo de renovar la corona ACB se complica sobremanera bajo semejantes guarismos. Por lo pronto, el martes tendremos la resolución de esta oda al baloncesto ofensivo en el antiguo Palacio de los Deportes madrileño, con las chisteras de los ilusionistas de ambas escuadras prometiendo nuevas sorpresas y emociones para el personal.

@Juanlu_num7

Píldoras de postemporada

Más Wild West que nunca.

El merecidísimo galardón a mejor entrenador del año para Steve Kerr (sin olvidar el excelente trabajo de Luke Walton durante su ausencia) corona la histórica liga regular de los Golden State Warriors, pero el verdadero reto del coach comienza ahora.

La cómoda serie ante unos disparatados Rockets (tragicómicos en defensa y empeñados en no alimentar a un infrautilizado Howard en ataque) acabó con Curry de baja al menos 2 semanas. Todas las semifinales de conferencia sin el ejecutor más letal de la NBA y su mayor factor de intimidación sobre el rival, gracias a un rango de tiro infinito que abre un enorme abanico de posibilidades espaciales para el resto de sus compañeros. Thompson, Green y los jugadores de banquillo (excelente la respuesta de Livingston, Iguodala y Speights) capearon el temporal, y el páramo en que se han convertido los Clippers en apenas unas horas (Chris Paul operado de una rotura en la mano y Griffin baja confirmada para el resto de los playoffs) rebajan la dificultad del desafío para la próxima ronda. Queda por dilucidar si será la mermadísima tropa de Doc Rivers o unos Portland Trail Blazers que son un bellísimo canto a la dignidad competitiva en una liga abochornada por ciertos casos de tanking indiscriminado (hasta siempre, Hinkie) el rival de Golden State. El verdadero Everest llegará después, con dos monstruos hambrientos agazapados tras los flashes y el brillo monopolizado desde octubre por los californianos: Spurs o Thunder precisarán del concurso del mejor Curry.

Green y Kerr, ante un reto titánico. Fuente: usatoday.com

Calma relativa al otro lado del país.

La vida sigue igual en la Conferencia Este. El buen papel de los Pistons de Van Gundy no evitó un sweep más de los Cavaliers (17 victorias consecutivas para Lebron James en series de 1ª ronda de los playoffs, a caballo entre Miami y Cleveland), en una bella eliminatoria que arrojó un pequeño detalle que estará ya en la libreta de todos los entrenadores de la NBA. El small ball de los Cavs (explotado más que nunca por Lue y con Kevin Love en el puesto de pívot) dispara la producción ofensiva del equipo, pero deja evidentes lagunas defensivas. Colocar al center sobre Shumpert en defensa (ante la imposibilidad de Iman a la hora de embocar sus tiros) y meter a Love en todas las situaciones de pick&roll posibles en fase contraria (las vergüenzas defensivas del de Santa Mónica aflorar con virulencia en esas jugadas) es la mejor manera de dificultar la existencia al arrollador Big Three.

Con todo, los Cavaliers parecen listos para dar continuidad a su pronosticado dominio en un lado del cuadro en ebullición. Los fastuosos Heat (el mejor róster de la conferencia tras el de los de Ohio) perdieron la brutal inspiración inicial y se ven en dificultades ante las virguerías del prestidigitador Kemba Walker, Pacers y Raptors batallan sin cuartel en una apasionante contienda, y los Hawks de Budenholzer toman ventaja ante unos Celtics escasos de poder ofensivo y excesivamente dependientes de Isaiah Thomas.

Emoción y pasion por el mejor baloncesto, y la función está aún en su primer acto…

Los Pistons exigieron físicamente a Lebron, y The King respondió en consecuencia. Fuente: cleveland.com

@Juanlu_num7

 

Las décadas prodigiosas

«Las expectativas de los demás nunca serán tan altas como las mías. Nunca.»

12 de mayo de 1997. Delta Center. Salt Lake City. Utah. Con el 5º partido de las semifinales de la Conferencia Oeste en el alero, un novato de 18 años recién salido del instituto decide tomar la responsabilidad y asumir los tiros decisivos del duelo. 4 lanzamientos, 4 airballs para regocijo de una parroquia local que nunca profesó amor alguno por los Lakers. La estoicidad y rectitud del estado mormón no mezclan bien con el glamour y superficialidad hollywoodense, ya se sabe…

En plena retirada de la cancha, cabizbajo ante la doble decepción causada por la eliminación consumada y su papel decisivo (para mal) en ella, el chaval emocionalmente desconectado del resto del grupo durante todo el curso recibió el apoyo moral del macho alfa de la manada, un Shaquille O´Neal dominante pero sin anillos en los dedos.

«Fíjate bien en toda esa gente que se ha reído de ti y recuérdalos el año que viene, cuando volvamos a encontrarnos con estos tíos. Entonces, acertarás los tiros.»

«Has sido el único con las agallas suficientes para jugarse esos balones.»

El monstruo con el número 34 a la espalda sabía ya por aquel entonces que necesitaría ayuda para hacer historia, y enseguida vio en aquel chico a esa segunda pata imprescindible para arrancar la decepción que latía en su interior, desde que Olajuwon y sus impecables fundamentos arrollaran a sus Orlando Magic y a él mismo un par de años antes. Y el futuro le daría la razón, con creces…

 

13 de abril de 2016. Staples Center. Los Ángeles. California. Los Utah Jazz volvían a ocupar el rol de actores de reparto en uno de los momentos más representativos de la carrera de Bryant: el de su última función. Tras un curso difícil, arrinconado por los incontables problemas físicos inherentes a dos décadas al más alto nivel profesional y los peores Lakers de la historia de la gloriosa franquicia, Kobe saltaba a la cancha dispuesto a no defraudar al mundo del baloncesto. El acopio de fuerzas acometido durante toda la campaña iba a dar los resultados deseados: primero, el de llegar sano a su despedida. Después, el de hacerlo siendo capaz de decir adiós a su manera.

«Reté a Kobe a que metiera 50 puntos en su último partido, y el cabrón ha metido 60.»

Las palabras de un O´Neal que ha enterrado definitivamente el hacha de guerra con el tipo que le ayudó a alcanzar la eternidad (el tiempo lo cura casi todo) son fiel reflejo de la dimensión del evento. Los Jazz se sabían fuera de los playoffs desde minutos antes de la cita, y ninguno de sus dos gólems interiores eran de la partida, pero la seriedad de los de Quin Snyder (unida a la falta de ella de los de Byron Scott) era argumento suficiente para llegar al último cuarto 75-66 arriba en el electrónico. Y, justo en ese instante, aquel chico con arrojo pero sin acierto al que los años y el trabajo con irreductible fanatismo convirtieron en el asesino más letal con una pelota naranja en las manos, se subió al Delorean para volver al pasado. A ese pasado que los treintañeros de hoy, los mismos que hemos seguido con pasión toda su aventura, nunca vamos a olvidar…

Porque las palabras de aliento de Shaq en aquel día de 1997 se agradecieron, pero Bryant nunca dudó acerca del destino que le reservaban su letal combinación de talento y adicción al trabajo. Ni por un instante.

23 puntos de los 35 totales de los Lakers en los 12 minutos finales con la firma del #24, además de la asistencia a Jordan Clarkson que cerraba la victoria. 96-101. 60 en su tarjeta individual, la mayor anotación de la temporada (6ª vez que logra este hito en su carrera), la mayor también alcanzada nunca por un tipo de más de 35 años. Con 50 lanzamientos totales, sí, pero sin olvidar ponderar el esfuerzo titánico que ello supone para un profesional con 2 décadas a sus espaldas al más alto nivel de exigencia (siendo jugador exterior, para más inri), amén de un sinfín de lesiones.

Tras 33.643 puntos, 5 anillos de campeón, 1 MVP de la regular season y 2 de las finales, 18 nominaciones al All Star Game (y 4 veces jugador más valioso de la cita), aquellos 81 puntos ante los Toronto Raptors, un trofeo del concurso de mates, 11 inclusiones en el mejor quinteto de la temporada y 9 en el mejor quinteto defensivo, Bryant enfilaba el túnel hacia los vestuarios. Para no volver jamás a pisar la cancha vestido de corto.

«La última vez que me sentí intimidado fue durante una clase de karate, y tenía 6 años.»

Kobe nunca temió a nada ni a nadie, se vació (pecando muchas veces de egoísta) en pos de alcanzar su objetivo de ser el mejor, perfeccionó hasta el absurdo su nivel técnico en interminables e inhumanas sesiones entre la cancha y el gimnasio, exigió a sus compañeros su mismo nivel de dedicación para aspirar a lograr su respeto… Y acabó ingresando en el club de la flor y nata de siempre en su pasión.

Y lo hizo a su manera.

Y ha sido un placer infinito ser testigo de ello.

Algo se muere en el alma, cuando un mito se va. Fuente fotografía: mundodeportivo.com

@Juanlu_num7

 

General eterno

«La eternidad se hace larga, sobre todo al final.»

Woody Allen.

 

Los bases han tomado al asalto la NBA moderna, como reyes de un juego cada vez más orientado hacia el exterior y en plena tiranía de la línea de 3 puntos. La posición cuenta con una riqueza de talento nunca vista y, más allá del brillo hipnótico de Stephen Curry (camino de su segundo MVP consecutivo), una pléyade de bases jóvenes domina la mejor competición de baloncesto del planeta. Westbrook, Lillard, Irving, Walker, Wall, Lowry… La lista es interminable.

Pero, dentro de la tan a menudo injusta fascinación ante la novedad inherente a todo ser humano, corremos el riesgo de olvidar al maestro de maestros, a un tipo que ya dominaba el oficio cuando la mayor parte de los asombrosos chavales anteriormente citados soñaba aún con jugar entre los profesionales. A un genio que lleva 10 años impartiendo un clínic diario de liderazgo al timón de la nave…

Porque llegar a la cima es duro, pero mantenerse en ella a perpetuidad es el reto definitivo.

paul ataque

paul ataque2

La inmadurez de Blake Griffin dejó a los Clippers algo más de 3 meses sin el concurso del principal ejecutor y segundo mejor creador de su róster, pero nunca cundió el pánico en la franquicia angelina. El pequeño general de 1.85 metros (nº 4 del draft de 2005, procedente de la universidad de Wake Forest) seguía de corto, y su proverbial dominio del juego era garantía suficiente para mantener la competitividad en tan largo intervalo. 21.1 puntos (46.3% de acierto en triples, con más de dos transformados por noche), 10.4 asistencias y 2.3 robos de balon en enero; 24.3 puntos, 9.8 asistencias y 2.4 robos en febrero; 19.3 puntos y 11.3 asistencias en marzo… 30 victorias en 45 partidos sin Blake de corto. Como venía haciendo desde su llegada al hermano pobre de L.A (31% de victorias para el equipo en los 4 años anteriores a su aterrizaje, 67% desde entonces), CP3 aportaría lo necesario para mantener a la franquicia maldita en la élite. Anotar, potenciar al máximo las habilidades de sus compañeros (DeAndre Jordan haría bien en transferir buena parte de los ingresos de su mastodóntico contrato al genio nacido en North Carolina, las habilidades de Paul constituyen el 80% de su juego ofensivo), defender… Nada escapa al alcance del armador eterno.

Dominador letal de la media distancia, titiritero infalible en el arte del pick&roll (su capacidad de continuar el bloqueo en las 2 vías-pase y tiro o bandeja- le convierten en indomable), la gran ventaja de Chris sobre el resto de jugadores no radica en su físico (arrastrando de por vida la desventaja en altura) ni en su asombrosa pulcritud técnica. Su poderío nace desde un conocimiento del juego tan perfecto que permite tanto ejecutar jugadas con precisión milimétrica como adelantarse a las acciones de sus rivales. Porque, en una competición en la que el bloqueo y continuacion sigue siendo el mantra de una abrumadora mayoría de sistemas ofensivos, Paul es el mejor defensor de toda la NBA en esas situaciones. De largo.

Paul defensa 1

Paul defensa 2

El público mayoritario parece haber olvidado al líder de la NBA agrupando guarismos de los últimos 4 cursos, tanto en pases letales (algo más de 10 de promedio) como en el ratio de asistencias por pérdida de balón (4.3), y el equipo de Doc Rivers no se encuentra en condiciones de desafiar a Warriors y Spurs. Pero desde esta tribuna recomendamos sentarse a paladear un partido de los Clippers, para disfrutar de la eternamente sostenida maestría de su pequeño general.

Cada una de sus decisiones es una oda a la magia del baloncesto.

@Juanlu_num7

Open range

Rendía visita Morabanc Andorra al Barcaycard Center en la jornada dominical, coqueteando con los puestos de playoffs y con un Shermadini imperial durante todo el curso. Para el Real Madrid la jornada traía la excelente noticia de la vuelta de Rudy Fernández a la acción, tras 30 duelos de baja y con la visita trascendental del jueves al Palau Blaugrana en Euroliga en el horizonte. A 3:40 minutos del final del primer cuarto ingresaría en cancha Rodolfo, para unirse a la banda de pistoleros vestidos de blanco.

Rudy está de vuelta. Fuente. acb.com

Gracias a una puesta en escena cargada de intensidad, con energía en la lucha por los rebotes y el talento del recién llegado Holt (3er partido con los andorranos) imponiéndose tanto en acciones individuales como interpretando el pick&roll con Jones como socio, Morabanc llegaba al segundo cuarto metido de lleno en el choque (27-25). El titular Thompkins sostenía a los locales haciendo gala de sus recursos ofensivos, con 10 puntos en los primeros 10 minutos, en la previa del tiroteo en que acabaría convertida la segunda decena.

7 triples convertidos de 10 intentados en ese intervalo (3 de ellos liberados y sin fallo de un Rudy que hallaría el error a la quinta), con Sergio Rodríguez alimentando a sus tiradores con la mezcla habitual de precisión + barroquismo (4 asistencias). La lluvia constante supondría el principio del fin para un Andorra en el que Shermadini había perdido la brújula que el poste bajo supone siempre para el gigante georgiano. El 54-45 al descanso seguiría creciendo tras el receso, gracias a un nuevo arreón de Thompkins (5 puntos consecutivos, para cerrar sus 15 totales en poco más de 13 minutos de juego) y a las embestidas machaconas del capitán Felipe Reyes. Con la ventaja estabilizada en torno a los 20 puntos y creciendo, era tiempo para el lucimiento personal (Stojanovski y un Holt desaparecido desde el primer cuarto en los visitantes, los chavales Doncic y Hernangómez en los locales) hasta fijar el electrónico en un contundente 107-78 final.

16 triples totales logrados en 35 intentos (fantástico 46% de acierto coral): el Real Madrid de Pablo Laso se empeñó ayer en nadar a contracorriente del tópico reinante en las relaciones sentimentales, organizando al tiempo un vistoso homenaje a los grandes westerns de la historia del cine.

La distancia no fue un problema para ellos.

@Juanlu_num7

Belleza destructiva

«Todo acto de creación es, en primer lugar, un acto de destrucción.»

Pablo Picasso

 

20 años son una eternidad en cualquier ámbito vital, no digamos ya dentro de esa combinación de inmediatez y falta de memoria que define al deporte en el más alto nivel competitivo. Alcanzada esa doble decena al frente del banquillo de los Spurs, el margen para la sorpresa dentro de la maestría constante de la labor de Gregg Popovich era altamente exiguo. Camino de su 19ª campaña consecutiva con un récord de al menos un 61% de victorias, y habiendo sentado cátedra tanto en defensa (con aquellas primeras escuadras de finales del SXX-principios del XXI, dominadoras en el cemento) como en ataque (situando la cima estética del spacing+passing en la final de 2014 ante los Miami Heat de Lebron James),  la chistera del camaleón de Indiana se presumía agotada. Qué equivocados estábamos todos…

El brillo cegador de los apabullantes Golden State Warriors de Steve Kerr no debe situar fuera de foco a la titánica obra destructiva que están construyendo los San Antonio Spurs 2015/16. La tropa tejana encaja esta temporada 95.2 puntos por cada 100 posesiones, dejando a los rivales en un 45.8% de acierto en tiros de campo y permitiendo únicamente 18.7 puntos por duelo desde la línea de 3. Todas ellas cimas en solitario de la NBA, siendo además el primero (medida de la eficiencia en defensa de un equipo) Top 10 histórico de la competición (acompañando a bulldozers corales como Knicks de Pat Riley, los Pistons de Larry Brown, los Celtics campeones de Doc Rivers o los propios Spurs reyes del 2003). Y eso son ya palabras mayores…

 

«La pasión por la destrucción también es pasión creativa.»

Mijaíl Bakunin

 

El engranaje colectivo acudió al rescate, para disipar las dudas razonables con respecto al proceso de integración de LaMarcus Aldridge. Porque, más allá de las monstruosas capacidades destructivas de Kawhi Leonard (probablemente el mejor two-way player del baloncesto moderno, candidato perenne a mejor defensor del año), el poderío de los cuatreros inmortales del Álamo reside precisamente ahí, en el bloque. Uno para todos y todos para uno.

Por todo ello, y como muestra de una máquina bella e inclemente, optamos por elegir una jugada sin Leonard en cancha y ante un conjunto top 5 en eficiencia ofensiva. Una coreografía de precisión quirúrgica, definitoria de un trabajo colosal.

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Spurs defensa

Aguja en un pajar ejemplarmente afilado, reflejo de la maestría que un grupo de seres humanos pueden alcanzar trabajando juntos. El epítome de la belleza destructiva.

@Juanlu_num7

 

 

Winter is back…

El Rey del Invierno llegaba a la competición más bella del baloncesto europeo en medio de turbulencias, con problemas en Euroliga (merced a su muy mejorable defensa, que afecta a su rendimiento fuera de casa) y fuera de los pronósticos de los entrenadores no presentes en La Coruña. Pero el insaciable monstruo de autor que Pablo Laso creó y ha ido evolucionando se crece al mismo ritmo que las exigencias competitivas. Y, tras derrotar a Fuenlabrada y Baskonia (en un fantástico partido de semifinales), en la gran cita esperaba un tótem inmortal, caudillo de un equipo que había regresado de entre los muertos para remontar 19 puntos de desventaja a un agotado Bilbao Basket un día antes.

29 años después de su primer título copero desde los banquillos, Don Alejandro García Reneses regalaba a la afición canariona la segunda final de su historia (ambas bajo su mando, una de ellas de Eurocup el curso pasado). Y, como lugarteniente para dirigir a la tropa sobre el terreno, la leyenda madrileña otorga galones a otro boina verde que camina ya hacia su 38ª primavera. Después de una maravillosa semifinal (18 puntos y 4 asistencias, todo en ello en poco más de 21 minutos de juego), Oliver amenazaba al monstruo blanco desde su talento y sapiencia. Aíto y Albert respiran baloncesto.

Maestro inmortal. Fuente fotografía: diariodeavisos.com

Herbalife no se dejaría intimidar por el fastuoso arranque merengue (4-13 de salida, con parcial 0-10 incluido) ni por el segundo arreón, dirigido a apalabrar el entorchado (26-36, minuto 17). La versatilidad de Aguilar y Báez devolvía la igualdad (38-40 al descanso) e incluso regalaba una mínima ventaja a los isleños (43-40 tras el receso). Con Carroll liberando su caudal ofensivo en los momentos complicados, serían Rivers (letal en ambos lados de la cancha, con 2 tapones de clínic defensivo) y Sergio Rodríguez los que tomaran el control en el cuarto decisivo, para acompañar a un colosal Ayón (M.V.P, dejando además muestras de presión defensiva sobre la línea de pase rival difíciles de encontrar en otro center del baloncesto europeo) y ante la dimisión de un Llull incontenible apenas unas horas antes. El 68-80 del electrónico parecía sentenciar definitivamente la contienda a ojos de todos… Salvo a 4 pares rodeados de veteranas arrugas que tramaban una última insurrección en el banco amarillo.

Aíto dibujaba jugadas en la pizarra, Oliver las ejecutaba en pista. Encontrando a un acertado Rabaseda (4/7 desde el 6.75) y embocando un triplazo marca de la casa, el playmaker de Tarrasa insuflaba vida a su equipo (81-83). Tardío, pero enormemente loable el esfuerzo de un Gran Canaria heróico durante todo el torneo.

Ayón, titánico protagonista. Fuente fotografía: acb.com

19 años tuvo que esperar el Real Madrid para volver a ganar la Copa del Rey (desde aquel título de 1993, celebrado precisamente en La Coruña), 19 inviernos vagando sin rumbo, perdido entre la oscuridad y la desesperanza. Con Laso llegaron la luz, el juego dinámico y los títulos: 4 copas en 5 años (3 de ellas consecutivas). Un equipo de autor que se perpetúa como monarca invernal, y que agranda la leyenda del técnico vitoriano. Dado que Pablo nunca reclamará los focos, es justo que seamos nosotros los que los posemos sobre él.

Con el frío y el hielo emerge desde su cueva el juggernaut blanco, siempre hambriento de títulos.

@Juanlu_num7

Fin de la reflexión

El megatón estallaba el pasado lunes: los New York Knicks anunciaban el despido fulminante de su entrenador Derek Fisher, tras una racha de 5 derrotas consecutivas (9 en los últimos 10 partidos). El reflexivo (otro de los inmortales motes del maestro Andrés Montes, D.E.P) ya es historia en la Big Apple.

Stephenson, entre la legión de sorprendidos ante la noticia. Fuente: sportsgif.com

 

Las últimas declaraciones de coach Fish, asumiendo «alguna» responsabilidad ante esos flojos y recurrentes arranques de partido (y alineándose de paso entre las filas de los que siguen pensando que la NBA es una liga de jugadores, lo cual depende siempre del peso del inquilino del banquillo), no ayudaron desde luego a su causa. Los últimos cuartos inaugurales de los Knicks se cifran en sonrojantes desventajas de 31-20 ante Denver, 24-18 contra Memphis y 15-27 en Detroit, obligando a la escuadra a acometer remontadas valientes pero que supusieron en todos los casos brazadas desesperadas para acabar ahogados en la orilla. El propio Phil Jackson negaba la influencia decisiva del lamentable episodio entre Fisher y Matt Barnes en el cambio de timón (aunque admitió que originó vergüenza entre todos los miembros de la organización, plantilla incluida), y se otorgaba parte de culpa en el fallido tutelaje del que fuera su base en aquellos Lakers campeones de 5 anillos en dos etapas.

«I may not have mentored you as well as I could have.»

Fisher abandona los Knicks con un trabajo cuanto menos respetable en su segunda temporada. Tras una terrible campaña de debut en los banquillos, con un róster cómico y el peor balance de la historia de la franquicia (17V-65D), la tropa comenzaba a asimilar la vertiente más colectiva del triángulo, incluyendo a un Carmelo Anthony que se mueve en el tope histórico de su carrera si de pases letales hablamos (4.2 por noche). El registro victorias-derrotas coqueteaba con el 50% hasta la terrible racha final, la defensa mostraba mejoras en ciertas áreas (sobre todo a la hora de contener la producción del rival desde la línea de 3 puntos, arma clave en el baloncesto moderno) y la pareja de 7 pies causaba estragos momentáneos en la pintura (5.6 tapones de media, 7º mejor registro de la competición). Pero el Maestro Zen esperaba más de un equipo reforzado este verano con veteranos profesionales (López, Afflalo) y un novato letón que excede expectativas en ambos lados de la pista. Derek abandona el club con el peor bagaje de siempre entre los jefes de banquillo que ocuparon el puesto en al menos 100 partidos (29.4% de triunfos, por el 30.2% de Eddie Donovan). La fría e inmisericorde crueldad de los números…

Kurt Rambis, ayudante de Fisher, alumno de la escuela Jackson y con un bagage profesional de 56 victorias y 145 derrotas como primer entrenador (tras un delirante paso por los Minnesota Timberwolves), ocupará el cargo de forma interina. Pero a nadie se le escapa el que los Knicks dirigirán sus cantos de sirena hacia un sueño (Luke Walton, dispuesto a romper la banca el próximo verano tras un arranque de videojuego durante la baja de Steve Kerr en los Golden State Warriors), una opción más factible (Brian Shaw, padawan de Jacko pero con prestigio dañado tras su paso por los Denver Nuggets) y una bomba. Porque, en contraposición a esas dos alternativas (ambas de la Escuela Zen), desde diversos púlpitos de la prensa neoyorquina se difunde la palabra de Thibodeau. El ex-caudillo de los Bulls, sin empleo en la actualidad, haría competitivo a un grupo de cuarentones desde la defensa y la entrega irrenunciable, pero por el momento no parece la salida más atrayente a ojos del tío Phil.

Shaw, Rambis y Jackson: trinidad alejada de la santidad. Fuente: nba.com

 

Triángulo o Heavy Metal (en un remake de aquellos míticos equipos comandados por un camaleónico Pat Riley en los 90), ahí tenemos una duda que firmaría gustoso el mismísimo William Shakespeare. Lo único claro es que el periodo de reflexión ha llegado a su fin en las entrañas del mítico Madison Square Garden y que, si Phil se lanza a por el vástago del colosal Bill Walton, la guerra contra su compañera Jeannie Buss promete alguna que otra noche de exilio forzoso en el sofá de su refugio en Malibú…

@Juanlu_num7

 

Ilusión en la Big Apple

Los lamentos y abucheos acaecidos durante la última noche del draft han pasado ya a mejor vida. Tras un interminable historial de menosprecios hacia el proceso de reclutamiento de novatos (con Dolan regalando elecciones sin pudor alguno, año tras año y en operaciones delirantes), los New York Knicks disponían del número más alto desde 1985 (Patrick Ewing), y el elegido en la 4ª posición sería el letón Kristaps Porzingis. La decepción (fruto del desconocimiento) de los fans presentes en la ceremonia mutaría en esperanza, apenas iniciada la pretemporada: el chaval de 2.21 metros y nombre impronunciable era ya el gigante más impactante de la capital del mundo desde tiempos de King Kong… O del center jamaicano formado en Georgetown.

Contemplar los primeros pasos de Porzingis en la liga es un regalo de incalculable valor para cualquier amante de nuestro deporte. Bajo el envoltorio de una altura y envergadura de videojuego, el ex de Baloncesto Sevilla despliega sobre la pista habilidades más propias de un jugador perimetral, sobre todo si nos referimos a manejo de balón y rango de tiro. Los porcentajes de acierto (32.8% desde la línea de 3) subirán, y los 42 lanzamientos desde la larga distancia transformados por Kristaps hasta el momento amenazan a muy corto plazo el reinado de Arvydas Sabonis en esta faceta, siempre dentro del gremio de los monstruos de al menos 7.2 pies (136 convertidos durante sus 7 campañas en la NBA).

Crossovers diabólicos para sus rivales en las alturas, agresividad a la hora de cargar el rebote ofensivo (con mates que se cuentan ya entre las jugadas más impactantes de esta camada de novatos) y lectura del juego propia de alguien que, pese a sus 20 años, acumulaba ya 3 de experiencia en la liga ACB. Pero además, por si fuera poco, entre los poderes del nuevo ojito derecho de la sufrida parroquia Knickerbocker se cuenta también la defensa…

El Letón volador. Fuente: jrssportbrief.com

Pese a ciertos fallos conceptuales como la sobreactuación en ciertas ayudas o la tendencia a cargarse de faltas, perfectamente normales en un perfil en formación, Porzingis comienza a erigirse en una fuerza a la hora de proteger su propio aro. Su movilidad (surrealista en un jugador de su tamaño) y facilidad para colocar tapones (1.9 por partido) son capitales en un engranaje defensivo conservador como el de los Knicks, con dos gólems custodiando el aro durante la mayor parte de los minutos. Y ese 47% de acierto en los tiros provocado a sus rivales en la pintura mejorará, a poco que vaya asimilando la regla de la verticalidad (que convirtió a Roy Hibbert en protector de aro de élite durante una breve ventana temporal).

Con dos galardones a mejor novato del mes de la Conferencia Este ya descansando sobre la chimenea de su hogar neoyorquino, Porzinger puede presumir de un premio aún más trascendente: el de escuchar a la Meca del baloncesto mundial corear su apellido, a duras penas. Los nuevos Knicks proyectan ilusión, y su interminable faro con el #6 en la zamarra es el principal foco.

Cualquier día los neoyorquinos alzarán la vista en la intersección de la Quinta con West 34th Street y advertirán, estupefactos, como el longuilíneo letón se encarama a la cima del rascacielos más famoso de la ciudad. El cielo es el límite para Kristaps.

 

@Juanlu_num7

Todos quieren a Draymond

Permitidme matizar el título de esta entrada, cuya similitud con el de una comedia televisiva de mediados de los noventa-inicios del nuevo siglo venía pintiparada al que escribe: todos en su equipo quieren a Draymond. Porque los rivales de turno odian a Draymond, como el generador constante de problemas y desequilibrios que es dentro de la apisonadora imparable que son los Golden State Warriors.

Llevamos meses loando (y con razón) el excelente momento de Stephen Curry, centrado en la ejecución desde cualquier distancia y en cualquier situación (más allá de los triples, es imperativo recordar que Steph en el tercer guard de la liga con mejor porcentaje de acierto en los lanzamientos intentados en la pintura, lo cual le convierte en virtualmente imparable). Pero, para buscar al generador primario de juego del equipo, hay que mirar más allá del pequeño genio de Akron. El base de facto de los Warriors es un tipo de poco más de 2.01 metros, que oscila entre los puestos de 4 y 5 pero cuya naturaleza es eminentemente aposicional. Playmaker, navaja suiza defensiva y líder vocal de los Guerreros de la Bahía: todos esos roles y muchos más confluyen en la figura de Draymond Jamal Green.

En el fastuoso ataque de los Warriors, ejemplar tanto en eficiencia (109.9 puntos por cada 100 posesiones, liderando la NBA) como en ritmo de juego (103.6 posesiones por partido, colíderes junto a los Sacramento Kings de George Karl) y a la hora de compartir el balón (28.7 asistencias por duelo, de nuevo en lo más alto de la competición), Green reparte 7.4 pases letales por noche, además de anotar 14.8 puntos con un letal 41.7% de acierto desde la línea de 3. Las secuencias en las que Green asegura el rebote y cruza la pista botando con maestría, para acabar encontrando al compañero mejor situado o cargando directamente contra el aro del rival, son una de las señas distintivas del equipo comandado por Luke Walton (hasta la vuelta de un convaleciente Steve Kerr).

Pero el brillo ofensivo no debe ocultar a los ojos del buen aficionado otro de los grandes poderes de estos históricos Warriors: su titánica defensa. Bogut, Thompson y Ezeli son excelentes defensores en sus respectivas áreas, pero es nuestro protagonista el que convierte en sostenible ese letal small ball con el que los de Oackland humillan a adversarios a lo largo y ancho de EEUU y Canadá. Porque cualquier engranaje liviano y de cambios automáticos precisa de un monstruo capaz de defender las 5 posiciones, si de verdad pretende aspirar a un cierto éxito.

Maestro en las ayudas, sobrado de movilidad y lateralidad, capaz de defender al poste bajo (sobre todo por anticipación), buen taponador para su altura, muy eficaz tapando líneas de pase… Draymond es el defensor definitivo en la era del Pace & Space, con muchos equipos apostando (o viéndose obligados) por reducir su tamaño en pista.

1.3 robos de balón, 1.4 tapones y un excelso 43.4% de acierto en tiros provocado a sus rivales en la pintura (cifra surrealista a la hora de hablar de un tipo de 2 metros escasos, casi siempre en desventaja de altura) son algunos de los tangibles que aporta Green, siendo su fiereza y su aversión a la rendición aún más importantes.

Con 7 triples-dobles registrados ya en este curso (3 de ellos consecutivos, entre el 31 de diciembre y el 4 de enero), el que fuera elección nº35 del draft de 2012 sostiene la maravillosa revolución perpetrada a orilla de la bahía, a la sombra de los Splash Brothers y como exponente máximo de ese nuevo baloncesto que empuja a los tradicionales big fellas hacia la consideración de rarezas contraculturales. Todos quieren a Draymond, todos temen a Draymond…

@Juanlu_num7