Los Vengadores vs Supermán

Un Montakit Fuenlabrada con cambio de roles vence brillantemente al Iberostar Tenerife (83-66) en el estreno de Hugo López

Los Vengadores vs Supermán
Theobald Philips

Foto: ACB Photo / Fran Martínez ¿Es un pájaro, es un avión? ¡Es Akindele!

Foto: ACB Photo / Fran Martínez
¿Es un pájaro, es un avión? ¡Es Akindele!

Metrópolis no existe, Nueva York sí. A Metrópolis la defendía Supermán y, a Nueva York, los Vengadores. Puede ser casualidad o puede que no ya que, por muy invulnerable que sea el hijo de Jor-El, por tremenda que sea su fuerza, por alto o rápido que vuele o por muy microondas que sea su mirada, al final al supervillano de turno le basta con ir al Lidl a por un kilo de kriptonita, y ya puede destruir tranquilamente la ciudad. Sin embargo, en el caso de los superhéroes de Marvel, por muy grandes que sean sus problemas al final siempre encuentran una solución en la variedad de sus componentes y, lo que no puede solucionar la fuerza de la Masa o la contundencia del martillo de Thor, se lo dan las descargas de energía del Hombre de Hierro o la protección del escudo del Capitán América (por no seguir con la lista…). En el grupo, desde que lo dijo Alejandro Dumas de una pandilla de cuatro a los que se conoce como «los tres», está la fuerza.

Algo parecido ha pasado en el sur de la Comunidad de Madrid donde la llegada de Hugo López ha hecho que Andy Panko ya no tenga que ser Supermán. El de Harrisburg puede permitirse ser un nuevo Tony Stark, enfundarse en su traje de lata y aportar dureza en ambos lados de la cancha, pero sin ser el único puntal de su equipo; que en el primer cuarto su equipo ganase de 14 con solo 6 puntos suyos, o que desde el descanso hasta el minuto 35 añadiese solo 4 más mientras los naranjas conseguían ventajas de 20, es algo que nadie habría podido adivinar antes de que el balón se lanzase al aire. A su lado han aparecido de pronto otros jugadores asumiendo protagonismo ya sea viniendo desde un preocupante declive, como Alberto Díaz, desde el ostracismo, como Andrés Miso, o desde el limbo de la intermitencia, como el capitán Javi Vega o, sobre todo, Jeleel Akindele, increíble Hulk que demostró que, si se le dan rayos gamma durante los cuarenta minutos, puede subirse a los 19 puntos, 11 rebotes (5 ofensivos), 2 asistencias y 32 de valoración, todo ello ante el MVP de la Liga de este año y el que pudo serlo la pasada, de no haberse ido.

Ese cambio de roles se vió ya desde el minuto de silencio, donde la salida de Díaz y Miso en el quinteto inicial no pasó desapercibida, mostrándose el primero más incisivo en 4 minutos (5 puntos en ese tramo, para 17 en total) que en los tres partidos inmediatamente anteriores, donde los bases del Fuenlabrada no habían anotado prácticamente ni un punto, y aportando el segundo fluidez y experiencia donde el pelirrojo no podía llegar. Akindele comenzaba su exhibición y, además, Vega se mostraba certero y activo a ambos lados de la cancha. La defensa y el control del rebote funcionaba y las diferencias se disparaban sin que Iberostar Tenerife, extrañamente, se aplicara a intentar cerrar la vía de agua. Dos triples, uno de Andrés Rodríguez y otro de Jimmy Baron tras buena defensa de Javi Vega, cerraron los primeros 10 minutos con un llamativo 27-13.

Foto: EFE Alberto volvió por sus fueros

Foto: EFE
Alberto volvió por sus fueros

Un parcial de 2-8 a la salida del segundo cuarto (interesante ver cómo cada vez que se sale de un tiempo muerto, C.B. Canarias consigue algo positivo) acercó a los visitantes, pero de nuevo Andy Pa….no, perdonen, es la costumbre; pero de nuevo Alberto Díaz y Deji Akindele estiraron el marcador hasta una cómoda diferencia de 10 puntos. En Iberostar, Sekulic estaba, pero en ese modo en el que ves que hace números que no duelen, que no va ser un jugador determinante, mientras Saúl y Rost tomaban el relevo de Beirán, máximo anotador canario del primer cuarto. Aunque Sikma y Richotti confirmaban que no estaban en su día (no llegándolo a estar en ningún momento en los 40 minutos), un Burtt nervioso por la pérdida de protagonismo que el cambio de entrenador había traído (-9) dio a los de Alejandro Martínez, a través de inexplicables jugadas de exasperante egoísmo, la posibilidad de irse a la ducha con el partido abierto: 43-36.

El camino estaba claro. En 20 minutos, los tinerfeños solo habían cometido 6 faltas, habían llevado a los fuenlabreños solo dos veces (4 tiros) a visitar la línea de tiros libres y, sobre todo, se habían dejado coger hasta 10 rebotes en aro propio, mientras que solo 8 tuvieron color amarillo. Que en su primera acción del tercer cuarto Akindele no pudiera llegar a matar al chocar contra Sikma, y que de pronto los rebotes ofensivos fueran a manos visitantes, parecían mostrar que la lección estaba aprendida. Las diferencias se apretaron hasta 45-43, mientras el ritmo del partido se deceleraba hasta el punto de que prácticamente todos los tiros de los dos equipos se hacían sobre la bocina de los 24 segundos. Pero los del Montakit no se arredraron y, la entrada de Vega por Clark y de Baron por Miso les dió una bocanada de aire fresco para volver a retomar la iniciativa. En el momento clave, cuando un triple del capitán fuenlabreño volvió a establecer 10 puntos de ventaja (55-45), se vió con claridad en qué consiste la tan consabida barrera psicológica: mientras el ataque canario terminó en un mal tiro de Sekulic cerca del 6’75, que solo dio en el aro, los de Fuenlabrada reencontraron a Akindele en la pintura. Y Akindele reencontró la red.

Del 63-49 con que terminó ese tercer cuarto hasta el 83-66 final, poca historia que contar, ya que los locales mantuvieron su concentración y frescura, tanto mental como de piernas, gracias a la dosificación de esfuerzos que su entrenador había ido introduciendo a lo largo del partido. Martínez dio la victoria por imposible, dejando a Sekulic en el banco todo el último tramo, y Panko pudo descansar a falta de dos minutos, siendo sustituido por el canterano Smits. Si se quiere salvar a la ciudad, los Vengadores mejor que Supermán.