Una bestia con el toque de Nijinsky
Nijinsky fue un bailarín ruso cuyos saltos y elegancia
convocaban la admiración universal.
Su armadura de músculos era agua cuando se movía.
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Una bestia con el toque de Nijinsky
Pedro Fernaud
1.mayo.2012
Hasta cuando se enfrentaba a sus demonios (ese Pop 84-Jugoplastika que ‘domó’ Europa) Norris nunca perdía ni la dignidad competitiva ni la elegancia. Irreductible. Fuente de foto: archivo fotográfico de ara.cat
Una bestia con el toque de Nijinsky
Nijinsky fue un bailarín ruso cuyos saltos y elegancia
convocaban la admiración universal.
Su armadura de músculos era agua cuando se movía.
El baloncesto nació para dar canal a portentos como
Audie Norris.
Norris era una roca envuelta en una sutileza.
Pesaba como un Tyranosaurius y se movía como una corina parisina.
Pero sin perder ese toque bestial de estibador escocés.
Norris despertó expectativas en Portland.
Pero las lesiones le cebaron a pegas.
Y se fue a Europa con una rodilla de cristal.
En Treviso generó interés por su forma de tocar el violín en el poste bajo.
Sus estadísticas eran una invitación a la curiosidad.
El Madrid le probó en el 85, pero le descartó.
Unas calabazas, de alguna manera, saben el camino de vuelta a casa.
Con el Barça, Norris matizó y abrillantó su versión tirana.
Jugaba como si le sobrara fuerza. Y talento.
La liga ACB fue su hacendado.
La gobernó hasta en tres ocasiones.
Añadan también la Copa del Rey.
¿Europa?
¿Han visto las neuras de Messi o Ronaldo con los penaltis?
¿Perciben el canguelo de King James en las cumbres NBA?
Algo así le pasaba a Audie, Epi, Aíto y compañía.
Maravillan en la estepa regular.
Pero cuando tocaba beber los whiskys en el Saloon Four…
El destino no siempre premia a quien suma más méritos.
Nuestra postal de Norris lo recupera como
despiadado cazador de rebotes,
Nikinski de ébano de espaldas al aro
y cultivador de semi-ganchos de oro.
Su mejor arte, su baile más fiero,
se expresaba frente a Fortalezas Martín.
Es lo que ocurre cuando bailas ante tu espejo.
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