Tercera final

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No dejar de pisar el acelerador. Desde esa máxima, aprovechando todo el voltaje emocional de un Fernando Buesa abarrotado, el Caja Laboral sometió al Madrid en el partido decisivo de esta serie de semifinales, que ha agotado sus cinco capítulos. El equipo baskonista jugará su tercera final conecutiva ante el Barça. Para lograrlo, Tiago Splitter ofreció su versión más resolutiva, 18 puntos y 8 rebotes, en un partido donde el juego interior baskonista fue el factor clave. Teletovic y Eliyahu contribuyeron de manera notable a la producción ofensiva (10 puntos cada uno). Enfrente, el Madrid estuvo huérfano de una referencia ofensiva regular: Reyes y Lllul (13 puntos cada uno) fueron lo más parecido, pero acabaron contagiados por la discontinuidad de sus compañeros.

 

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Tercera final

Pedro Fernaud


El baloncesto es uno de los deportes más sentenciosos del arco olímpico. Puedes jugar con bazas como la táctica, el orgullo o los intangibles. Pero a la hora de la verdad, el factor chancha, es decir la mejor inercia competitiva de toda una temporada, suele ser una variable definitiva. El Caja Laboral interpretó a la perfección la partitura que necesitaba: máximo de intensidad y tope de convicción en las entradas a canasta.

 

En puridad, el partido quedó ventilado en sus primeros cinco minutos. En ese lapso de tiempo, el Caja Laboral engordó su granero de puntos con una ventaja (15-5), que resultaría definitiva. El Madrid se pasó el resto del partido embutido en un traje de perseguidor que este domingo no le sentó bien. No le encajaba porque, por ejemplo, Tomic pagó su bisoñez, al dejarse descentrar por la dureza de la defensa baskonista. O porque la mayoría de sus compañeros (con Prigioni, Vidal y Jaric ocupando puestos de honor) ofrecieron un rendimiento mediocre.

 

En esa dinámica famélica, el entrenador, Ettore_Messina, también tuvo una cuota importante de responsabilidad. A lo largo de la temporada, no ha sacado lo mejor de sus jugadores. No ha hecho sentirse importantes a la mayoría de ellos. Sus bandazos en la dirección técnica se han concretado en un cambio de roles incesante. No parece normal, por ejemplo, que Bullock jugara sólo 11 minutos (en los que anotó 4 puntos), cuando venía de firmar una actuación notable en el anterior encuentro.

 

Pero para el técnico italiano la defensa es un valor supremo. Se lo jugó a esa carta este domingo y salió perdedor. Entre otras cosas, porque enfrente había un equipo muy sólido, tremendamente competitivo que dominó todas las pequeñas acciones donde se definen esta clase de partidos: rebote ofensivo, carácter, determinación anotadora y kilos de intensidad en la pintura.

 

Ahora queda por comprobar qué ocurre el Barcelona. Los más cartesianos (el Barça no ha perdido ningún partido en estos play off y ganó con nitidez sus partidos frente al Caja Laboral durante la competición regular), auguran una película ‘gore’. Al decir de éstos, en la final, la ‘máquina de picar carne blaugrana’ va a hacer unas buenas hamburguesas con los baskonistas, impidiéndoles ganar un solo partido de la serie.

 

Puede que ésa predicción sea lógica, pero cuando en tu equipo tienes a jugadores con la clase y el corazón de Splitter, Huertas o San Emeterio, siempre queda espacio para pensar en partidos revolucionarios que cambien el signo de un destino demasiado predecible.