Sinfonía Lituana Número 10 de JC ‘Amadeus’ Mozart

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España está en la final del Eurobasket y para lograr ese billete tuvo que exprimir lo mejor de su talento (JC Navarro), capacidad de lucha (a los hermanos Gasol les dieron ‘caramelos’ de todos los colores) y entereza competitiva (como la mostrada por Serge Ibaka, en su encuentro más valioso del campeonato). Sea como fuere, es de justicia empezar mirando el partido desde el otro lado del espejo. Macedonia hizo un monumento al buen gusto y la inteligencia para interpretar este juego, a esas cualidades sumó un amor propio que no cabe en las estadísticas y ni siquiera el resultado final, que no expresa con el dramatismo apropiado la épica que este choque fue capaz de convocar, con España como justa triunfadora (92-80). Eso sí, si los predestinados ibéricos hicieron buenos los presagios, fue esencialmente gracias a ‘Amadeus’ Navarro, que compuso una sinfonía de canastas de todas las facturas.

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Sinfonía Lituana Número 10 de JC ‘Amadeus’ Mozart

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Pedro Fernaud

16.septiembre.2011

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Navarro derrochó velocidad y acierto de su inagotable yacimiento de talento para liderar el pase de España a la final del Europeo de Lituania. Fuente de foto: marca.com


España está en la final del Eurobasket y para lograr ese billete tuvo que exprimir lo mejor de su talento (JC Navarro), capacidad de lucha (a los hermanos Gasol les dieron ‘caramelos’ de todos los colores) y entereza competitiva (como la mostrada por Serge Ibaka, en su encuentro más valioso del campeonato). Sea como fuere, es de justicia empezar mirando el partido desde el otro lado del espejo. Macedonia hizo un monumento al buen gusto y la inteligencia para interpretar este juego, a esas cualidades sumó un amor propio que no cabe en las estadísticas y ni siquiera el resultado final, que no expresa con el dramatismo apropiado la épica que este choque fue capaz de convocar, con España como justa triunfadora (92-80). Eso sí, si los predestinados ibéricos hicieron buenos los presagios, fue esencialmente gracias a ‘Amadeus’ Navarro, que compuso una sinfonía de canastas de todas las facturas.

 

A estas alturas de la película, todos ya tenemos clara la cantinela de que el baloncesto es un deporte de equipo. Pero partidos como los vividos este jueves también te hacen cree en gente tocada con una varita, postes de luz en los que la energía  y el acierto fluyen con desmesura en relación al resto de mortales. A esa estirpe pertenecen Juan Carlos Navarro (35 puntos en este partido, con 5 de 9 en triples) y Bo McCalebb, autor de 25 puntos, con un muestrario de penetraciones a canasta que dejan en un aficionado a ‘Speedy’ González. Recuerden, España ganó por doce puntos…Un entrenador bien pensante puede argumentar: “Bueno, JC es muy bueno. Pero la defensa de España tiene más recursos (las fibras de Rudy, la velocidad de Llull) para frenar a una mega estrella inspirada”. Y es un análisis cierto. Pero incompleto.

 

¿Se puede explicar el aura de ‘La última cena’ de Leonardo Da Vinci? ¿La serenidad, la vida, que emana esa pintura? En parte sí y en parte no. Pasa con las cosas que nos fascinan de esta existencia, como, por pensar en otro arte y otro sentido, la vibración y la profundidad que transmite la canción ‘The Wall’ de Pink Floyd. Puedes hablar de esa belleza, cartografiar parte de su emoción, pero siempre te faltará algo que las palabras no pueden transmitir. A falta de una expresión mejor, diremos que es la magia del momento.

 

Macedonia exprimió cada una de sus cualidades desde el principio. En defensa, sacó la estaca y practicó el juego subterráneo con la misma facilidad que Dennis Rodman en su época. Puede que Pero Antic nunca se case con Carmen Electra como hizo aquel guerrero de los Pistons y los Bulls, pero lo que es seguro es el gigante del brazo tapizado se ha ganado un hueco preferente en el corazón de sus compatriotas durante este mes de septiembre. Pero rebañó el aro (9 rebotes) y anotó cinco puntos y media más que su media, hasta sumar 17. Aunque lo más alucinante fue la capacidad de intimidación que ejercía su mirada (hay cosas que no necesitan ser tatuadas) y su habilidad para ‘jugar sin pensar’ y dar valiosos pases a sus compañeros (o recibirlos).

 

Y es cierto, Macedonia defendió con mucha actitud y un buen saco de sutilezas tácticas, sobre todo una zona 2-3 con la que querían negar balones cómodos a los hombres interiores y explorar las debilidades en el tiro de algunos de nuestros exteriores. Pero lo que de verdad cautivó de esta selección fueron sus automatismos como órgano colectivo, que hubiesen provocado una ‘lagrimilla’ del mismo Alien. Los macedonios maceraban las posesiones con una elaborada secuencia de pases hasta obtener una cómoda posición de tiro y encima disfrutaron de tres hombres especialmente inspirados: los ya mencionados McCalebb y Antic y un señor que se llama Valdo Ilievski, que se fue hasta los 15 puntos jugando los cuarenta minutos de juego, proeza anti-desaliento que compartió con ‘levantador de espaldas’ Antic.

 

Así las cosas, uno tuvo tiempo hasta simpatizar con estos fanáticos de lo coral, que vendieron muy cara su rendición. Eso fue en los dos últimos minutos. Antes, nos hicieron pasar algunos malos ratos. Pero España tiene mucho fondo de armario, tanto como para generar inseguridades en una maestra del género como Eva Longoria.

Los hermanos Gasol recibieron toda clase de ‘caricias’ en la zona. Y aunque es comprensible que a veces se desesperaran y frustraran, harían bien en trabajar mejor el aspecto mental para no enredarse en esas cuitas y anotar con más regularidad. Es difícil reprochar algo en el capítulo reboteador a nuestras torres gemelas (27). Al contrario, su envergadura física , coraje y hasta astucia (bien por Pau por palmear esos balones) nos dieron muchas segundas y terceras opciones que a la postre fueron determinantes.

 

En un día regulón (8 de 19 en tiros de 2), Pau anotó 22 puntos y cogió 17 rebotes. Con eso está dicho todo. También ayudaron otra serie de pequeños detalles, como el rendimiento de Ibaka, que hizo su partido más valioso (8 puntos y 4 rebotes) cuando más lo necesitaba el equipo. Tampoco estuvo nada mal la defensa de Llull (que volvió a embocar el único triple que probó), la dirección de Ricky (que además fue el tercer máximo reboteador del equipo con 7 capturas) o el pundonor de Calde, que lo hizo bastante bien si tenemos cuenta que su tobillo se parecía mucho a un bocadillo de morcilla.

 

Fueron pequeños hilos de sintonía que cobraron sentido con un catalizador llamado JC Navarro. JC se puso el traje de ingrávido en el tercer cuarto e hizo de la facilidad una genialidad, así hasta sumar 19 puntos sólo en ese periodo. Hubo de todo. Canastas eslalón de homenaje a Alberto Tomba, sus clásicas penetraciones de elevación (boooomba), triples lanzados desde el desierto de Gobi y canastas propias de un Mozart de este deporte, como cuando anotó con un pie en el suelo un triple a una mano. Gracias JC por ponernos al volante de una leyenda que, casi casi, estamos viviendo en primera persona.

 

Será el don de los que convierten en plastilina los límites. ¿Próximo capítulo de esta odisea? La final de este domingo. Salud y basket, predestinados.

 



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