Silencio y crujir de zapatillas

64 – 87, Valencia Basket se llevó del Fernando Martín un partido que, desde el minuto uno, no tuvo historia.

Silencio y crujir de zapatillas
Theobald Philips

(Foto: ACB Photo/Fran Martinez) Signo del partido: Panko 14 pts y 3 val, Lucic 3 pts 7 val

(Foto: ACB Photo/Fran Martinez)
Signo del partido: Panko 14 pts y 3 val, Lucic 3 pts 7 val

Allí será el llanto y el crujir de dientes cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros echados fuera (Lucas 13:28)

Un triste partido sin historia el vivido en el Fernando Martín, triste desde que en el minuto uno Sam Van Rossom encestara un triple que abrió un parcial de 0-11 para los taronja, hasta el minuto cuarenta en el que, faltando más de una posesión para el bocinazo final, los de Carles Durán decidieron renunciar a su último ataque y conformarse con los 23 puntos de diferencia conseguidos. Un extraño partido de silencio donde, por primera vez desde finales de 2011 cuando Fiebrebaloncesto decidió destacarme para contar las historias del club del sur de Madrid, el ruido que ha preponderado en el Fernando Martín ha sido el del chirrido de las zapatillas contra el barnizado parquet y donde los asientos de la grada que hay justo enfrente de la tribuna de prensa han estado ocupados, pues los Fuenlablues han visto por primera vez desde que los conozco el partido sentados, sin calentar el ambiente con sus gargantas. Un partido malo y extraño donde un entrenador, Jesús Sala, ha reconocido que algunos de sus jugadores ni siquiera lo han intentado, mientras que a Valencia le han bastado un par de acelerones para conseguir una victoria cómoda en la que su entrenador, significativamente, se ha mostrado contento…»porque nadie se ha hecho daño».

Un partido sin historia donde una crónica al uso debería limitarse simplemente a ir contando cómo los parciales iban siendo consecutivamente ganados por los valencianos, que no necesitaban ni siquiera hacer un gran partido para mantenerse, hasta el último cuarto, por encima del 60% en tiros de dos y casi en el 50% en el total. Donde, los esfuerzos y mejores minutos locales venían de la mano de su incansable capitán, Javier Vega, que sin tener el día desde el 6,75 ha conseguido unos meritorios 13 puntos y 9 rebotes para convertirse en honorífico MVP del partido con 18 de valoración. Con su esfuerzo, cuando era escoltado por Rolands Smits y Jorge Sanz, mantuvo la apariencia de partido que el despertar de Panko había propiciado en el primer cuarto (13-19) hasta que, mediado el segundo, con 24-24, el cisne del Fuenlabrada cantó por última vez ahogado por Harangody con 5 puntos consecutivos que acababan con el espejismo y bañaban de triste realidad el partido: el Valencia Basket iba a ganar cuando quisiera, sin dejar que prendiera la llama de una última alegría fuenlabreña en el ambiente; seguirían oyéndose las zapatillas. En el bocinazo del medio tiempo, la diferencia era de 29-42 culminando los visitantes un fácil parcial de 9-18 en el que todos los que habían pisado la cancha, menos Lucic, habían anotado al menos una canasta.

(Foto: Fiebrebaloncesto / Theobald Philips) ¿Cómo cansar a los incansables? Inusual vista de la grada Blue

(Foto: Fiebrebaloncesto / Theobald Philips)
¿Cómo cansar a los incansables? Inusual vista de la grada Blue

El segundo tiempo siguió por los mismos derroteros, «a ratos en un querer y no poder y a ratos bajando un poco los brazos», como dijo Jesús Sala en rueda de prensa, contestando Valencia Basket a cada amago de reacción de Montakit Fuenlabrada -normalmente proveniente de la encorajinada lucha de Javi Vega- con un golpe aún más fuerte en la boca del estómago que desinflaba completamente al equipo local. Entre chirriar de zapatillas y tímidos pitos a algún jugador, la diferencia llegó a los 21 (41-62) al cambio de cuarto, y a los 27 (53-80) cuando nuevamente Luke Harangody, completamente solo, embocó su cuarto y desmadejado triple. Desde ahí hasta el final, un último esfuerzo de Fuenlabrada por lavar la cara con Branko Cvetkovic como hombre más destacado, hizo que la diferencia quedara en los descorazonadores 23 de diferencia que campearon al final.

Pero, antes de que se consagrara ese 64-87, un último gesto: cuando los jugadores del Valencia, entre felicitaciones mutuas, entregaron el balón a los árbitros para que Fuenlabrada jugara los dos segundos que restaban, Jesús Sala cambió a Andy Panko logrando por primera vez, en toda la tarde, que el ruido que se escuchara en el Fernando Martín no fuera el del silencio y rechinar de zapatillas. El llanto y crujir de dientes de ser expulsados del paraíso…