No matan las balas

No matan las balas sino la velocidad, y por eso al Real Madrid le bastó con la diferencia de calibre para, con un explosivo tercer cuarto, acabar imponiéndose a un corajudo Montakit Fuenlabrada (94-96).

(Foto portada: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com)


 Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com Fuenlabrada peleó hasta el final

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com
Fuenlabrada peleó hasta el final

 

Y es que la diferencia de arsenales, aun teniendo tres huecos en su canana (al recién operado Rudy se le añadía que la torcedura de tobillo del esperado Ayón se había producido sin dejar margen de tiempo suficiente para inscribir a Slaughter), es tan enorme que un equipo como el Fuenlabrada tiene que estar realmente iluminado para, con la munición disponible, poder pillar desprevenido a un grande. Comenzaron sin embargo los naranjas muy nerviosos, perdiendo sus dos primeros ataques, sin conseguir ni siquiera  elevar el balón, quizá desconcertados por un arbitraje más permisivo con los contactos (en los dos lados de la cancha) de lo que estamos acostumbrados en liga nacional. Mientras Akindele perdía los galones oficiosos de MVP de la semana ante los pívots (¡quién lo hubiera dicho!) de Laso, y Baron se instalaba para ya no salir jamás en la valoración negativa, el Madrid se conformaba con castigar el error ajeno de la mano de Felipe Reyes e Ioannis Bourousis, siguiendo ese proceso de metamorfosis en el que está intentando trocar el fuego de fusilería de antaño por el pragmatismo de la artillería pesada. Pero, mediado el cuarto, dos circunstancias cambiaron esa cierta sensación de comodidad que daban los perennes 6 u 8 puntos de ventaja. Por un lado, Alberto Díaz se enrabietó y encadenó 5 puntos consecutivos, con triple y robo en el subsiguiente saque de fondo y, por otro, la segunda falta de Maciulis liberó a Andy Panko de tener que percutir en ataque contra el hormigón armado báltico, provocando su despertar anotador. Para cuando sonó la bocina los visitantes seguían mandando, pero la comodidad ya había desaparecido (20-23).

 

En el segundo cuarto la igualdad se mantuvo en todo momento pues, aunque su pólvora seguía mojada (1/10 3p, ese 1 conseguido por Llull en el minuto 16), los madridistas salvaban los muebles fundamentalmente a base de controlar el rebote ofensivo; hasta un 41% de los balones que no entraban en el aro fuenlabreño (10/24) volvían a las manos de los blancos, con especial mención para las 6 capturas del barbudo de Karditsa. Por los locales Panko seguía su recital, superando claramente a K.C. Rivers y jugando todos los minutos menos uno (se hizo sangre en un choque con Campazzo y tuvo que ser sustituido), Clark comenzaba ya a anunciar el recital que daría después y Miso, recuperada la posición de base ante la baja (desgraciadamente de larga duración) de Dani Pérez, ofrecía un racimo de asistencias del que se beneficiaba fundamentalmente Moussa Diagné, que no sería raro que tuviera doble entrada esta semana en el Top 7 Kia. Al descanso, 45-45 y la duda por parte de los aficionados naranja-azules de hasta dónde podrían llegar los de Luis Casimiro, y de si el Madrid despertaría de su letargo por parte de la nutrida representación Berserker.

 

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com Diagné (11p 11r) reencontrado

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com
Diagné (11p 11r) reencontrado

 

El inicio del tercer cuarto fue como un puñetazo en la cara, en la cara del Fuenlabrada concretamente. Se comenzó con un 2-10 de parcial en menos de lo que se escribe un tuit, que fue ensanchándose sin piedad hasta el 13-34 final (-3/49 val). Maciulis había vuelto para apagar a Panko y, sin el de Harrisburg, el Fuenlabrada, con el búho cegado por la defensa oponente, no fue capaz de encontrar otras vías de anotación. Mientras Reyes doblaba sus números sin esfuerzo, Carroll y el Chacho se sumaron a la fiesta y los triples, esquivos hasta entonces, comenzaron a entrar ¡hasta el capitán consiguió un 3+1!. Las balas no matan, decíamos antes, y es que era la velocidad, la velocidad con la que las manos blancas robaban balones o se ponían ante cada tirador naranja, la velocidad con la que el balón se lanzaba al contrataque a la mínima oportunidad, la velocidad con la que los jugadores visitantes salían de los bloqueos para encontrar una posición liberada, la que mataba las esperanzas fuenlabreñas consiguiendo, cuando la sirena clausuró los primeros 30 minutos de juego, lo que se presumía un definitivo 58-79.

 

Y el Madrid lo presumió demasiado, interiorizada como tiene la letanía de que en noviembre hay que dosificar esfuerzos, y que si ganas de 20 es mejor parar y mantener el resultado. En este caso paró en seco, hasta el punto de que en los siguientes 10 minutos solo cogió un rebote ofensivo más, permitiéndose además no recuperar ni un solo balón y perder 7. Daniel Clark, que para ese entonces ya llevaba a sus espaldas un gran partido, encadenó tres triples consecutivos sin dejar además de aportar defensivamente, y Baron por fin pareció despertarse. La diferencia, hacía poco insalvable, se redujo hasta los 7 puntos mediado el cuarto. Según se agotaba el tiempo, Fuenlabrada intentaba tirar de la épica individual para poder reducir la ventaja a guarismos más asequibles, siendo Sergio Rodríguez el que, en ese momento delicado, encontró con su clarividencia y velocidad de juego la suficiente cabeza y acierto como para no permitirlo. Al final, con dos triples desesperados del joven Boubacar Moungoro, uno de ellos a tabla, se quedó el marcador final en un agónico 94-96, que satisfizo a una afición local que despidió a los suyos con aplausos.

 

Fotos: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com Imagen engañosa. Clark, grande en el partido

Fotos: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com
Imagen engañosa. Clark, grande en el partido

 

Pablo Laso declaró no estar contento con un partido en el que su equipo solo había mostrado un nivel defensivo correcto en el tercer cuarto, desconcentrándose de forma ostensible en el último. Sin embargo el técnico vitoriano mantiene la calma, transmitiendo (al menos a este que les escribe) una sensación de mucha seguridad, sabiendo que la maquinaria chirría al tener todavía que ajustar muchas piezas nuevas y, sobre todo, triturar algunos automatismos antiguos. Por lo pronto, parece ir pulverizando uno a uno los clichés que se le han ido colgando (rotaciones, juego interior, defensa, etc.) mientras los resultados, encima, le siguen sonriendo.

 

En caso del Fuenlabrada, el partido nos ha mostrado algunas curiosidades como que Diagné y Miso, jugadores algo infrautilizados hasta ahora, hayan sido claves para la recuperación. O que no jugase ni un minuto (por decisión técnica) Javi Vega, que solo fue llamado por su entrenador para quitarse el chándal a falta de dos minutos para que terminase el segundo cuarto, siendo abortado ese cambio nada más levantarse el de La Avanzada porque Panko metió canasta (que Papamakarios haya vuelto a no pisar la cancha empieza a no ser noticia). Si Casimiro no consigue involucrar y saber contar con todos sus jugadores, solo con 35 minutos de Panko más el cara y cruz de lo que pueda hacer Baron, se va a hacer una temporada muy larga. Las piernas se harán pesadas y, ya se sabe, lo que mata es la velocidad.