Madrid, Granada, Estambul 1992

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Impolíticamente correcto. Directo, emotivo y personal. Con esos ingredientes, David Pérez, demente hasta el tuétano, traza una adictiva mirada a uno de los pasajes más gloriosos del Club Baloncesto Estudiantes en su época moderna. Davide no se ahorra ninguna honestidad en un relato cargado de corazón y orgullo estudiantil, y adobado con buenas dosis de ironía, detallismo y…Nostalgia. Imprescindible. 

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Madrid, Granada, Estambul 1992

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David Pérez Moreno

7.enero.2012

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Nacho Azofra, alma y orgullo del Estudiantes de las tres últimas décadas; la personificación de las impresiones contraculturales del autor. Autor y fuente de foto: Miguel A.Monjas, wikipedia


Hace tan solo unos días despedí el año con el Informe Robinson de Barcelona 92, dedicado a los 20 años de los Juegos que cambiaron para siempre nuestro deporte. Yo me perdí la mayor parte de aquello, tenía 12 años y aquella primera quincena de agosto me la pasé en un Campamento donde no había tele. No me importó, yo aquel año ya había visto de primera mano la que para mí siempre será la Gesta Deportiva más Grande de la Historia.

Para los que no vivieran aquella época o no se acuerden de ella, en la temporada 91-92 el baloncesto español estaba todavía bajo los efectos del shock que supuso la muerte de Fernando Martín, de la que la sección de baloncesto del Real Madrid de Fútbol no se recuperaría del todo hasta que, a golpe de talonario, juntara a Sabonis y Obradovicunos cuantos años después.

En la ACB reinaba el Joventut de Lolo Sainz con los Jofresa, Villacampa, Corny Thompson, Ferrán … En Europa la Jugoplastika-KK Split de Kukoc, Radja y demás,  había conseguido un Three-Peat histórico en la Copa de Europa, en los albores de la Guerra de los Balcanes. Nuestra selección de Basket había logrado el verano anterior una balsámica tercera plaza en el Eurobasket de Roma, después del decepcionante mundial de Argentina 90 y justo antes del ridículo que vendría con el Angolazo de los Juegos de Barcelona.

En la NBA, después del primer anillo de Jordan y el Tío Phil en el 91 contra los Lakers, el Mejor Jugador de la Historia del Basket conmocionó al mundo con su anunció de que se retiraba de las canchas por ser portador del VIH. Aquella temporada todavía nos depararía su mítica reaparición en el All-Star Game de Orlando, como preludio de su paseo por Badalona con el Dream Team original aquel verano del 92.

Esa temporada 91-92, un Equipo de Patio de Colegio decidió dar un golpe en la mesa y formalizar la mejor campaña de su historia, tras la espantada del “Pesetero” Antúnez, que decidió cambiarse de acera para “ganar títulos”, convirtiéndose en el primer tránsfuga de la década de los 90. El Estu había hecho del Palacio un fortín, en el que la mitad de los espectadores íbamos invitados por Caja Postal, gracias a empleados tan imprescindibles como mi vecino Manolo, que tan puntualmente me dejaba las entradas (a veces hasta 8) en el buzón de casa, para que no me perdiera ni un solo partido.

Aquella plantilla inolvidable estaba liderada por el “Oso” Pinone, el jugón RickyWinslow, un jovencísimo Herreros, rocoso Orenga y la alternancia de los ilustres basesPablito Martinez y Nachocho Azofra. Los secundarios de lujo eran Aísa, Gonzalito Martinez, Aguilar, un jovencísimo Alfonso Reyes, Pedro Rodríguez y Escudero. La orquesta la dirigían “El Cura” Miguel Ángel Martín y su ayudante Don Pepu Hernández.

Después de quedarse a la puertas de la gloria en el 91. El Estu empezó el año proclamándose Campeón de Copa, por segunda vez en su historia, ante el CAI Zaragoza, por 61-56, en Granada. Pinoso fue nombrado MVP del Torneo. En los cuartos de final, Estudiantes eliminó a la sección de baloncesto del Real Madrid de Fútbol, con un triple de Aísa en el último segundo. En semifinales, se ganó al Joventut en un extraordinario partido de Pablito Martínez.

En la liga ACB, en semifinales, Estudiantes fue eliminado otra vez por el Joventut con un 3-2 global. El Estu se impuso en el primer partido en Badalona, y en el segundo perdió en la prórroga, a la que se llegó después de que los colegiales fallaran dos de tres tiros libres con el tiempo ya a cero. Fue otra de esas semifinales “Día de la Marmota” de los 90, en la que nunca teníamos el factor cancha a favor y todo parecía orquestado para que siempre se jugaran los cinco partidos, con decisiones arbitrales altamente sospechosas, que azuzaban la originalidad de los cánticos de la Demencia.

Aquella temporada fue en la que la Copa de Europa se convirtió en Liga Europea, haciendo posible que hasta tres equipos españoles jugaran en ella. En su primera participación en la máxima competición continental, Estudiantes se midió al Aris de Salónica de Galis y en la fase de grupos quedó segundo, por delante de equipos como el Philips Milan y el Partizan de Fuenlabrada. En cuartos de final, Estudiantes se cruzó con el Maccabi, que ganó en Tel Aviv y el Estu forzó el tercero al ganar en Madrid el segundo.

El tercer partido se jugó con llenazo histórico en el Palacio, la Demencia desplegó una espectacular pancarta en español y en hebreo, que rezaba “Con la Espada de Alá cortaremos la Mano de Elías”. 16 años después tuve la oportunidad de comentarles aquello a unos israelitas en una comida en Tel Aviv, después de que hicieran un par de chistes crueles sobre los palestinos.

El Estu se llevó el partido y la eliminatoria gracias a un resbalón de Jamchi, seguido de mate de Winslow fuera de tiempo. Aquella noche pisé por primera vez el parqué del viejo Palacio, la invasión del campo era obligada, había que cortar la red para llevársela como recuerdo de que todo aquello no había sido tan solo un sueño.

En Estambul, Estudiantes disputó la semifinal con el Joventut (enfrentamiento obligatorio en aquella época cuando había dos equipos del mismo país en la Final a Cuatro). La Penya se tomó la revancha de su eliminación copera y solo la sempiterna suerte de los Djordjevic, Obradovic & Co harían que finalmente fuera el Partizan (al que fuimos los únicos capaces de ganar en el Fernando Martín) el que se llevara la primera Euroliga.

En aquel equipo histórico del Estu, empezó a gestarse la que sería la semilla de la Edad Dorada del Baloncesto Español. Tipos como Pepu, Herreros o Reyes perdieron para siempre el miedo a cruzar la línea, desafiando al poder establecido: ya sea el dinero del fútbol y/o las constructoras, la NBA o cualquiera que crea que tiene que ganar por decreto, sin más argumentos que el creerse superiores a los demás.

Han pasado 20 años en los que he podido disfrutar viendo por la tele como la semilla finalmente germinaba, haciendo que mi selección ganara un Mundial, dos Eurobasket y múltiples medallas de todos los colores. In situ, he podido animar a mi equipo en una final de la Korac, otra de la ACB y hasta jugándose la permanencia cuando todos le daban por muerto. Desde el otro lado del charco, he visto a mis Lakers ganar a los Celtics sentado en las gradas del TD Garden,  pero nada iguala lo que viví aquel año 92, en el que un Equipo de Patio de Colegio cambió para siempre la historia del baloncesto, al colarse en una Final Four de la Euroliga al grito de “Estudiantes a Estambul, Chim-pun, a Estambul Chim-pun, a Estambul Chim-pun”.

 



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