Los Celtics: «soy porque somos nosotros»

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No pudo ser para los orgullosos verdes. El equipo de Boston hincó la rodilla ante los Lakers en el último partido (92-86) de la final. De este modo, la supremacía en el cómputo global de anillos conquistados en la historia de la liga se reduce a sólo un título a  favor de la franquicia de raíces irlandesas: 17 frente a los 16 de los chicos de LA. Sea como fuere, si prescindimos del factor emocional de ir con el equipo de Pau (premisa, nos consta, no compartida por todos vosotros), es de ley reconocer que los Celtics fueron lo más parecido que hubo a un equipo sólido en estas series finales. En este artículo analizamos la filosofía que inspira su cohesión como grupo: Ubuntu, de raíces sudafricanas. También aprovechamos para evaluar con cierto detalle el rendimiento de los componentes de su Big Four: Paul Pierce, Kevin Garnett, Ray Allen y Rajon Rondo.

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Los Celtics y su filosofía ubuntu: «soy porque somos nosotros»

Pedro Fernaud

 

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Rajon Rondo es presente y futuro de garantías para los

orgullosos verdes. Fuente foto: acb.com

 

El baloncesto es un deporte que alcanza sus dotes más depuradas cuando se desarrolla maximizando su vertiente colectiva. En esa línea, los Celtics de Glenn ‘Doc’ Rivers han regalado unos cuantos momentos de belleza en las rondas finales de esta temporada. Sus mejores ‘highlights’ llegaron cuando sus jugadores movieron con criterio y paciencia la pelota. Gracias a esa lúcida circulación de balón, sus hombres clave pudieron ofrecer lo mejor de su talento. Por ejemplo, Rondo ha pegado un estirón en su juego; es mucho más sólido en la anotación y la dirección, pero todavía le falta metraje en cuanto regularidad. Su edad, 24 años, disculpa esa intermitencia y existe consenso general en que la futura refundación verde deberá establecerse a través del eje de su juego. Los números del base en los play off hablan por sí mismos: 15,8 puntos y 9,3 asistencias.



El impacto de su juego ha sido tan notable que ha sido elegido por el 69% los usuarios de la web de los Celtics como el jugador más determinante en estas series finales. Muy lejos en esa elección de líder del juego han quedado el entrenador ‘Doc’ Rivers, 14%, Paul Pierce, con el 7%, y Kevin Garnett y Ray Allen (ambos con el 5% de las predilecciones de los usuarios bostonianos).

 

El resto del Big Four (que podríamos traducir por nuestro clásico ‘Los 4 Magníficos’ o por el más pegadizo ‘Los 4 Fantásticos’) no ha estado en su mejor versión. Pero, mal que bien, en algún momento de las diversas eliminatorias se han acercado a ella. En la final Ray Allen ha tenido un papel destacado. A sus 35 años tiene unas piernas de jugador de balonmano que para sí quisieran muchos joveznos de la liga.

 

Gracias a ellas, mantiene el vigor defensivo y conjuga plasticidad y acierto en el tiro (para la leyenda, los 8 triples que les endosó a los Lakers el segundo partido de la serie, cuando los angelinos perdieron el único partido en el Staples Centre en todas las eliminatorias de este año). Allen promedió 16.1 puntos y 2.6 asistencias por velada.

 

Queda por analizar el rendimiento de los dos miembros de esta selecta columna vertebral que más ‘estopa’ han recibido de parte de la crítica especializada. De un lado, Paul Pierce, cuya aportación para pasar las tres primeras eliminatorias, ante Chicago, Orlando y Cleveland resultó capital. No en vano, ha finalizado estos play off como máximo anotador del equipo: 18.8 puntos y una buena suma de rebotes (6) y asistencias (3.4). Sin embargo, frente a los Lakers se convirtió en un jugador mundano, demasiadas veces minimizado por la colosal defensa de Ron Artest.

 

Un tipo con la textura competitiva de este (paradojas) alero californiano empleará esa pequeña debacle personal como combustible para avivar su fuego competitivo con vistas al próximo curso. Por último, dentro de este repaso de jugadores especiales vamos a decirle a la fría objetividad que se tome un respiro. Porque sí, puede que Kevin Garnett haya hecho unas estadísticas personales discretas (aunque bastante mejores que las del año pasado, cuando sufrió el calvario de las lesiones en la rodilla).

 

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Kevin Garnett: alma, orgullo y corazón de los

actuales Celtcis. Fuente foto: nba.com

 

Pero eso no es óbice para admirar en voz alta su orgullo competitivo. Donde otros hubieran masajeado la rodilla en el sofá de casa (hablamos también del común jugador de élite), este competidor voraz ha encontrado el estímulo para combinar pillería, garra  e intuición en el trazo de defensas a menudo notables. Y para mantener unas medias personales de jugador fuera de la mediocridad: 15 puntos, 7.4 rebotes y 2.5 asistencias.

 

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‘Doc’Rivers es el principal responsable de la armonía en el juego

que los Celtics han logrado a través de los valores de

la filosofía de Ubuntu. Fuente foto: nba.com

 

Estos cuatro hombres han sintonizado bien. Pero han encontrado también el respaldo de un grupo bastante competente y la lúcida dirección de su técnico, Doc Rivers, uno de los mejores motivadores de la ‘pisque’ competitiva que a día de hoy existen entre los entrenadores en la liga. Juntos, han hecho de la sencillez una guía: matizando defensas, jugando de una manera coral con una lectura inteligente de las líneas de pase y una lograda circulación de pelota.

 

Enunciar estos principios como armazón de juego suena a obviedad, pero la NBA es una liga donde, a día de hoy, se ignora con demasiada frecuencia el sentido común y los jugadores parecen estrellas del cine de acción, aficionados a retos con los que afinan sus extraordinarias cualidades físicas tanto como el tamaño de sus egos.

 

Si Boston no ha caído en esta tendencia, es por varios motivos. Primero, detrás de sí tiene una sólida trayectoria de equipo ganador, cimentada en valores como la defensa, el compañerismo, el esfuerzo solidario, una feroz capacidad de superación individual y una lograda mezcla de humildad y orgullo. Valores que, por cierto, encarnó como nadie Bill Russell, el faro del juego (sobre todo defensivo) del equipo durante la década de los 50 y 60, cuando decir Boston era sinónimo de éxito coral y respeto generalizado.

 

Pero los tiempos cambian. Y cuando en 2007 el general manager del equipo, Danny Ainge, y el entrenador, Glenn Doc Rivers, buscaban una fórmula que armonizara el equipo de jugones ‘medio ancianos’ que habían formado, con sus relucientes egos, dieron con la mejor tecla disponible.

 

Se dice que fue sobre todo Rivers quien inculcó en sus pupilos el conocimiento de la filosofía Ubuntu. Ésta es una ideología (conjunto de ideas y creencias) sudafricana enfocada en la lealtad de las personas y las relaciones entre éstas. Básicamente, se resume en cinco pilares:

  1. Humanidad hacia los otros
  2. Soy porque nosotros somos
  3. Una persona se hace humana a través de las otras personas
  4. Una persona es persona en razón de las otras personas
  5. La creencia es un enlace universal de compartir que conecta a toda la humanidad

Aunque, para ser justos, la definición más afinada de este modo de conciliación de habilidades individuales a favor de un objetivo o creencia común la ha formulado el célebre obispo Desmond Tutu: “Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos”.

 

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Demond Tutu, líder moral y religioso, exegeta de la filosofía Ubuntu.

Fuente foto: nba.com


Esa máxima fue el pegamento que empleó Rivers para unir al que, en 2008, era Big Three: Pierce, Garnett y Allen. Le salió tan bien que ganaron el título, con Garnett canalizando la energía de sus compañeros en los tiempos muertos: “Recordad, somos Ubuntu”. Este curso la fórmula casi se vuelve a concretar otra vez en un éxito absoluto. Pero las cifras, y lo tangible, le han negado esta vez ese reconocimiento universal. No así algunos momentos de los partidos, como cuando en el quinto partido, ganado por Boston, los titulares, en ese momento en el banquillo, alentaban a su entrenador a que diera cuerda a sus sustitutos, que se estaban comiendo con papas fritas a los, en esos momentos, displicentes amarillos.



En esa línea, han sido muchos lo que se han quedado con los logros de algunos pasajes de juego armónicos. El espejo de valores que implica ver a un puñado de millonarios atletas cooperando, respetándose, acentuando las cualidades del compañero en pos de un éxito que les mejora a ellos como colectivo y a la sociedad que los cobija. En cuanto a que los miembros de ésta son espectadores activos de ese trabajo, cuyos valores interiorizan de tal modo que la filosofía ubuntu acaba contribuyendo (bendito efecto dominó) en la creación de una sociedad formada por individuos con valores más sólidos y constructivos. Por suerte, no siempre el éxito se tiene por qué medir en títulos…