Lockout NBA: sólo pierde el aficionado

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¿Por qué la NBA tiene echado el candado? Fran Pérez, nuestro especialista de cabecera de la mejor liga del planeta, nos lo explica con un estilo claro, ameno y…Mordaz, que más de un fiebre-adicto suscribirá. Que lo disfruten.

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Lockout NBA: sólo pierde el aficionado

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Fran Pérez

6.octubre.2011

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David Stern, el comisionado de la NBA, es actor principal de un cierre patronal que de momento no tiene pinta de resolverse a corto plazo. Fuente de foto: nba.com


El pasado 1 de Julio expiró el convenio colectivo vigente en la NBA, los equipos se negaron a renovarlo automáticamente y se declaró el tan escuchado “lockout” o cierre patronal. O lo que es lo mismo, hasta que no se llegue a un acuerdo entre los jugadores y los equipos, en la NBA no se puede hacer absolutamente nada: ni entrenar, ni fichar, ni contactar con agentes, ni por supuesto jugar. Nada de nada, salvo negociar. Nada de lo que hace de este deporte algo tan maravilloso y especial.


Para resumir mucho y no aburrirles les explico en qué punto están ahora mismo las negociaciones. En la NBA existe el llamado “Basketball Related Income” (BIR), que son todos los ingresos generados por el baloncesto (venta de entradas, derechos de TV, merchandising, tickets de aparcamiento, etc.) Estos beneficios se reparten entre los jugadores y los propietarios, en el anterior convenio los jugadores se llevaban a su bolsillo el 57% de este “BIR”, las franquicias aluden pérdidas de más de 300 millones en la última temporada y que 22 de las 30 franquicias no son rentables, por lo que exigen que el porcentaje para los jugadores sea menor.


Los jugadores están dispuestos a bajar hasta el 53 %, lo cual es insuficiente para los equipos que estiman en un 47 % el tope que deberían llevarse los baloncestistas. ¿Les parecerá poco una distancia de un 6%, no? Pues suponen unos 1.500 millones de dólares en los próximos seis años que durará el convenio que en algún momento firmarán. Ninguno de los dos quiere ceder y de momento se ha suspendido la pretemporada, que consta de 43 partidos amistosos y los campos de entrenamiento. Si no hay solución, el próximo lunes 10 de octubre, el Comisionado Stern anunciará la suspensión de las dos primeras semanas de Liga Regular.


El precedente más cercano lo encontramos en el lockout de la temporada 1998-1999, en este caso la temporada comenzó en febrero con 50 partidos de Regular Season y los playoffs. Me parece a mí que vamos por el mismo camino o quizá peor.


Los jugadores, comandados por Derek Fisher, y acompañado por Amare Stoudemire, Kobe Bryant, Kevin Garnett, Paul Pierce y Ben Gordon, han decidido colgar las botas y la ropa de entrenamiento y ponerse un traje para negociar con los jefes y tratar de no perder mucho en este nuevo convenio.


Ellos piensan que son los reyes del tinglao; sin ellos no hay espectáculo, y que por eso tienen que llevarse el trozo de pastel más grande. Piensan que nadie paga una entrada o se come unos nachos en la grada para ver a un General Manager encorbatado y que si hay pérdidas dentro del equipo no es su problema mientras cobren su macanudo cheque a final de mes. ¿Reducirse un 10 % el salario? –Ni de coña, aunque esto no empiece, hay que asegurarse el mayor dinero posible para despilfarrarlo cuando nos retiremos. Oye Derek, ¿y los aficionados? –¿Los aficionados?, ¡Me la sopla los aficionados! que aquí lo primero es la pasta.

Por su parte los equipos presentan al Comisionado David Stern como cabeza visible, y están hartos de palmar pasta y de pagar fortunas indecentes a niños mimados con escasa materia gris en el cerebro. No tienen ninguna prisa y esperan que cuando llegue noviembre y los jugadores no reciban su primera nómina del año se pondrán nerviosos y aceptarán lo que ellos ofrecen. Oiga señor Stern, ¿y qué pensarán de esto los aficionados? -¿Los aficionados?, ¡Que les den a los aficionados! que aquí lo primero es la pasta.


Exagerada o no, esta es más o menos la postura de los protagonistas del lockout. Aquí lo que prima es no perder pasta sin pensar en quien mantiene con vida el negocio, que no es otro que el aficionado que paga su entrada, que se compra una camiseta o que se come unos nachos y unos perritos en la grada. O a ustedes le importa mucho que un millonario jugador de baloncesto pase de cobrar 6 millones de dólares a 5,4 millones anuales, o que un millonario General Manager tenga que apretarse un poco el cinturón y en lugar de comer caviar 5 veces a la semana lo haga sólo 4 veces, ¿verdad que a nosotros eso nos la trae al fresco? A ellos no.

 



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