La saga/fuga de P.F.

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“¡Veciños, veciños, roubaron o Corpo Santo!”, grita una vieja beata al comienzo de “La saga/fuga de J.B.”, la excepcional novela de Gonzalo Torrente Ballester. “¡Buuuu, buuuu, pfiuuuuu, pfiuuuuu!” abucheó y silbó ayer el Fernando Martín (salvo los incansables Blues) a la finalización del partido contra Unicaja, ante la cuarta derrota consecutiva, lo que históricamente es el peor comienzo de temporada del equipo en ACB. Y, así como el escándalo armado por la Tía Benita nacía no tanto de su devoción religiosa por Santa Lilaila de Éfeso sino, sobre todo, de lo que suponía para Castroforte del Baralla la pérdida de la naturaleza y fama milagrera de sus reliquias, la pitada de la parroquia fuenlabreña puede que no vaya tanto dirigida contra el equipo en sí, sino que sea la expresión del propio espanto al descubrir que, este año, puede haber desaparecido su particular fuente de los milagros y toca darse un baño de cruda realidad.

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La saga/fuga de P.F.

Theobald Philips

8.octubre.2012

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Feldeine por fin cogió su fusil. Y la escalera hacia el cielo, en este mate frente a Simon. Fotógrafo/fuente de foto: Lydia Calvo / fuenlafreak.com


“¡Veciños, veciños, roubaron o Corpo Santo!”, grita una vieja beata al comienzo de “La saga/fuga de J.B.”, la excepcional novela de Gonzalo Torrente Ballester. “¡Buuuu, buuuu, pfiuuuuu, pfiuuuuu!” abucheó y silbó ayer el Fernando Martín (salvo los incansables Blues) a la finalización del partido contra Unicaja, ante la cuarta derrota consecutiva, lo que históricamente es el peor comienzo de temporada del equipo en ACB. Y, así como el escándalo armado por la Tía Benita nacía no tanto de su devoción religiosa por Santa Lilaila de Éfeso sino, sobre todo, de lo que suponía para Castroforte del Baralla la pérdida de la naturaleza y fama milagrera de sus reliquias, la pitada de la parroquia fuenlabreña puede que no vaya tanto dirigida contra el equipo en sí, sino que sea la expresión del propio espanto al descubrir que, este año, puede haber desaparecido su particular fuente de los milagros y toca darse un baño de cruda realidad.

Una cruda realidad en la que el equipo naranja mejora aunque, como su propio entrenador reconoce, a pasos quizá demasiado cortos y lentos. Pero esa mejoría, que es evidente una vez que se separa el grano del juego de la obvia paja de que tres de las cuatro derrotas han sido ante algunas de las divisiones acorazadas más potentes de esta liga, no debe esconder que hay algunos engranajes que chirrían en la maquinaria del equipo del no-cocodrilo. Como muestra, que Cortaberría salga en el cinco inicial y juegue muchos minutos como base, cuando hay dos jugadores que en teoría (y según pone en el Super Manager) juegan en esa posición; o que entre dos de sus fichajes estrella, Gladyr y García, sólo se consiguieran siete puntos de tiro libre, dos rebotes y tres como valoración conjunta.

El comienzo del partido fue bueno para los locales. En parte porque, quizás para minimizar el desgaste físico-mental de la Euroliga, Unicaja se refugió en una zona no muy activa que los tiradores de Fuenlabrada horadaron desde el 6’75; y, en parte, por una decisión táctica de Repesa que, frente al arranque de Vega como tres, se obcecó en no colocar a ninguno de sus aleros altos a defenderle, aprovechándose el de La Avanzada de su superioridad física sobre Urtasun primero, y sobre Simon después, para anotar desde distintas posiciones.

Los malagueños contrarrestaron la buena salida local básicamente con el rebote ofensivo, atrapando casi la mitad de los balones que la buena defensa naranja hacía que no entraran por el aro (4 de 9), lo que redujo a anécdota sus malos porcentajes y les permitió llegar al minuto siete chupando rueda en el luminoso (8-7). En ese momento, Earl Calloway cometió su segunda falta personal y tuvo que ir al banquillo, lo que su equipo notó en demasía; es uno de los puntos en los que Repesa tendrá que insistir en el proceso de acoplamiento que está llevando a cabo, pues empieza a detectarse en la fluidez de Unicaja una Calloway-dependencia que puede resultar peligrosa. Desde la salida del ex-Cajasol hasta el final del cuarto, los verdes encajaron un parcial de 9-3, yéndose al banquillo con siete puntos de desventaja (17-10).

En la reanudación, Krunoslav Simon y Zoran Dragic tomaron las riendas de su equipo, supliendo con su efectividad el discreto partido de los que hasta ayer habían sido los mejores malagueños de la temporada, Urtasun y Zoric. Pero, a pesar de la intensidad del croata y el esloveno, los de Porfirio Fisac seguían arriba, superando de nuevo el amago de defensa zonal visitante. A mitad de cuarto, aún mantenían cinco puntos de ventaja, que se esfumaron en cuanto Calloway volvió al parquet. En tres minutos, del 26-21 se pasó al 26-25 y, desde ahí hasta el descanso, Unicaja recuperó el ritmo de juego y Williams, más liberado como escolta, con dos bonitas suspensiones desde la “zona muerta” de los cinco metros (Dan Peterson dixit), preparó un partido nuevo para el segundo tiempo (32-32).

El tercer cuarto, tras un comienzo dubitativo, estalló en un vendaval de buen juego tras un espectacular mate de Feldeine que saldrá en todos los highlights de la jornada. Fue como si tocaran a rebato, y ambos equipos acudieron a la llamada con lo mejor que tenían. Por Unicaja a Dragic y Simon, que seguían de exhibición, se les unió Fran Vázquez y su ya clásico tiro de media distancia. Por Fuenlabrada, Sené despertaba a base de medios ganchos del letargo en que le ha sumido la inactividad, y Mainoldi, imperial durante todo el partido (especialmente en el rebote, con 13 capturas), daba un máster de fade aways. Hasta el último segundo del cuarto, donde el omnipresente Dragic encestaba el 48-51, Fuenlabrada había estado en la parte alta del recorrido del yo-yo.

Al reanudarse el juego, un par de fallos del Fuenlabrada fueron castigados por sendos triples de Unicaja a cargo de Urtasun, que liberado de la presión de un mal partido lanzó el puño al aire con furia, y de Simon, afortunado de que le entrara tras golpear la tabla. Quizá por la depresión de encontrarse nueve abajo (50-59) sin merecerlo, tras haber dominado todo el partido, quizá por la inexperiencia propia de ser una plantilla demasiado joven, quizá por los nervios de la dinámica perdedora de la temporada, el caso es que a los madrileños se les fundieron los plomos y se entregaron a un sinfín de precipitaciones y pérdidas de balón que, aprovechadas por los viejos zorros de Repesa -con Calloway a la cabeza robando balones a mansalva-, infligieron al rival un castigo demasiado duro para los merecimientos acumulados, dejando el resultado final en 58-73.

“¡Veciños, veciños, roubaron o Corpo Santo!”, grita la parroquia fuenlabreña asustada al darse cuenta de que han desaparecido las milagrosas reliquias que les salvaban año tras año. Son Fisac y sus chicos los que, a base de trabajo, de cruda realidad, tienen que dar un paso adelante y sacar el barco a flote.

 

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