Impar, naranja, gana

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Se jugaba el sábado en el casino de la ACB la suerte más amarga, la del descenso, entre un Fuenlabrada que, tras llevarse las dos últimas manos, demasiado acostumbrados nos tiene a perder en casa lo que gana fuera, y un Básquet Manresa obligado a poner todas sus fichas sobre el tapete y romper la banca si no quería terminar completamente desahuciado. Hagan juego, señores…no va más…

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Impar, naranja, gana

Theobald Philips

7.abril.2013

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Fotógrafo / fuente de foto: Fran Martínez / www.fuenlafreak.com
El Manresa se duele. Laviña, en su vuelta a Fuenlabrada y partido 400 de ACB, pudo hacer poco para ayudar a sus compañeros

Sí, solo dos cuartos, los impares, necesitaron los chicos de Poch para llevarse el partido ante los de Ponsarnau que, en ningún momento, dieron la impresión de poder inquietarles. Un brutal parcial de 27-7 de inicio (43/-1 en valoración), un pequeño descanso de ten con ten los segundos diez minutos (11-14), nuevo mazazo en el tercer cuarto (22-13) para dejar las cosas claras, y un suave deslizarse hasta el bocinazo final no perdiendo demasiados papeles (13-17).  


 

¿No os gustan los números? ¿Creéis, como el maestro Boza, que muestran muchas cosas pero no las más importantes? Pues aquí tenéis algunos de los intangibles, ejemplos de las entretelas psicológicas del partido que, quizás, muestren tan a las claras como la tabla Excel de las estadísticas lo que se vivió ayer en el Fernando Martín:


1)      Cuando faltaban casi dos minutos para que terminase el primer cuarto, Trifón ya había dado descanso a Valters, Cortaberría y Robert Kurz, algo a lo que el técnico cordobés, en pleno proceso de restricción rotatoria, no nos tiene precisamente acostumbrados.


2)      En el tercer cuarto, Aleksandrov encestó un triple y, mientras volvía a su cancha, soltó un grito de rabia tal, que tapó incluso los inmarcesibles bombos de las gradas naranjas y sorprendió a los afables Blues. Es ese grito de impotencia que todos, en nuestras pachangas, hemos soltado alguna vez cuando por fin, tras múltiples tiros, nos entra una en un día aciago. Era solo la segunda canasta de Manresa en unos cuatro minutos de juego.


3)      A ocho minutos para finalizar el partido, saltó a cancha Álvaro Muñoz, completando con Colom, Sené, Sergio Sánchez y Laso un inhabitual quinteto, que se mantuvo prácticamente hasta el final.


Fuenlabrada, a quien este cronista temía pues, cada vez que se ha visto a salvo, ha hecho lo posible por complicarse la vida, parece que por fin ha encontrado la senda de la consistencia. Podrá ganar o perder, pero al menos parece que no está dispuesto a dejarse ir los partidos. Empezó a tope, tanto con su batería de francotiradores como en su estrategia defensiva, que alternando zonas e individual y presionando a toda cancha, robó tres balones a los que parecía ir pegada la confianza de los de Ponsarnau, que a partir de ahí desaparecieron. Y, sin dejar que esa distancia se agostara, volvió a subir la intensidad de juego en el momento clave, con nuevos robos que se tradujeron en contrataques y mates (Sené a pase Gladyr, y Kurz de Colom), enterrando las pocas esperanzas que pudiera albergar su rival en una insalvable distancia de 26 puntos (de los que al finalizar el encuentro todavía le quedaban 22, 73-51).

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 Fotógrafo / Fuente de foto: Lydia Calvo / www.fuenlafreak.com

Fuenlabrada cerró su aro y Lydia, una vez más, estaba en el momento justo para que lo viérais. No os perdáis las galerías de imágenes de Fuenlafreak.com

Trifón lo explicó en rueda de prensa con una metáfora. Hay veces, cuando estás haciendo un puzle y una pieza se ha perdido, que eres incapaz de ver cómo es el dibujo final y no sabes cómo continuar. De repente, aparece esa pieza y todo cobra sentido. Probablemente, esa pieza que faltaba es el Jefe del Supermanager, Robert Kurz, que ha dado al baloncesto del Fuenlabrada una consistencia que, curiosamente, ha afianzado a sus exteriores quienes, ahora, se muestran más tranquilos a la hora de circular el balón (17 y 16 asistencias en sus 2 últimos partidos) y de tirar a canasta con altos porcentajes, que es la base del juego de este equipo. Y, de esa confianza general, ha rebrotado por fin Mainoldi, demasiado escondido esta temporada, completando el puzle, reincorporándose tras su recuperación, un importante Gladyr que, además de calidad, aporta una garra (gran implicación la del ucraniano) de las que se contagia a sus compañeros.


En el caso del rival, es una pena ver a un clásico de nuestra liga en esta situación, pero parece que, con los mimbres que tiene, Manresa es de uno de esos equipos que, cuando está al borde del abismo, da un paso al frente. Solo Asselin y Aleksandrov mostraron una cierta regularidad mientras que Hanga se dedicaba a hacer un clinic de cómo tomar las decisiones más equivocadas en los momentos más inoportunos, y DeVries se ahogaba durante tres cuartos, apareciendo de forma intrascendente cuando todo ya estaba decidido para alegrarnos los últimos minutos con verdaderos canastones. Jugadores depresivos, los definió su entrenador, echando de forma generosa sobre sus propias espaldas la responsabilidad de no haberles convencido de que olvidaran el lastre que llevan encima y se dedicaran solamente a dar lo máximo de su capacidad. Solo la crisis económica, en forma de no-ascensos, parece ser ahora la esperanza de la buena gente de Manresa de cara al próximo año.


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