Ettore Messina: el sherpa que renuncia en las faldas del éxito

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Existe un sentimiento llamado frustración que antes o después nos visita en la vida. Cuando eres joven, el impacto de ese desconsuelo puede ser devastador. Hay que aprender a convivir con ese dragón de varias cabezas llamado limitaciones o rupturas emocionales. Con el paso del tiempo, aprendes a guardar distancia con esas situaciones. A cambio de esa distancia, bajas un par de grados la temperatura emocional de tus ilusiones. Lo llaman madurez. Pero hay gente que nunca acaba de interiorizar esa bajada de voltaje. Es su grandeza. Y su perdición. Da la impresión de que Ettore Messina pertenece a ese grupo de personas para los que la vida, el trabajo sólo pueden moverse al máximo de intensidad. El técnico italiano presentó su dimisión como técnico merengue este viernes. En este artículo ponderamos sus logros y fracasos, e intentamos entender qué puede pasar por la cabeza de un hombre que deja una expedición en busca de la excelencia deportiva (el oro de nuestro tiempo) en las faldas mismas del éxito.

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Ettore Messina: el sherpa que renuncia en las faldas del éxito

Pedro Fernaud

6.marzo.2011

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Ettore Messina deja el Madrid con tres subcampeonatos a sus espaldas y habiendo situado al equipo merengue en un escenario interesante  con vistas a este final de temporada Fuente de foto: deportes.orange.es



Un tipo que guía a sus equipos a la consecución de 26 títulos en cuatro lustros (con mención propia para sus cuatro Euroligas) pertenece a una categoría muy especial: la de ganadores. Ganar no es necesariamente levantar títulos. Ganar es, como diría Mahatma Gandhi, dar lo mejor de ti día a día.


Expresado de ese modo, a la luz de lo que uno ha visto y de lo que buenos amigos periodistas le han contado, Etore Messina ha ganado durante su estancia en el Real Madrid. Dicho con sus palabras: “Ha sido año y medio interesante, con experiencias importantes. Es algo que no pasa a todos en su vida profesional y doy gracias”.


Ha puesto el máximo de su conocimiento técnico y táctico (le regateaba, por ejemplo, cabezadas al descanso cuando se ponía a analizar obsesivamente los partidos de Euroliga en los vuelos de vuelta tras los partidos disputados en distintos enclaves del viejo continente). También ha depurado al límite, su límite, sus dotes como psicólogo y acomodador de egos en formación de su joven equipo. Pero no ha sido suficiente.


Este viernes tiró oficialmente la toalla. El detonante, ya lo sabéis, la sonrojante derrota del equipo blanco ante el Montepaschi de Siena, en el (irrelevante) partido de Euroliga de este jueves. Da la sensación de que, simplemente, la energía se le acabó. Un tipo con su nivel de implicación necesitaba tener lleno el sentimiento de motivación.


Así pues, el técnico de Catania no parece vivir bien con los términos medios. Es el efecto secundario que deja un rastro de éxitos continuados. Te convierte en más vulnerable a la frustración. Y, la verdad, en una institución con un pasado tan importante como el Madrid, la presión (de medios, de hinchada, de historia) también multiplica la sensación de impotencia si las cosas no fluyen en la dirección que pretendes.


¿Cómo valoramos pues el legado en la ACB del técnico más relevante del baloncesto europeo en los últimos dos decenios junto a Zelko Obradovic? En cuanto a resultados concretos, podemos decir que es decepcionante si conectamos éstos con la hoja de servicios que precedía al técnico de Catania. En esta temporada y media, el Madrid de Messina ha obtenido dos subcampeonatos de Copa del Rey y uno de Supercopa (la temporada pasada). En los tres casos, los merengues han caído con nitidez ante el mismo rival: el Regal Barcelona, campeón de campeones de nuestro tiempo.


También ha llegado a una semifinal ACB (la del año pasado, en la que os merengues cayeron ante los que a la postre fueron los campeones, el Caja Laboral). Eso sí, este curso la cosa no tenía mala pinta (si exceptuamos esa tendencia adolescente del equipo a ser una montaña rusa de rendimiento en según qué periodos). Aparte de caer con dignidad ante el Barça en la Copa (60-68), el conjunto blanco se ha clasificado como primero de su grupo en la Euroliga, por lo que tendrá el factor cancha a su favor en la eliminatoria de cuartos de la Euroliga, que le enfrentará al Power Electronics de Valencia.


Mientras, en formato ACB, el equipo navega plácidamente como segundo clasificado. Expresado con cifras globales, éste ha sido el balance de Ettore Messina con el Real Madrid: 76 victorias y 33 derrotas. Insuficiente bagaje porque en el Madrid la victoria no es una opción deseable, es casi una obligación. (Seguro que Ettore suprimiría el casi de este artículo). Al margen de los fríos datos, conviene poner en valor el legado de Messina en cuanto a forma de concepción de juego.


El Real Madrid ha jugado de manera muy cerebral, con un baloncesto en estático elaborado, lleno de matices tácticos. En defensa ha funcionado como un metrómono en algunos choques, bien coordinado. Un equipo serio, en suma. Pero falto de chispa. Carente de la alegría de jugar. Con una propuesta poco atractiva desde el momento en que (casi) se han proscrito el contraataque. La ‘Casa Blanca’ ha decidido dar continuidad al modelo con la presencia del segundo de Messina, Lele Molin.


La renuncia de Messina, a lomos de una montaña llamada éxito, es como si a Cervantes le hubiera podido el exceso de responsabilidad a la hora de escribir la segunda parte del Quijote, como si Valentino Rossi hubiera cambiado el motociclismo profesional por las juergas en Ibiza tras ganar el segundo título mundial de 500 cc, o como si Francis Ford Coppola se hubiese rendido en la titánica tarea de meter tijera (hablamos de la duración del metraje) en Apocalypse Now para hacerla un poco más digerible para todos los públicos y llevarla así a los cines comerciales. En suma, la renuncia de Messina es comprensible y respetable. Humana. Seguro que ahora siente un merecido alivio. Pero no admirable.



Lo que sí merece admiración es la pasión con la el técnico italiano que ha desplegado su trabajo con los mergengues. Su capacidad didáctica para explicar las sutilezas del juego en los foros periodísticos y de debate de nuestro baloncesto. Su señorío a la hora de enjuiciar el trabajo de los demás y de sus propios jugadores. Así pues, sólo queda desearle suerte en su próxima temporada. Es lo que se merecen todos los caballeros. Esta vez, Ettore, el dragón tenía demasiadas cabezas.


Quizá un caballero menos condecorado pero con otras cualidades sí pueda llevar a buen puerto algunos de los retos que les quedan abiertos a los merengues…Seguro que los jugadores asumen también que ellos tienen una cuota muy importante de responsabilidad en lo que ha sucedido, y no es descabellado que finalmente den ahora ese paso delante de implicación y regularidad que hasta hace nada les estaba pidiendo su ya ex técnico.

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