Esta casa era una ruina

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“Parece que queríamos esperar a una fecha señalada para nuestra primera victoria en casa…” bromeó Trifón Poch en rueda de prensa, tras haberse sumado al habitual corro de jugadores en el centro de la cancha y lanzado después los puños al cielo en un gesto de liberación por una victoria muy sufrida, que le aleja del pozo en que se hunden Assignia y Lagun Aro. Y es que el Baloncesto Fuenlabrada consiguió inaugurar su marcador como local al tiempo que celebraba el partido 500 en ACB y contra su máximo rival regional, un Estudiantes que, asentado ya en su realidad tras el fulgurante espejismo de inicio de temporada, perdió una oportunidad dorada de poner tierra de por medio con la raya de corte de la Copa.

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Esta casa era una ruina

Theobald Philips

18.diciembre.2012

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Trifón Poch no pudo contener su alegría al terminar el encuentro y celebró la victoria con jugadores y público. Fotógrafo / Fuente de foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com


Estudiantes presentó sus credenciales en el Fernando Martín sacando de inicio a Nogueira, en un intento de Vidorreta de poner centímetros frente a Sené. La táctica funcionó, en parte porque el joven brasileño aprovechó su velocidad en ataque para, junto al omnipresente Gabriel, poner a los colegiales en ventaja, y en parte porque Fuenlabrada arrastró los mismos defectos que supusieron la debacle el domingo pasado: nervios, precipitación, blandura defensiva y mono-ataque con Feldeine. Con el juego de sus interiores -que no interior- bien dirigido por Jayson, los de la calle Serrano tapaban el agujero del desaparecido English y auguraban un quinto centenario aciago para los naranjas.

Pero, tras 6 minutos de prolongación de la torrija canaria, algunos de los jugadores fuenlabreños decidieron cambiar el rumbo y, además de apretar las tuercas atrás, sumarse a la aportación ofensiva. Importante en este sentido Sené, que según fue calentando se hizo el amo del tablero, y Javi Vega, que no sólo anotó el triple que igualó el marcador a 17, sino que arengaba a sus compañeros como si de un veterano se tratase. Con la bocina, Fuenlabrada no sólo no había tirado el primer cuarto, como otras veces, sino que incluso estaba un punto por delante (21-20). El viejo Fuenlabrada había vuelto y, con él, el dolor de oídos provocado por la grada (nota mental: buscar una aplicación para el móvil que mida los decibelios).

Gladyr rompió el segundo cuarto con un triple y una gran actitud, defendiendo de forma agresiva y propiciando que su equipo se escapara de 7 puntos, lo que hizo sonar las alarmas en el banquillo visitante. Txus tuvo que parar el partido para sacar a pista a Gabriel y, ante la ausencia de Kuric (por conmoción cerebral, supimos luego), a Josh Fisher por un desangelado English. El hispano-norteamericano hizo un máster de por qué la valoración ACB no es la Biblia: su aportación secando a Feldeine no se reflejó en este apartado de la estadística (0), pero fue clave en la remontada estudiantil (por el contrario English, que en estos primeros 20 minutos fue una rémora para su equipo, terminó con un “digno” 7, gracias fundamentalmente a los tiros libres).

Sí, lo hemos anticipado. Estudiantes remontó, y no solo eso, sino que gracias al monólogo ofensivo de Germán Gabriel, endosó a los fuenlabreños en los últimos seis minutos y medio del cuarto un parcial de 6-18 que les llevó a las duchas los con la ventaja de 7 puntos volteada a su favor (33-40). Cierto que también ayudó el cuasi suicido asistido de Trifón Poch que, incomprensiblemente, sentó a Sergii Gladyr cuando estaba on fire, así como a Sené, Mainoldi, Feldeine y el resto de titulares (en positivo, me gustaría destacar que de los 6 puntos naranjas, 4 correspondieron a Adrián Laso que, a cada oportunidad que le dan, pide a gritos adelantar en la rotación al motivado Chuck García).

“¿Hoy tampoco toca?” se preguntaba la grada al inicio del tercer cuarto. Al fin y al cabo, Estudiantes había demostrado un juego sólido, superando con sobriedad y talento incluso el partido gris de algunos de sus puntales, dominando el rebote (9 ofensivos por 10 defensivos de los de Poch) y siendo más incisivos en el ataque (18 tiros libres, por 6 del Fuenla). Un triple de Mainoldi, que por fin estaba cuajando un partido a su nivel, seguido de un robo y bandeja de Valters (que estuvo sin estar en el juego), despejó las dudas y dio alas a los bombos. Volvía a haber partido.

O no, porque Fuenlabrada es un equipo que se está construyendo, y a veces la mezcla del cemento sale demasiado clara y no cuaja bien. Cuando estaba ahí, a rebufo, entró en una de sus fases de nervios precipitados y decisiones erróneas, que permitió a los colegiales volver a dispararse en el luminoso a pesar de sus evidentes problemas para encontrar aro, con una diferencia (41-50) que se antojaba sustancial cuando restaban sólo 90 segundos de cuarto. Sin embargo, el antojo resultó tener menos sustancia de la pretendida ya que, en ese tiempo, las muñecas de Gladyr y Quino Colom dieron desde el 6’75 un último aliento a los suyos. Y, por lo visto a continuación, ni siquiera la contestación de Daniel Clark en el último segundo cerrando el cuarto en 47-53, con el segundo triple de 19 intentos para Estudiantes hasta ese momento, sirvió para calmarlos.

En el último cuarto, Fuenlabrada salió a morder atrás, reduciendo aun más la faceta anotadora de Asefa Estudiantes. Si en el tercer cuarto los naranjas habían permitido solo 13 puntos, en este último se dejaron encestar únicamente 10 para un parcial en los segundos 20 minutos de 37-23. Los colegiales se desangraban en la nueva desaparición en la segunda parte (como contra el Madrid) de Germán Gabriel, que no volvió a ver aro, y en un paupérrimo 0/6 en triples (para un 2/25 en el total del partido). Enfrente, Sené daba segundas oportunidades a los suyos cogiendo hasta 9 rebotes ofensivos (19 en total, ¡1 más que los cuatro pívots estudiantiles juntos!) y Gladyr seguía enchufado en defensa y ataque hasta que un inoportuno golpe en la rodilla le hizo retirarse.


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El ucraniano, hasta su lesión, fue uno de los puntales del Fuenlabrada por acierto, coraje y (como se puede ver) decisión. Fotos: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com


Aun así, la igualdad se mantenía gracias al despertar de English en los cuatro metros y el tiro libre, y a las penetraciones y buen hacer de Jayson Granger (máximo reboteador de su equipo, con 10). En ese momento, Trifón Poch dio entrada a pista al olvidado Sergio Sánchez, que hizo dudar de la bondad de su ostracismo embocando un triple que ponía por delante a los suyos (62-59). Desde ahí hasta el final, la defensa del Fuenlabrada, el verdadero camino de la salvación, siguió imponiéndose; y, a partir de esa defensa, por fin mantuvo el control (palabra más repetida por el entrenador local en rueda de prensa) en ataque, hasta hacer que, 70-63, Trifón Poch se soltase (metafóricamente) la melena.


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