Dos hombres y un destino

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Tres victorias consecutivas y, lo que es más importante, la sensación de que la pretemporada que obligatoriamente ha tenido que hacer durante la primera vuelta, está dando a su fin; Fuenlabrada, por fin, apunta las maneras del equipo que se anunciaba este verano. Enfrente, sin embargo, el proceso contrario: un UCAM Murcia que, por unas cosas o por otras, ha desintegrado en un mar de nervios a uno de los conjuntos que, cuando el balón de la 2013/2014 se lanzó al aire, mejor juego hacía. Y en un juego de precisión, cuando los nervios te dominan, lo acabas pagando.

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Dos hombres y un destino

Theobald Philips

2.febrero.2014

 Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com

 Un equipo comprometido con su comunidad. Mensaje de Fuenlabrada, Madrid, a Atlanta, Georgia

Era cuestión de tiempo que, en cuanto el equipo se conjuntara, llegaran los resultados. Era cuestión de tiempo que Feldeine, maniatado por el scouting que lanza flashes del defensor grande a su salida por la derecha de los bloqueos, se diera cuenta de que ya no está solo en las labores anotadoras, que ya no hacen falta los uno-contra-todos, que basta con esperar a que Andy Panko comience a funcionar en las distancias medias y cortas, para que los espacios se aclaren y su mortal muñeca newyorko-dominicana tenga conexión directa con el aro. Y es que, incluso, al bueno de James le ha venido bien que sea Paunic el que tome el dos en el quinteto inicial, saliendo él desde el banquillo con la lectura del partido ya hecha.


Así empezó Fuenlabrada, con el serbio muy activo, pronto relevado por Panko, mientras que Moussa Diagné y Javi Vega amargaban la vida en defensa, respectivamente, a Kim Tillie y al (no tan) recuperado Mickeal. UCAM abusaba de  su reciente estrella que, de forma evidente, está muy lejos de ser el de Barcelona o Vitoria, absorbiendo demasiado juego sin mucha efectividad (primera cesta a los 7 minutos, 8p en total). Negadas sus posibilidades cerca del aro por los rivales, los pimentoneros se mantenían en partido desde el 6’75, fiados a dos toques de orejas de Berni y a un acierto de su alero tunecino. Poco bagaje, cuando en su zona los de Nicola permitían no solo un 73% de tiros de 2 sino que, de los 4 tiros que no le entraron al Fuenla, que recuperara 2 rebotes ofensivos. 27 – 20, con 12 puntos de Panko, fue una diferencia escasa para los méritos exhibidos.

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com

“Butch” Cassidy. Ni Mickeal ni Rhomdane pudieron parar a Panko (33p, 5r, 32val) cuando jugó de alero

En el segundo cuarto, la exhibición del de Harrisbug fue parada en seco por las faltas de Diagné y Vargas. Sí, las faltas de los pívots obligaron a Chus Mateo a poner a Panko de 4 y, como muy saben en Atenas y Málaga (o como muy bien debería haber sabido Orenga con Mumbrú en Eslovenia), no es lo mismo que un alero pueda postear a que un alero juegue de cuatro. Con solo una canasta de Andy en estos diez minutos, Nicola intentó cambiar el signo del partido donde lo había perdido, atrás, utilizando una zona muy molesta y la presión al saque de fondo. Además, se encomendó en ataque a la muñeca de Dwayne Davis, que con ese nombre y esa barba pareció un cruce de Wade y Harden, embocando 13 puntos con grandes porcentajes. El marcador se apretaba, las pérdidas fuenlabreñas se disparaban, y tuvo que aparecer Feldeine para, con sendos triples, hacer que los suyos no perdieran la parte alta del tanteo (46-45).


Si Fuenlabrada había perdido a Panko en el segundo cuarto, UCAM Murcia perdió a Davis (para casi no volver ya) en el tercero. Además, como Mickeal seguía sin aportar demasiado y Tillie no lograba ver el aro entre los interminables brazos de Moussa Diagné, tenían que ser Berni Rodríguez y Rodrigo San Miguel los que, con su sapiencia, aprovecharan el hiper-nerviosismo de Ivan Paunic que, obcecándose en remontar una y otra vez la línea de fondo por donde no había hueco, hacía perder a los suyos varios balones. Con 51 – 49 Mateo sentó al serbio, que llevaba un cabreo monumental; tanto que Chus, que inicialmente tenía la pose de “ni voy a mirarte cuando te sientes”, intentó a última hora hacerle una carantoña que le recuperase para la causa.


El cambio fue providencial, porque la entrada de Feldeine vino acompañada de puntos, y los puntos de defensas que se abrían para intentar pararle, liberando a Panko que, jugando otra vez en su posición, aportó aún más puntos. A 1’43”, cuando tras un rebote ofensivo Diagné dio un pase a Javi Vega que entraba como un tanque y destrozó el aro, Fuenlabrada consiguió su máxima ventaja hasta ese momento (61-54). Y podría haberse roto ahí la contienda si Tillie, por fin, no se hubiera librado de las amarras con las que Moussa le había maniatado hasta entonces, propiciando que, al cierre del minuto 30, el luminoso fuera 64 – 59.

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com

James Feldeine, the Sundance Kid. 27 puntos (6/8 2p y 5/7 3p), al pistolero no le tembló el pulso

En el periodo definitivo, Davis quiso volver al partido pero sus dos primeras acciones, 5 puntos, fueron inmediatamente contestadas por Panko con dos acciones idénticas, como para bajarle los humos. En ese momento, Vega, que había hecho un partido tan serio en defensa como desagradecido en la estadística, dejó su sitio a Paunic; estaba claro que Mateo quería a los veteranos en pista, sin creer mucho que el desplazamiento de puesto de Panko fuese a perjudicarle. Y, sus estrellas, no le fallaron. Feldeine armó su fusil y, tras su triple, la bola volvió a Fuenlabrada ya que los árbitros habían pitado de forma simultánea una falta de Davis (4ª) sobre el hombre que le bloqueaba. Esa posesión extra terminó en un nuevo triple, esta vez de Panko. En el ataque siguiente, los nervios jugaron una mala pasada a Tillie y Mickeal, que no se entendieron y perdieron la bola, haciendo que Fuenlabrada consiguiera su máxima ventaja (80-69) a falta de 5 minutos para el final.


Murcia siguió remando, pero Feldeine no dejaba que se acercaran; cada arreón de Tillie era contestado por el 14 local de manera que, a falta de poco más de dos minutos, los 11 puntos de diferencia (87 – 76) se mantenían incólumes. Y, a partir de ahí, el caos. La presión universitaria descompuso a Fuenlabrada que, tirando de Berni y Rhomdane, arañaron cada posesión recuperada hasta que, en el último segundo, un triple del primero que no se coronó con caricia en la oreja, supuso el suspiro de alivio para las enronquecidas gradas (87 – 84). Fuenlabrada, con dos hombres a nivel de estrella, había encontrado el destino que buscaba.