Botar o pasar: he ahí la cuestión

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Sergi Bosch Gabarró sigue en busca del arcano (algo secreto y recóndito) que guía el éxito del baloncesto en su raíz esencial. En este artículo reflexiona con agudeza y lucidez sobre las ventajas (y limitaciones) que implica escoger el bote o el pase como herramienta de acercamiento a la canasta. Tan sencillo como refrescante. 

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Botar o pasar: he ahí la cuestión

Sergi Bosch Gabarró

27.febrero.2012

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¿Botar o pasar? «Qué más da, lo importante es probar el arte mientras encuentro al compañero». Algo así pensará el gran Steve Nash, mago imarcesible de los Suns en la dirección, al leer el matizo análisis de Sergi Bosch. Fuente de foto: nba.com 



El baloncesto es un deporte de equipo, sí, pero en determinadas situaciones son los destellos de calidad y talento individual los que pueden decantar la balanza para un lado u para otro. Asimismo, grosso modo, podríamos decir que el baloncesto consiste en encestar un balón en una canasta e intentar que nuestro oponente no lo haga. Evidentemente, como más cerca estemos de la canasta, más sencillo nos será anotar. Ahora bien, ¿cómo lo hacemos para acercarnos a ella? Este punto es el que intentaremos analizar en estas líneas.

Tenemos dos vías posibles: el pase o el bote. El pase es la alternativa en la que es el trabajo colectivo lo que nos permite prosperar en el juego. El hecho de pasar el balón a un compañero conlleva que el pasador deba tomar decisiones después de ceder el esférico, ya que quedándose estático, posiblemente, en vez de ayudar supondrá una losa para su equipo, perjudicando así, el proceso de elaboración de la jugada. Por ejemplo, después de pasar la pelota, podemos movernos para generar espacios, podemos hacer un bloqueo indirecto para generarle una ventaja a un compañero, y muchas opciones más. El pase, además, nos permite ver muchas cosas sobre un equipo. Con el pase, y todas las consecuencias que conlleva, es con lo que el espectador puede percibir si hay sintonía entre los jugadores, y si esta se ve traducida en un juego fluido y armónico.

Por el otro lado, tenemos el bote. El bote nos permitirá definir la calidad individual de cada jugador, ya que es una característica personal que depende de cada uno. El bote es el recurso más utilizado por aquellos equipos que practican un juego anárquico, en el que el talento individual de cada uno de sus jugadores les permite que cada uno de ellos pueda generarse sus propias ventajas a partir del 1 contra 1. Aunque digamos que el bote es un atributo individual, los demás compañeros pueden facilitar o provocar estas situaciones mediante varios mecanismos ofensivos, como los aclarados, buscando desequilibrios en los emparejamientos defensivos a partir de bloqueos indirectos, etc. En resumen, aún dependiendo principalmente de la calidad individual , el trabajo (muchas veces poco agradecido por el observador) realizado por el equipo sigue siendo un factor importante.

Analizando las consecuencias de ambas alternativas, vemos que cuando abusamos del bote, el juego es más lento y trabado. Por esto, la mayoría de entrenadores insisten en que el balón debe estar en constante movimiento, y en que hay que evitar que este quede retenido demasiado tiempo en manos de un mismo jugador (a no ser, que sea un sistema determinado lo que lo provoque).

El arte del bote puede mejorarse a partir de la práctica en los entrenamientos. En cambio, la habilidad de pasar el balón, por un lado es innata, ya que el hecho de saber leer el juego, buscando siempre la mejor opción no se aprende; y por el otro sólo puede mejorarse estrechando los lazos entre los compañeros. Estos deben conocerse unos a los otros, así con una sola mirada es posible que ya haya un entendimiento. Esta comunicación visual es muy importante.

Para concluir el artículo, me gustaría proceder a una síntesis de lo comentado: pasar es colectivo, así como botar es talento individual.

 



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