4 razones para recelar de Lebron James

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El jugador con más condiciones para jugar al baloncesto del siglo XXI es también uno de los más odiados. LeBron James ha perdido su segunda final de la NBA (la primera fue en 2007) y nadie (salvo a algunos fans incondicionales del jugador y a los aficionados de Miami ) parece haberle importado mucho. A estas alturas de la jugada, Lebron es uno de los jugadores más odiados del deporte estadounidense. A favor de ese rechazo, juega su incontinencia verbal, regada por buenas dosis de prepotencia, que también exhibe en la cancha. En contra de tanta animadversión debería consignarse el espectáculo del juego de un tipo que parece venido del próximo siglo, con cuerpo de tractor, habilidades de prestidigitador y una velocidad de atleta. En este artículo indagamos en el rombo de sombras de una personalidad única en el básquet. Antención los fans y admiradores del juego y la personalidad de Lebron; no desesperéis, mañana haremos una radiografía de la faceta más luminosa (como jugador y como persona) de este deportista fuera de lo convencional.

4 razones para recelar de Lebron James

Pedro Fernaud

12.julio.2011

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Egomanía, limitaciones en los momentos cruciales de los campeonatos y cierta falta de tacto a la hora de hablar de los demás, definen las principales carencias de la figura de LeBron James. Fuente de foto: 2.bp.blogspot.com


1-La arrogancia de un rey sin corona. Sus numeritos con los polvos de talco antes de los partidos y su mala educación para celebrar acciones, con las que supuestamente pretende humillar a sus rivales, despiertan las antipatías del común de sus aficionados. Es de mala educación contar el dinero delante de los pobres , pero sí lo haces, asegúrate de tener llena la billetera (de títulos) porque entonces te arriesgas a intensificar la estupidez y el sinsentido de sus actos.


2-El ego del tamaño de un lago de Mineápolis. Tanta afirmación del yo (en sus declaraciones, en su publicidad, en sus tatuajes, en algunos rasgos de su juego) crean rechazo en los aficionados de un deporte colectivo como el baloncesto, que parece haberse dejado unos cuantos valores en su tránsito por los dos últimos decenios de competición. Hablamos de la liga profesional estadounidense. Un chico que se tatúa ‘The Chosen One’ (el elegido) sin haber cumplido los dieciocho años,  está pagado de sí mismo pero también (paradojas) de inseguridad. Si realmente eres tan bueno, no tienes por qué ir al anunciándolo. Tus acciones hablarán por sí solas. Que se lo pregunten si no  a un tipo como Robert Mitchum, que hacía de su economía gestual  un tratado de profundidad de la condición humana.


3-El rey necesita ayuda. Luis XIV, el rey sol de la nación francesa, uno de los principales exponentes de la monarquía absolutista europea, debió revolverse en su tumba al saber que uno de sus cachorros había declinado seguir la estela de las leyendas que le precedieron en el mundo del baloncesto y, en vez de edificar unos CAVs ganadores en torno así, fichar por los Heat, donde sus destrezas han confluido con el gran talento de Dwayane Wade y Chris Bosh. El experimento de momento no ha dado  el resultado apetecido, y muchos aficionados y entendidos le han reprochado escoger lo que consideran el camino más fácil (desde luego, el menos épico y, paradojas otra vez, el menos personalista). Claro que hay otra manera de leer esta decisión, como veremos en el perfil sol de este dios del baloncesto de nuestro tiempo. Sea como fuere, lo que parece claro es que, a día de hoy, LeBron tiene problemas para procesar las situaciones de máxima exigencia; cuando está en juego el título, momentos en los que su rendimiento baja unos cuantos decibelios, como ha quedado de relieve en la final que le ha enfrentado a Dallas este año (para ser ecuánimes hay que decir que su rendimiento individual fue excelente -22 puntos, 7 rebotes y 6’8 asistencias- en las otras finales que disputó, en 2007, al frente de los CAVs contra los Spurs, claro que entonces su equipo perdió por 4-0…).


4-Falta de tacto con su primer equipo y sus adversarios. LeBron se equivocó el verano pasado al anunciar su fichaje por los Heat a través de un programa de la ESPN, que tuvo mucho de espectáculo circense y que inflamó los ánimos de los aficionados de los Cleveland, que con esa decisión veían esfumarse sus opciones de ganar un anillo en (al menos) el próximo decenio (el pasado curso fue el segundo peor equipo de la liga). Hubiera sido más elegante la vieja fórmula de anunciar la decisión en una rueda de prensa en Cleveland (con lágrimas en los ojos y agradeciendo a la gente de los CAVs  el salario y el cariño recibido).


Asimismo, en los pasados play offs ha vuelto a demostrar ser un ‘metepatas’ profesional en sus declaraciones, faltando al respeto de manera más o menos velada a Nowitzki (poniendo en duda que jugara un partido con fiebre) y a los aficionados que le critican en general y los jugadores de los MAVS, ‘acusándoles’ de llevar una existencia mediocre (imaginamos que se referirá al hecho de que no son una estrella del baloncesto como él, a que no pueden cenar con la estrella pop cañón del momento o  a que su cuenta no se parece a una galaxia en permanente expansión). En resumidas cuentas, un angelito de la inteligencia emocional, que no haría mal en pensar de vez en cuando que todos esos privilegios que disfrutan son en buena medida gracias también a esos actores a los que ha criticado.

 



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